Las historias toman rumbo

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    El concepto de Proyecto Historias es la idea del arte en movimiento: la exposición, que recién se exhibió en Casa Escorza, va a visitar todo el país, integrando obras de otros fotógrafos a lo largo de su recorrido.
    Como lo indica el nombre de la exposición, no se trata aquí de una sola “historia”, sino más bien de la antología de una multitud de momentos que vivió personalmente cada uno de los fotógrafos. Sin embargo, algunos ambientes parecen ecos de otros. Así, Rafael del Río trabajó mucho en el caos de la ciudad. Pero sus fotos van más allá del medio urbano que conocemos todos. De retrato en retrato, de besos en grafitis, nos enseña todas las dimensiones de la calle: lo que pasa arriba, lo que pasa abajo. A través de su lente, este espacio que nos parecía tan cotidiano ayer, revela sus otras facetas, lo que ya no vemos: su población, ordinaria y marginal, su belleza en el abandono, etcétera.
    Cada serie refleja la implicación del artista en el tema: las fotos hablan, huelen a humo, a basura. Casi podemos escuchar el zumbido de los camiones, casi sentimos cómo las gotas de sudor corren en las sienes, de tanto calor.
    Y de repente, el alivio. Paisajes de nieve, de inocencia. La paloma, urbana y sucia, epicentro del odio y del desprecio de todos, abre sus alas y revela su belleza. ¿Metáfora de la ciudad?
    Los dos fotógrafos tienen una visión muy especial de la calle. Nos revelan cómo un espacio tan conocido puede ser también el más improbable. Así, a través de una serie llena de grafitis (“Galería urbana”), esa dicha “polución visual” se vuelve arte.
    La serie “H20” se dedica al agua: agua del mar, de la alberca o de la lluvia, esa agua da vida a todas las generaciones. Los juegos en el agua, las lanchas, unas sonrisas mojadas, eso también fue captado por la cámara de Héctor Guerrero, casi salpicando la cara del visitante.
    Pero Proyecto Historias es como una montaña rusa: las emociones varían pasando de una foto a la otra, no necesariamente siguiendo la lógica de los sentimientos humanos.
    El desguace, panteón del consumo y encarnación del abandono por excelencia, en la pared se convierte en un terreno de juego para los perros que están copulando entre los neumáticos y los parachoques. Los carros, boca arriba, agonizan, enseñando sus entrañas de hierro casi humanas.
    Entonces ¿qué?, ¿vida o muerte? La vida, pero bajo todas sus formas. Con “Aire que ya no existe” —exhibición sin floritura de cuerpos extinguidos y de cadáveres maltratados— lo entendemos. La vida también es muerte.
    Y entre las dos, existe “Recinto Olvido”, resultado de momentos cotidianos que el fotógrafo Rafael del Río vivió en un albergue de Guadalajara de ancianos, enfermos mentales y discapacitados.
    Proyecto Historias se acaba con otra “historia”; la de los “otros hijos de la frontera”, por Rafael del Río. Son unos momentos, unas partes de la vida en la frontera con Estados Unidos.
    El punto de Proyecto Historias no es denunciar, el punto no es conmover o asustar, el punto es enseñar la vida. Todo es auténtico.
    En agosto, le tocará a José Luis Cuevas integrar su trabajo a la exposición. Proyecto Historias se quedará un tiempo en el Museo del Arte de Mazatlán, Sinaloa, antes de ir a otras ciudades de nuevo.

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