Emancipar para la libertad

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    La Universidad de Guadalajara, como las instituciones responsables de la educación superior pública, laica y gratuita, es consecuencia de una revolución que logró inscribir este derecho social como un precepto constitucional.
    Desde su reapertura en 1925, sus principales promotores como el gobernador José Guadalupe Zuno y el pensador Enrique Díaz de León, concibieron a la máxima casa de estudios de Jalisco como un instrumento estratégico para generar los equilibrios en el medio de una sociedad conservadora y de una exclusión lacerante y correspondiente a un profundo abismo entre las clases sociales de las primeras décadas en todo el territorio jalisciense.
    Por ello, la UdeG abrió sus puertas a jóvenes de todos los estratos que han constituido, desde entonces, generaciones de profesionistas, científicos y ciudadanos libres comprometidos con la sociedad que, desde mi perspectiva como dirigente sindical, es el único patrón que deben reconocer los trabajadores universitarios de nuestro estado y nación.
    La universidad plural, crítica y propositiva es la construcción de las conciencias transformadoras y la principal alternativa para llevar a la educación a su fin supremo: emancipar para la libertad.
    Sin duda alguna, el reto más importante para la universidad pública mexicana es la sustentabilidad ante la disminución real de recursos financieros, particularmente en el actual sexenio, que se refleja en la aparición de cientos, tal vez miles, de instituciones privadas que ofertan educación superior con una altísima rentabilidad para los propietarios, pero una pésima calidad académica. Sobre todo aquellas que han surgido de repente en edificios mal habilitados, conocidas hoy como “universidades de cochera”.
    No obstante, y como consecuencia de lo anterior, el reto más sensible será lograr el equilibrio pertinente entre pasividad, descentralización y excelencia. En ese sentido, la Universidad de Guadalajara tiene como tendón de Aquiles las escuelas preparatorias, pero principalmente aquellas que atienden a varios miles de estudiantes, llegando a tener una matrícula similar a la de algunas universidades europeas. Tan solo la Preparatoria 7, en La Tuzanía; la 10 en Belenes; la 12 y la Vocacional en el sector Reforma; y la Preparatoria 6 en Miravalle, tienen en conjunto cerca de 50 mil alumnos.
    Sin embargo, y pese a ser uno de los rezagos a remontar en la Universidad de Guadalajara el mejoramiento material de algunas preparatorias y de las condiciones laborales de los académicos, lo cierto es que estas dependencias siguen teniendo mejor nivel académico que los colegios particulares y representan un segmento estratégico para el desarrollo integral de un estudiante y, principalmente, para la eficiencia terminal.

    *Secretario general del STAUdeG

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