Kurt Rosenwinkel

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Kurt es un tipo de pocas palabras, prefiere hablar con la guitarra. Cuando le pregunto cómo ha evolucionado su trabajo desde su primer álbum Eeast Coast Love Affair de 1996 hasta el más reciente, Star of Jupiter (2012), sólo atina a reír y a hacer una gran pausa, y después de respirar simplemente responde con un “no puedo”, y lo define con una frase que no deja ya lugar a indagaciones: “La vida cambia”. Kurt Rosenwinkel, uno de los más reconocidos guitarristas de jazz a nivel internacional, estará en Guadalajara para ofrecer un concierto en el Teatro Degollado el próximo 27 octubre, en el que no puede prometer sino “improvisar y tocar música del momento”, y aún más, ya que actuará solo con su instrumento.

Kurt nació en Philadelphia en 1970, y Berklee fue la escuela de música que lo formó. El recuerdo de sus inicios y deseos de hacer jazz para él no están en otro punto que en el rock, desde que tenía 14 años, para luego ir pasando por el rock progresivo, el electric jazz, el jazz fusión, el tradicional, el acid jazz, el bepbop y el bigband, pero nunca sin la influencia definitiva del primero. Desde entonces descubrió y para siempre que este género es “perfecto porque es ilimitado”.

Una de las cuestiones elementales de cualquier músico es delimitar su propio sonido: su voz. El de Kurt suena a un fraseo fresco, limpio, de constante vitalidad, alejado de la monotonía, yendo desde la cadencia melódica hasta el arrebato rítmico y armónico. Pero para él no es algo que se pueda expresar con palabras. De nuevo el gran silencio y la risa preceden a otras palabras infranqueables. ¿Que cómo se siente frente a lo que es su guitarra? Simple: “Yo amo mi guitarra”.

La conexión telefónica sigue desde Alemania, pocos días antes de llegar a la ciudad de Guadalajara pasando por Viena y de ahí a Barcelona. Oyéndolo desde acá, cómo saber si la despreocupada parsimonia de sus respuestas no es producto de las volutas de la inspiración. Por ahora sólo importa saber que lo que en particular cree de su interpretación es que en ella  “está mi alma y las experiencias de mi vida”.

Kurt ha tocado con músicos como Joe Henderson y Gary Burton, y ha sido merecedor del premio National Endownment For The Arts, y no deja de reconocer a quienes han sido algunas de sus muchas referencias musicales. Aquí tan sólo le basta nombrar a dos de los grandes: John Coltrane y Duke Ellington. Y luego vienen aquellos guitarristas por quienes siente admiración y que de alguna manera han cambiado su visión del instrumento. No olvida a Allan Holdsworth, Pat Metheny, John Scofield, Wes Montgomery y Paco de Lucía, que no dejan de ser sólo algunos.

Para el guitarrista estadounidense la experimentación —tal como el jazz lo amerita— es una constante. Y algo en lo que lo ha demostrado es en el uso del micrófono de solapa, con el que puede darle otra textura a su sonido, porque finalmente “la voz es un elemento en mi música”, un diálogo con el instrumento, buscando las mixturas y los efectos que resuelvan el momento. Pero sin que sea determinante, porque la incorporación que realiza de diversas técnicas, finalmente no es sino para que el resultado sea el de “escuchar música”.

Kurt ha tenido las diferentes sensaciones que da el sonido al tocar con tríos y con Bigbands.  En la primera, sin duda la atmósfera es más íntima, en donde “el paisaje lo creas tú mismo” y de la otra, se encuentra en “banda, en los arreglos”, pero “es realmente divertido tocar en ambos, pero en la Bigband es maravilloso tener ese gran sonido detrás de ti; tú puedes volar. Es muy diferente”. Pero —la risa aparece de nuevo— “prefiero la Bigband en sábado y el trío en domingo”. Sin embargo, este próximo domingo en Guadalajara el sentido de “solos de jazz” tendrá más significado que nunca.

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