La profesionalización docente una prioridad

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La formación del profesorado influye y recibe la influencia del contexto en que se produce y, a su vez, condiciona los resultados.

Francisco Imbernón

Para permitir hacer frente a la creciente complejidad de las tareas educativas y tener claro que la enseñanza ya no es lo que era, los programas se renuevan cada vez más rápido por las innovaciones e investigaciones que se dan a diario; asimismo, los profesores sin duda añaden, agregan, modifican los ya establecidos para darles coherencia y actualidad y no rezagarse en el conocimiento; las tecnologías se convierten en indispensables; los alumnos cada vez son menos dóciles; las estructuras se hacen cada vez más complejas (unidades de aprendizaje de siete semanas, ciclos, módulos, taes, semestre cero etc.); cada vez hay más exigencias administrativas para dar cuenta de cada una de las acciones en los diferentes planes; en medio de todo esto, a veces se olvida lo importante: el aprendizaje de los estudiantes.

Hay una preocupación que se extiende por todo el SEMS entre profesores: la necesidad de ir más allá de papeles y constancias, de cursos aislados, fragmentados y dispersos; y hacer una reflexión y evaluación sobre los profesores que se requieren para los cambios que vienen y una gran consulta para tener un buen resultado de ello.

Se comprende que una práctica reflexiva limitada al buen criterio y a la experiencia personal de cada uno no nos conducirá muy lejos. Los profesores tenemos la necesidad de conocimientos, que no podemos reinventar solos. La reflexión colegiada nos aportará más poder si está anclada en una amplia cultura en las ciencias humanas.

Es necesario establecer estrategias o tal vez un sistema para desarrollar la capacidad  profesional del profesorado y contribuir así a aumentar su motivación, lo que repercutirá directamente  en la mejora de la calidad  del  SEMS.  Esta afirmación forma parte de  diversas opiniones nada nuevas expuestas por profesores de manera empírica y por expertos  que participan en diversas conferencias y eventos que se realizan de manera constantes, organizados por universidades y centros de investigación educativa que promueven el examen y reflexión con el propósito de aprender para el futuro marco de la tarea docente.

Las propuestas que se dan en esos foros, señalan que es inaplazable considerar la urgencia política y social de proceder  a la mejora de las condiciones del profesorado en términos de promoción profesional, reconocimiento social y retribuciones. Para  hacer esto realidad, sería preciso elaborar, según los expertos, “un modelo de gestión de recursos humanos que permita el desarrollo profesional a través de los planes de estudio de la carrera, de la formación continua y de la evaluación de su trabajo” (Meirieu, 2008).

Me atrevo a señalar, entre los diferentes investigadores del campo educativo-pedagógico que nos pueden ayudar a entender de mejor manera el espacio en que laboramos y darle calidad, a Schon, Stenhouse, Jimeno Sacristán, Santos Guerra, Paulo Freire, Girux, Elliott, Fernández Enguita, Fulla, Kemmis, etc., todos ellos reconocidos internacionalmente.

Entre las propuestas constantes, figuran también varías sugerencias para crear más empleos, buscando vías para insertar temporalmente a los profesores en otra actividades o estableciendo trabajos a tiempo parcial. También se señala que es indispensable  conceder mayor importancia a la formación pedagógica del profesorado, tanto en los planes de estudio de las universidades como mientras se encuentran ejerciendo.

“La formación universitaria debe además complementarse en instituciones profesionalmente  especializadas y la docencia  universitaria debe incluir obligatoriamente, en todas las modalidades de profesorado, capacitaciones de carácter pedagógico” (Imbernón, 2008).   

Otras opiniones resaltan la prioridad de la mejora de la calidad, que la tarea docente no se puede considerar aislada de las responsabilidades educativas exigibles a los demás agentes  sociales, y que se debe reconocer el derecho efectivo de los profesores a la participación activa en las reformas educativas.

Finalmente, llaman la atención sobre la necesidad de no perder de vista las recomendaciones para la educación y de establecer un equilibrio entre dicha sugerencia y la situación específica del sistema educativo de cada región en que se ubique la preparatoria.

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