La fuente del humor

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Un espantamusas es algo que ya existía pero que no había encontrado nombre. Había quien señalaba de otra manera eso mismo que el poeta Alejandro Martínez Martínez se atrevió a nombrar así, tratando de encasillar diversas sensaciones del estado del “superyo” en el creador con este nombre-sustantivo.

Pero el espantamusas aún es más. Es quien lleva la pauta en el quinto libro publicado por Martínez Martínez y que podría compararse con lo que viene después del mal humor en los carnavales, según explica el propio autor: “Ya ves que cada que inicia un carnaval entierran el mal humor y luego ya viene la fiesta y la pachanga”, es de allí de donde nace el trabajo Los funerales del espantamusas, libro que agrupa el resultado de una literatura variada, con recursos como el albur, alfabetos cancionados y manuales satirizados.

“Todo eso se pensó que tuviera una misma sintonía en cuestión del humor —expone Alejandro Martínez—, y para ello tuve que trabajarlo alrededor de cuatro años para que tuviera ese giro y crear ese personaje”.

“El espantamusas también puede estar dentro de uno mismo, no precisamente se encuentra fuera. Puede llegar un momento en el que de estar en una parcela creativa muy pacífica, entonces te topas con personalidades como el espantamusas, tanto fuera como dentro de ti, uno no sabe dónde; te puedes volver rockstar, ves algunos autores que de repente se pasean por la FIL muy farolones, como eso; un rockstar y muy exclusivo, así como de alfombra roja y caravanas, que te genera esa confusión, que luego te das cuenta que es similar a la del superyó”.

De hecho, el espantamusas vive en lo que muchas personas les gusta hacer. Martínez Martínez incluso dice que él mismo se encontró frente a algunos de ellos y en su trabajo ejemplifica acciones concretas para tratar con cautela a estos entes, como en “Para un lector piadoso”, donde confiesa su debilidad en el oficio de escritor, “…No se apuren en delatarme/ pues el feroz espantamusas / sabe de mi pobreza lírica y perdona este pecado”.

O en “Ejercicio vocal para ecualizar el micrófono sin despertar al espantamusas”, donde musicaliza así: “Uno, dos, tres: / se mueve un caimán / debajo la piel, / un arroyo seco / fluye al revés, / el señor caracol regresa a las diez…”.

Alejandro Martínez Martínez es poeta y músico. Es docente de literatura y de música en la Escuela Preparatoria 18 de la Universidad de Guadalajara y platica que mucho de su labor en los oficios a los que se dedica aparecen manifestados en su trabajo de escritor.

“Mi proyecto también se apega a ciertas necesidades que uno encuentra en su contexto próximo. Como yo trabajo con jóvenes en mi labor docente, entonces de repente uno crea textos que permitan que ellos se involucren para que les sean atractivos para la lectura. Por eso en mi libro aparecen referencias de escritores noveles que puede que con ello les interese a los jóvenes y que, por primera vez, les pueda caer el gancho de la poesía”.

Y lo expresa así en el mismo “Ejercicio vocal para ecualizar el micrófono…”: “Uno, dos tres / la silla te sostiene / se puede romper, / este recital aburrido / no tendrá coctel, / mis poemas vanidosos me traen a leer”.

“Yo creo que este trabajo sí tiene una apertura amplia como para cualquier lector. Hay textos en ese libro que pueden ser leídos por niños, luego aparecen albures para etapas más maduras, como que intenté abarcar una variedad de edades que sean para todos”.

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