Engalanaron escultores a Guadalajara

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    Convendría mencionar que el IV Simposio internacional de escultura, organizado cada año por el Museo de las Artes, de la Universidad de Guadalajara, es un espectáculo insólito, compuesto por cuadros escénicos que de inmediato llaman la atención del visitante, turista, escultor o transeúnte.
    Lo primero en saltar a la vista consiste en la cantidad de gente que circula durante los 15 días del evento, en torno a los seis artistas del mundo que, apostados a un costado de rectoría con sus enormes piezas de madera, van transformando a la vista de todos en auténticas obras de arte.
    El despliegue físico de los escultores resulta notable: allí están sudando, ocultos detrás de sus caretas, para resistir la persistente nube de polvo que suelta la madera.
    El modo en que la escultura puede considerarse una obra de arte, los secretos del material utilizado y hasta las mismas herramientas empleadas quedaron plasmados en seis magníficas piezas que formarán parte del patrimonio artístico de la Universidad.
    La gente pide consejos a los artistas, habla con ellos de forma permanente, los miman y se enamoran de ellos o de sus piezas.
    El cuarto simposio de escultura fue todo un éxito, a juzgar por las declaraciones de los seis artistas que participaron en el encuentro.
    Fernando Pinto, de Colombia; Mauricio Guajardo, de Chile; Carlos Guzmán, de Puerto Rico; Ramón Villalobos, de México; Carlos Medina, de Venezuela, y el turco Kemal Tufan, coinciden en mencionar la grata experiencia vivida durante los últimos 15 días, el buen apoyo recibido por los estudiantes, la hospitalidad de la gente de la ciudad, la magnífica convivencia con los colegas y la excelente organización del evento.
    En relación con su trabajo, también coinciden en su satisfacción por las obras, la fluidez y anticipación con que lograron realizarlas, incluso algunas varios días previos a la clausura, aspecto que permitió pulir sus creaciones y disfrutar su estancia.

    Mulla

    Para el joven artista colombiano Fernando Pinto, quien radica en Barcelona, España, resulta importante rescatar el lenguaje y pensamiento de los antepasados. La mejor manera es por medio del lenguaje autóctono, pues muchas de sus palabras hacen referencia al amor a la Tierra.
    En quechua, idioma hablado por los indígenas de Perú y Bolivia, mullan significa alma. “Esta pieza alude al alma que tenemos dentro, como envuelta en un capullo y que contiene la energía de la vida. Al morir, ese capullo se abre y despierta la energía ahí depositada”.
    “Mi obra habla más de la muerte como nacimiento, que como acto final. Fue bello haber hecho esta pieza justo en la celebración del Día de muertos. Es una coincidencia bonita que muchos notaron”.
    Agrega que en 10 días ha podido hacer más amigos que en muchos años. Además, el simposio “está bien organizado, no solo por la cercanía que hemos tenido con los dirigentes, sino porque nos han tratado como reyes”.

    Mundos paralelos

    Dos piezas conectadas con unos arcos de acero logran expresar la unión de dos mundos separados en apariencia y su posible manera de converger y compartir un mismo tiempo y espacio, según define el artista de Puerto Rico, Carlos Guzmán, su obra Mundos paralelos.
    “La pieza muestra cómo pueden estar unidos de manera espiritual y energética dos aspectos diferentes de la vida, pero similares a la vez. No alude a una cosa específica, sino a la dualidad que hay en todo el universo”.
    Esta primera visita a México “me ha afectado muchísimo, en el buen sentido de la palabra. He dejado fluir en la madera lo que he sentido, aunque ésta no sea mi especialidad, pues trabajo más con metales”.

    Navaja de la vida

    Siempre hay algo en la vida que debemos cortar de inmediato. “La navaja es un objeto que todos pueden identificar y una metáfora que determina aquellas situaciones en la vida que merecen parar o terminar de inmediato”.
    El turco Kemal Tufan tiene una larga experiencia como escultor internacional. Ha estado en 40 foros similares. Su obra, La navaja de la vida, es una composición siempre en movimiento, pues tiene un pequeño taburete para que el espectador participe y experimente la sensación de percibir el peso de las navajas sobre su conciencia.
    “La persona está sentada y medita en lo que siente y le afecta. Es parte de la obra. La navaja, por sí sola, es importante, pero la participación de alguien ahí sentado imprime más fuerza a la creación”.

    Palafito

    En las costas del sur de Chile hay una isla llamada Chiloe. Ahí habita un grupo de hombres, pescadores en su mayoría, que construyen sus casas soportadas con largos postes de madera, denominados palafitos.
    “Me interesan los palafitos, en relación con esas casas del sur de Chile y los bosques, que de alguna manera están presentes en mi obra. Depende mucho de dónde te hayas parado en un bosque, para determinar cómo puedas estar parado frente a mi obra y si tendrás posibilidades de notar una densidad, un claroscuro, una transparencia, un volumen”.
    Su creación puede producir en el espectador una sensación de volumen y a la vez de transparencia. “Mi interés fue hacer una obra de una simpleza increíble, como las precolombinas, pero compleja a la vez, porque los espacios interiores de la pieza son reducidos”.
    El éxito de un evento reside en las relaciones con las personas, algo que tuvo en mucho este simposio. “Siento que me encuentro en un río que se está desbordando, por la gente y la historia viva que concurren alrededor de mí en esta ciudad”.

    La pastora

    La pieza del artista mexicano Ramón Villalobos “Tijelino”, La pastora, es una nube que arriba todas las tardes para beneficiar con su humedad el sur de Jalisco.
    “Todos los días llega a las seis de la tarde, y al otro día, en la mañana, está instalada en las faldas de la montaña La media luna, como llamó Juan Rulfo, en Pedro Páramo, a esa región cercana a Ciudad Guzmán”.
    Explica que tenía dos opciones: manejarla con caritas o con cuerpos femeninos. “Decidí hacerla con los torsos de mujeres que dan vuelta a la pieza. Algunos creen que es una serpiente, pero en realidad muestra el movimiento de una nube. El agua hace crecer todo, por eso es femenina”.

    Gota Guadalajara

    Con 35 años como escultor, el artista venezolano Carlos Medina deja caer una gota de su experiencia en nuestra ciudad.
    “La pieza nació sola y rápido. Síntesis del trabajo realizado durante todos estos años, es volumen puro, parte de una esfera. El círculo ha sido mi tarea principal. La gota constituye la esencia de lo que he hecho”.
    Explica que la gota es un símbolo importante, porque nos da la vida. Representa también el esfuerzo, el sudor. Por lo mismo, fue montada en cantera de Guadalajara, para representar cómo “permanecerá en esta tierra. Sin embargo, también vuelve a su esencia, cuya madera, por cierto, es de ahuehuete”.
    “Fuera de todas las interpretaciones, lo que me interesa es el volumen puro de las piezas. A últimas fechas, las he realizado con diferentes materiales. Creo los espacios con mis obras, las divido y lo que resulta es una cosa esencial”.

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