La falsa caridad

    1832

    Tender la mano al prójimo para salir en la foto y presumir de intenciones que no existen; ensuciarse las manos con motivo de precampañas; tomar papel en cada fecha importante insinuando defender todas las causas e ideas populares del momento con la intención de pasar por buen ciudadano, al mismo tiempo que se ignora todo sobre la naturaleza y el potencial humano; este espectáculo surrealista muestra lo que hay debajo de esa vieja y dura piel de político: mera y ridícula ambición de poder, miserable y despreciable intención de mendigar el aplauso del pueblo para financiar los propios vicios ignorados, profundamente enraizados en la esencia de estos hombres y mujeres “nuevos”.
    No es esta la forma de tomar acción en las causas públicas, no es la intención de la caridad el inflar a sus practicantes y, mucho menos, abanderar causas de poder e intereses, los pobres y débiles toman su lugar por un severo problema en la distribución de la riqueza, jamás para que los autonombrados héroes les tomen por botines, nunca para que sean el conducto de la vanidad y corrupción de la falsa caridad.

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