El legado del fraile sigue vivo en sus obras

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Han pasado 225 años de la muerte de Fray Antonio Alcalde y Barriga, y su legado sigue vivo en las instituciones más emblemáticas de Guadalajara. Con motivo del aniversario luctuoso de uno de los personajes más influyentes de la Nueva Galicia, este fraile es recordado por quienes ahora presiden la institución que en su honor lleva su nombre: el Antiguo Hospital Civil de Guadalajara (HCG).

Para Héctor Raúl Pérez Gómez, director del OPD HCG, uno de sus compromisos es dar a conocer a las nuevas generaciones quién fue Fray Antonio Alcalde, y procurar la emulación de su alto sentido de responsabilidad, humanismo, solidaridad, como parte de la atención a los más de 800 mil pacientes anuales que pasan por el nosocomio.

“Es el hombre que dejó un mayor legado para el estado de Jalisco y el más benemérito de los pobladores de esta región, aun siendo español. Tenemos que rendirle tributo por todo lo que nos dejó”, reconoce Pérez Gómez.

Nombrado obispo de la diócesis de Nueva Galicia, a sus 70 años Alcalde llega a la ciudad, el 12 de diciembre de 1771, para dictaminar la realización de la Real Universidad de Guadalajara y el Hospital Real de San Miguel de Belén.

Entre otras cosas, también generó viviendas para los habitantes de escasos recursos y de esta manera subsidió el desarrollo del hospital, terminado el 14 de junio de 1792.

En complemento de su vocación eclesiástica, destacan la atención a la educación y a la salud, herencia vigente con la formación de profesionales de la salud a nivel licenciatura y posgrado, al igual que con la función que cumple el HCG como hospital escuela, donde egresan cada año cerca de 500 nuevos especialistas.

“Le caracterizó el humanismo, la solidaridad, el servicio, sobre todo a los más desvalidos; ese espíritu de Fray Antonio Alcalde se conserva en la institución y en la medida de nuestras posibilidades y limitaciones, quienes tenemos esta responsabilidad procuramos fomentarlo día a día”.

Inspiración humanitaria

El director de la División de Pediatría del HCG, Horacio Padilla Muñoz, considera la educación como uno de los legados más importantes del fraile.

“Un pueblo sin cultura no puede producir; fray Antonio lo entendió: cuando llegó a la Nueva Galicia lo primero que hizo fue poner escuelas para niños y para adolescentes, y posteriormente establecer la Universidad de Guadalajara, que es la obra cumbre”.

Casi a la par fundó el Hospital Real de San Miguel de Belén, para mejorar el cuidado de la salud de la humanidad doliente.

Todo en Alcalde y Barriga es importante, porque su obra sigue vigente, a pesar de que fue impulsada hace más de 230 años. También es considerado un hombre respetable y respetuoso, cuya característica sobresaliente fue la humildad.

“Durante su época de niñez y adolescencia ayudó a su padre a sobrevivir. Él trabajaba cuidando borregos y al mismo tiempo cultivando vides, porque de eso vivía la familia Alcalde. Ya después de los 15 años, un tío —hermano de su padre— conoció las virtudes que tenía Antonio, su inteligencia, y por lo tanto lo invitó para que se fuera a Valladolid a estudiar en el convento de los dominicos; en él se hizo dominico, de la orden de los predicadores.

 “Fray Antonio Alcalde tuvo una gran suerte: le tocó el siglo de la Ilustración. Le tocó la Revolución francesa y conocer que ciencia debía ser utilizada para bien del hombre. La ciencia da cultura. Un hombre que no tiene cultura no puede entender al hombre. Por eso él fue un hombre humanista”.

Padilla Muñoz considera que esa visión debe enseñarse a la población y a los políticos. Deben conocer la vida del fraile, para que traten de imitarla, de hacer lo que él hizo en su tiempo.

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