Al igual que un bosque, una selva, un desierto o un arrecife de coral, la universidad funciona como un ecosistema. Es decir, la universidad tiene una estructura que se compone básicamente de estudiantes, académicos y administrativos. Cada uno de éstos tiene una función.
También presenta una estructura piramidal, con gremios en los que llegamos a encontrar individuos especialistas y otros “generalistas”. Para mantener el equilibrio hay un proceso sucesional, que permite la estabilidad de la comunidad universitaria.
¿A qué quiero llegar con esta comparación? Cada uno de nosotros tenemos una función y características particulares, que por menores que sean, resultan fundamentales en el buen funcionamiento de nuestra universidad. Así que debemos comprometernos cumpliendo nuestra función como estudiantes, académicos o administrativos, ya que la ausencia o deficiencia de uno de los componentes deteriora y manda para abajo a todo el sistema.
Hay que sentirnos orgullosos de formar parte de esta comunidad universitaria y demostrar que nuestras acciones dentro de la universidad tienen influencia y benefician a la sociedad en que vivimos, como dos ecosistemas que interactúan.
