El teatro en busca de identidad

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    El Valle de México ha dejado atrás la dignidad ritual de la música del huehuetl. Hoy, sobre las calles de la ciudad que desecó el lago de Texcoco, un payaso de crucero y un invidente se pelean por las monedas de los conductores. La transformación del paisaje así como la de sus habitantes es más que dramática. Los signos identitarios construidos a partir de la Independencia y la Revolución en México forman una cascada de ideas tan prefabricadas como los héroes que oficialmente explican nuestra historia. Juliana Faesler, directora mexicana de teatro, concibe las celebraciones del Bicentenario como una oportunidad real de discusión sobre nosotros. A partir de 2007, Juliana y su grupo Máquina de Teatro se concentran en la investigación histórica así como en la experimentación escénica alrededor del mundo perdido mesoamericano. El resultado es La Trilogía Mexicana, proyecto de aproximación a la historia, al mito y a todo aquello que en nuestro discurso y vida cotidiana sobrevive al desdibujado periodo precolombino.

    Nuestro rostro en tres personajes
    Un penacho de globos de colores viste al indio que somos hoy. El ancestral sonido del caracol es el llamado nostálgico de un pasado que, como la boca de un pescado, insiste inútilmente en respirar. La apuesta interpretativa de Faesler y su Máquina de Teatro, dibujan con la formalidad del códice el mundo vivo de lo que fue a partir de tres figuras de la historia de México: Nezahualcóyotl, Moctezuma II y Malinche. Cada personaje es una pieza de La Trilogía. Compuesta por una combinación no sólo de disciplinas artísticas como la música, la ópera y la danza sino también por una alquimia difícil entre ficciones culturales y realidades históricas, cada obra-personaje juega con lo que hoy somos a partir de ellos.

    Ciudad Neza y el Rey poeta
    Ciudad Neza es para Faesler, y su equipo creativo, una metáfora de lo que ocurre en muchos sitios de este país. Construida sobre lo que fuera un lago y con casi tres millones de habitantes, Ciudad Nezahualcóyotl es el resultado de la tremenda migración que habitantes de todas partes de la república emprendieron, con la intención de trabajar y establecerse en el DF. Se trata de una sociedad aguerrida que posee la voluntariosa convicción que tienen aquellos que se han hecho solos, sin la ayuda del Estado y la autoridad, incluso a pesar de ellos. Por otro lado está Nezahualcóyotl, el personaje histórico, quien representa el límite del refinamiento del mundo prehispánico, su inteligencia y sensibilidad hacia las artes permanecen en su canto florido, en una poesía que en el montaje de Máquina de Teatro se extiende en el juego escénico en el que convive la coreografía, la solidez de la palabra y la inexplicable presencia de una iluminación que reproduce la delicadeza de aquel mundo perdido, de los ojos que sí conocieron el lago.

    Carl Graund y la Guerra sucia
    Faesler añade nuevos rasgos al rostro nacional a partir de Moctezuma II. La segunda pieza de La Trilogía… recoge al emperador que tuvo por destino ser el último de su tiempo, el encargado de entregar las llaves de su ciudad y su pueblo a quien habría de aniquilarlo. La herida abierta de los mexicanos sobre la Conquista está en la subversión de Cacamac, Cuitláhuac y Cuauhtémoc. Faesler encuentra ese pulso rebelde en la época contemporánea en la llamada Guerra sucia. Recupera elementos de esos movimientos, los dramatiza y con ellos interviene la ópera Montezuma del compositor alemán Karl H. Graund. El resultado podría calificarse como una “mezcla dura”, sin embargo es de principio a fin una apuesta honesta que se pregunta sobre lo que hoy nos conforma como grupo y la fragilidad de los puentes que tejen la identidad cuando hay tantas diferencias.

    Malinche, Malinches
    El singular refiere al personaje histórico, el plural a nosotras. Malinche es una de las presencias más pesadas y también delirantes en nuestra historia. Faesler decide integrarla para terminar de trazar las líneas de un rostro que sigue aún en borrador: el del mexicano. De Malinche es de quien menos sabemos y a quien más se juzga y castiga. La Malinche de La Trilogía no es una traidora, Malinche tuvo una historia de maltrato y sin embargo fue una persona de gran fortaleza e inteligencia. Faesler la busca en las mujeres de hoy, quienes en tareas cotidianas traen a cuenta la suspicacia, la inteligencia y el poder que demostrara la también llamada Marina. En escena todo es un juego de verdad y actualidad en donde las Malinches buscan lo mismo que su antigua madre: sobrevivir.
    Faesler tiene clara su postura respecto al “modelo” civilizatorio occidental. Hablar de Mesoamérica le permite discutir sobre el nosotros, sobre aquello que tantas veces se ha intentado borrar: ¿quiénes son los indígenas ahora?, ¿quiénes son los pueblos originales?, ¿qué sobrevive del mundo precolombino?
    La Trilogía cerró su temporada el pasado 3 de mayo en El Centro Cultural del Bosque en la Ciudad de México. Ahora Juliana prepara el estreno de la ópera La Cerentola de Rossini con la Compañía de Ópera del INBA en el mes de julio.

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