El palacio de los locos

    689

    Había la necesidad de un teatro para grupos experimentales de Guadalajara. Yo, aunque fuera presidente del Teatro de las Máscaras, era muy joven y no tenía la representación que tenían Tufic Marón y Luis Manuel Portilla. Ellos se animaron a ir con don Agustín Yáñez, quien inmediatamente dijo: ‘Es una idea muy buena, vamos a iniciarla’. Pero no la terminó él, sino el siguiente gobernador, Juan Gil Preciado”. Cuenta David Zumaya en el libro que con motivo de los primeros 50 años del Teatro Experimental de Jalisco, editó y presentó la Universidad de Guadalajara el miércoles pasado.
    La fiesta comenzó con la premiere del documental El Palacio de los locos, realizado por Afra Mejía y que cumple con la misma función que tiene el libro: recuperar y conservar la memoria que guarda uno de los edificios cuya vocación artística ha marcado la vida cultural de nuestra ciudad. David Zumaya, con el cabello blanco, camina lento, apoyándose en un bastón para llegar a la vieja casona que albergara el llamado Teatro las Máscaras. Ahí lo espera Eva Navarro, la viuda de Tufic. Juntos ven fotografías y recortes de periódico que registran montajes ahí realizados. Lo que siguió fue el ejercicio memorioso de algunos de los principales creativos que han pisado el Teatro Experimental.
    En las butacas, en el escenario, debajo de él, entre las piernas, en el paso de gato, en la cabina de sonido e iluminación, desde el balcón, de espaldas al mural de Gabriel Flores, en la pequeña oficina, en el salón Estela Inda, en el estacionamiento; en cada uno de los espacios fueron apareciendo actores, directores, escenógrafos, marionetistas, técnicos –todos, eso sí–, enamorados de la escena para contar su historia y relación con el teatro.
    Cuando las luces se encendieron descubrimos que los personajes habían escapado de la pantalla y ahora aplaudían y celebraban este significativo cumpleaños. También estaban los otros, a quienes la cámara no registró, aquellos que no aparecen en el libro, pero que han estado en el escenario, los que hoy siguen haciendo la historia de un lugar que muchas veces propone y en ocasiones resiste los vaivenes de las políticas culturales.
    El telón que funcionó como pantalla se levantó y detrás estaban Anayanci Fregoso, coordinadora editorial y autora del libro; Willy Aldrete, creador y uno de los más importantes testigos del desarrollo del teatro en Guadalajara; Luis Aguilar “Mosco”, director, escenógrafo, actor, iluminador de la escena, y Lourdes González, coordinadora de promoción y difusión de Artes Escénicas y Literatura, de la Universidad de Guadalajara, para presentar el pesado volumen que da cuenta de la actividad escénica de 50 años que ha vivido el edificio, de su contexto histórico y su valor patrimonial.
    Uno de los grandes valores del libro está sin duda en las imágenes, en la difícil tarea de curar y ordenar un sinnúmero de fotografías que nos acercan al efímero y extraordinario fenómeno del teatro. Mónica del Arenal fue la encargada de escribir el primero de los capítulos, el que se concentra en el artificio y construcción de la modernidad tapatía, donde se inscribe el Teatro Experimental como edificio. Anayanci Fregoso, a través de la memoria de los otros, ordena las historias de muchas de las voces que han pasado por el teatro. Laura López concentró su atención en la Compañía de Teatro de la Universidad de Guadalajara. Natalia Fregoso colocó la luz sobre los rostros y escenografías para narrar, a través de la fotografía, una parte del desarrollo histórico del Experimental. Además, el texto incluye una presentación de Vicente Leñero y prólogo de Lourdes González.
    Para cerrar la presentación del libro, Raúl Padilla López subió al escenario y compartió su alegría por los 50 años. Reconoció los avances en cuanto a la adecuación y mantenimiento del inmueble, así como los asuntos pendientes.
    Después el escenario fue el lugar de todos. La fiesta comenzó ahí y continuó en el vestíbulo. Sin narices rojas, sin pelucas ni seguidores, el encuentro generacional de creativos le rindió honores al espacio, bailando.

    Artículo anteriorAna García Bergua
    Artículo siguienteSin fincar responsabilidad