La joven dramaturgia mexicana

643

Por tercera ocasión, el Laboratorio de Arte Variedades (LARVA), será la sede de la Semana Internacional de la Dramaturgia Contemporánea, que este año llega a su edición número doce con un programa enriquecido que contempla invitados nacionales y extranjeros provenientes de Uruguay, Canadá y Estados Unidos.

Del 9 al 14 de junio se llevarán a cabo intensas jornadas de actividades, como mesas de discusión, obras de teatro, lecturas dramatizadas, encuentros con autores y un interesante taller de dramaturgia que será impartido por uno de los autores más prolíficos y vigentes en México: Alejandro Ricaño, quien trabajará del 11 al 14 de junio con todos aquellos interesados en escribir para la escena. En esta ocasión La Semana se concentrará en el proceso que vive la dramaturgia para llegar al escenario, y que puede resumirse en un viaje que comienza en la escritura para llegar a la voz.  Si bien —y para nuestra fortuna— cada vez en la cartelera nacional hay más autores mexicanos con trabajos de calidad, hay un nombre que se repite con mayor frecuencia que cualquiera, y ese es el de Ricaño.

La escritura del dramaturgo
En 2010 Guadalajara fue la sede de la XXXI Muestra Nacional de Teatro. La gente se arremolinaba afuera del Teatro del IMSS, así como del Foro de Arte y Cultura, y del resto de los espacios, con la esperanza de conseguir un boleto y poder ver los trabajos de creadores que llegaban de todo México. De entre una curaduría que contemplaba lo mismo a Shakespeare que adaptaciones de Elena Poniatowska, llamaba la atención el nombre de Alejandro Ricaño, un joven dramaturgo de Xalapa que firmaba dos de las obras que se presentaron entonces: Riñón de cerdo para el desconsuelo, que dirigía Angélica Rogel, e Idiotas contemplando la nieve, que escribió ex profeso para la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana, y se presentó bajo la dirección de Alberto Lomnitz. 

En ese mismo año otra de sus obras, Más pequeños que el Guggenheim se presentaba en Miami dentro del Festival Internacional de Teatro Hispano. Lo que ha venido después para Ricaño es que sus obras pudieron encontrarse en ciudades como Cochabamba, junto a compañías tan importantes en Latinoamérica como Kikinteatro. Riñón de cerdo para el desconsuelo permaneció en cartelera en el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT) de Buenos Aires, durante las temporadas de 2012 y 2013; mientras que en Venezuela, el Teatro Municipal abrió con ella el Circuito Teatral de Caracas de este año.

En el contexto nacional no es diferente; títulos como Cada vez nos despedimos mejor, protagonizada por Diego Luna, Un hombre ajeno, en la que participan José María Yazpik, Osvaldo Benavides y Adrián Vázquez, se suman a obras como El amor de las luciérnagas y Fractales, todas ellas montadas en diferentes ciudades de México, ganando público con asuntos absolutamente vigentes y propios. Ricaño habla de nuestras historias, lo que en este país, y hoy, nos preocupa. No se trata solamente de que este autor recupere temas que nos resulten familiares, no, es algo más complejo y poderoso que la simple empatía de lo que históricamente nos es común a quienes hemos crecido con la palabra crisis aplicada a cada ámbito de nuestra vida social. A diferencia de muchos otros autores, los textos de Ricaño comprenden al teatro como totalidad, la dramaturgia no está aislada del resto de los procesos que participan en un montaje.  Si bien Ricaño conoce la escena también como actor y director, hay otra serie de elementos que juegan en sus dramaturgias para conseguir la efectividad que poseen la gran mayoría de sus obras, y de la que podemos ser testigos como público. Es por ello que no debe dejarse pasar la oportunidad de discutir y ejercitar la escritura al lado de Ricaño.

Artículo anteriorUn examen de inglés
Artículo siguiente¿Deshumanismo?