Guillermo Orozco Gómez

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Por su profesionalismo y la calidad y objetividad científica de sus investigaciones, Guillermo Orozco Gómez, académico del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), fue nombrado Investigador Nacional Emérito por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnonlogía (Conacyt), en dictamen dado a conocer el 30 de noviembre pasado.

Para recibir esta distinción, otorgada a los investigadores más brillantes del país, Orozco Gómez tuvo que cumplir algunos requisitos, como ser investigador nacional nivel III (lo ha sido por más de 19 años) y ser evaluado por una comisión dictaminadora que tomó en cuenta sus productos científicos y su trayectoria académica e institucional.

Orozco Gómez, profesor investigador del Departamento de Estudios de la Comunicación Social, es licenciado en Ciencias de la Comunicación por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), especialista en Pedagogía por la Universidad de Colonia, Alemania, y doctor en Educación por la Universidad de Harvard.

Ha escrito más de 100 artículos y capítulos de libros. Es autor y coautor de 25 libros y coordinador de más de 20.

¿Qué siente por haber recibido este reconocimiento?
Es un reconocimiento importante. De hecho, el mayor que se le puede dar a un académico. Estoy feliz de que me lo hayan dado a mí. Tener el título de Emérito tiene como reto redoblar la atención en lo que uno dice, siempre sustentado en evidencias; pero más que nada es una responsabilidad para hacer investigación, así como dictar conferencias con mayor libertad, ya que no necesito acumular más puntos ni presentar evidencia de que sigo publicando, ni presentar reportes al Conacyt.

¿Cómo se involucró en la investigación?
Lo primero que me llamó la atención fue la serie Plaza Sésamo, que salió al aire en 1968. Vi el programa en 1970, cuando estudiaba la licenciatura en Comunicación y lo atendí, porque era una propuesta novedosa y atractiva de hacer educación a través de la televisión. Siempre quise hacer algo así. Cuando acudí a Harvard, la universidad donde se había inventado ese programa para niños, a estudiar el doctorado en Educación, me decepcioné, porque la lógica del programa era la de producir un efecto, independientemente de cómo reaccionara el niño televidente; además, era una propuesta que costaba 20 mil dólares por 20 minutos de producción, y hasta más. Me pareció que en Latinoamérica no íbamos a tener esos recursos para transmitir media hora de programa. Entonces me pareció que había que empezar a investigar de qué manera los niños se acercan a la pantalla televisiva, qué esperan, buscan y qué los gratifica. Posteriormente hice una investigación en escuelas públicas y privadas del país para detectar de qué manera la televisión, la familia y la escuela compiten y se refuerzan para la educación de los niños. Cuando no hay mucha atención de la familia y la escuela, la televisión es la que está dejando sus mensajes y su influencia en los niños. A partir de ahí he realizado investigación para detectar la relación de aprendizaje que todos tenemos con los contenidos mediáticos, a veces más orientada a la educación, a los medios y a las tecnologías.

Actualmente, ¿en qué investigación está involucrado?
Trabajo en una investigación comparativa que busca conocer el impacto de las nuevas tecnologías en niños de sexto año de primaria. Participan académicos de México, además de pares de Suecia y Sudáfrica. Se tendrán resultados en marzo de 2019, aunque la investigación concluiría en junio. En estos momentos diseñamos el cuestionario y la guía de entrevistas.

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