Jorge Manzano

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Haber recibido el Premio Jalisco al mérito humanístico, en diciembre del año pasado, es un buen pretexto para volver a hablar del incansable Jorge Manzano. Se le conoce en los pasillos del ITESO y de la Universidad de Guadalajara (investigador del Departamento de Filosofía desde 1996) como sacerdote jesuita, profesor de filosofía y, en otros círculos, como chamán.
Repasa cómo, después de estudiar Ingeniería química y a punto de dedicarse a su profesión, de pronto el superior de los jesuitas anuncia que la orden está en un aprieto. Dos sacerdotes acababan de morir y necesitaban refuerzos de emergencia para dar Filosofía.

¿Así entró al mundo de la filosofía?
Entré como refuerzo de emergencia y ya no puede salirme. Me di cuenta que a los 40 años ya no había marcha atrás. Entonces decidí amar a la filosofía. Fue un amor tardío. Dar clases es lo que más me gusta y la actividad central en torno a la cual gira todo.

¿No se excluyen religión y filosofía, razón y fe?
Para mí no se excluyen. Hay varias maneras de ser sacerdote, y una es ésta. La mayoría trabaja en una iglesia: dicen misa, atienden los diferentes servicios. Yo nunca hago nada de eso. Bueno, a veces, por suplencia. La filosofía es muy celosa. A los sacerdotes se les relaciona con los ritos. Esa es una parte, pero no es exclusiva ni su característica principal… creo.

¿Cuáles son sus autores favoritos?
Platón, Nietzsche, Kierkegaard y Hegel. Yo digo que son dos técnicos y dos rudos. Los técnicos son Platón y Hegel, y los rudos, Kierkegaard y Nietzsche. Técnicos, porque tienen un sistema y una escuela, y se puede saber por dónde va su pensamiento. En cambio Kierkegaard y Nietzsche no se sabe por dónde va su pensamiento. No tienen un sistema, no hay una escuela de ellos.

Puedo entender la relación entre Platón, Kierkegaard y Hegel, pero… ¿Nietzsche?
Ese es mi trabajo: saber qué puntos comunes tocan, en qué difieren. Porque no digo que sean igualitos, no. Estoy preparando un libro sobre estos cuatro, cómo se relacionan y qué podemos sacar de provecho de ellos.

El chamanismo también le atrae mucho: ¿qué es lo que más le gusta?
Ayudar a los demás a resolver sus problemas. Hay cosas llamativas, como darse cuenta de lo que ha vivido otra persona, aunque no lo diga. Claro que eso es delicado. Se llama “leer” a otra persona, que sólo puede hacerse con permiso de la misma y cuando sea un bien para ella. Por ejemplo, si alguien tiene pánico a la oscuridad, y no sabe por qué, me da permiso que yo lo “lea”. Entonces se descubre su problema, para superarlo. Eso mismo hacen los mara’acames huicholes cuando “ensueñan” al paciente y le van dando medios para que solucione el problema.

¿Así le hace usted?
Un poco, porque como lleva mucho tiempo hacer esto, tal vez toda la vida, uno queda siempre de aprendiz.

Así ha resuelto muchos problemas, incluidos los de posesiones. ¿No es así?
Especial-mente lo de posesiones.

¿Qué va a hacer con los 80 mil pesos que le dieron con el premio?
Ya los doné a al grupo Carpe Diem. ¿Por qué lo hice? No sé, pero lo hice. Me siento comprometido con eso. Queremos convertir a Guadalajara en un gran centro de espiritualidad y de cultura avanzada, es decir, abrir el diálogo con otros muchos. El dinero servirá para cubrir los gastos del Segundo diálogo multicultural, en nuestra ciudad, en 2014.

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