Flores nunca en el olvido

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“Siempre he pensado que soy una gente destinada al olvido”; es una frase del poeta, ensayista y Maestro Emérito de la Universidad de Guadalajara Ernesto Flores, quien, no obstante, ha vuelto a la memoria.

El volumen 2 de Acrobacias de la palabra, el programa de la Universidad de Guadalajara dedicado a recuperar las letras de los grandes escritores de Jalisco en formato de audio, ha sido dedicado a Flores, el multifacético nayarita que llegó a Jalisco para quedarse y dejar legado a través de su propio trabajo poético y su labor como profesor, investigador, editor y promotor de la literatura hecha en este estado.

El primer volumen de esta colección fue dedicado a Hugo Gutiérrez Vega. La nueva entrega es un disco compacto coproducido por Radio Universidad de Guadalajara, el Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Guadalajara y la Coordinación de Artes Escénicas y Literatura de Cultura UdeG.

El disco contiene seis poemas de Ernesto Flores recitados por él mismo en el año 2009. Estos son “Naturaleza muerta”, “Interior”, “Suspensión”, “La mecedora”, “El marino” y “El inconforme”. Al final del mismo se incluye una entrevista al poeta, realizada por Julieta Marón, subdirectora de Radio Universidad de Guadalajara y productora ejecutiva de la pieza.

El material también integra temas interpretados con violonchelo por Miguel Yoshio Nishikawa Gutiérrez, ya que “una parte de la vida que es poco conocida del maestro Flores es que fue un excelente pianista, músico y exquisito melómano”, como revela su biógrafa Iliana Hernández Arce en el texto sobre Flores que acompaña al disco.

En ese mismo texto biográfico, el cual fue leído el jueves pasado durante la presentación del disco en el Paraninfo Enrique Díaz de León, se hace referencia a Margarita Tarabay, la profesora del instituto en el que Flores cursó la primaria, allá en su natal Santiago Ixcuintla, Nayarit, que le inoculó el amor por la literatura por medio de Calderón de la Barca y Lope de Vega.

También el poeta Jorge Souza, discípulo y amigo de Flores, recordó durante la ceremonia en el Paraninfo todas las ocasiones en que el poeta trajo a colación la imagen de la maestra de la que todos los pupilos estaban enamorados y por medio de quien muchos más habrían de enamorarse de las letras.

Souza ofreció un recuerdo íntimo del autor a quien describió como un hombre alto, corpulento y activo; generoso, suave y vital. Flores, dijo, se sentaba en un sofá alto ubicado al centro de su sala y desde ahí hablaba de literatura y citaba a un buen número de autores de Jalisco. Flores será recordado, abundó, porque como editor de las revistas Coatl, Esfera, La Muerte, La Plaza, Universidad, Textos y Revista de la Universidad de Guadalajara abrió las puertas de entrada a muchos poetas veinteañeros que necesitaban esos espacios para desarrollarse. “Este es un disco entrañable”, señaló.

“Por muchos años su domicilio en avenida La Paz fue el centro de reunión de los más destacados personajes de la vida intelectual de Guadalajara. Fue maestro de muchas generaciones en la Escuela Vocacional y en la antigua Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara”, confirma su biógrafa.

A Flores pertenecen los títulos A vuelo de pájaro, El pasado es un país desconocido, El viaje y Todos somos los ángeles oscuros compilados en Mensajes desde el olvido (Fondo de Cultura Económica, 1998) y El agua pasa pero el cauce se queda (Editorial La Zonámbula). Ernesto Flores falleció el 4 de marzo de 2014 en Guadalajara.

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