El escritor del exilio

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Su legendario rechazo al franquismo español logró, ya hace mucho, que Juan Goytisolo se autoexiliara en Marrakech y París. Pese a ser admirado por los lectores de la Península Ibérica, no ha sido buena la relación que el narrador ha tenido con su tierra natal, sin embargo, en estos días, se ha le ha otorgado el Premio Cervantes, algo que nadie esperaba; quizás ni el mismo Goytisolo.

Su obra es considerada como una de las más importantes y podríamos calificarlo como un autor de culto, pues sus libros son leídos por un sector muy especial y específico. Le han dado importancia en las letras desde 1954 con su libro Juegos de manos, que corona con su texto El exiliado de aquí y de allá, publicado en 2008, pero que en el inter se fue fortificando hasta lograr una permanencia, se puede decir, fundamental.

Escritor “rebelde”, como se le ha considerado, y fiel a sus principios de pensamiento; en estos días sus declaraciones han sido noticia, pues en torno al premio son contundentes. Tras haberse conocido el reconocimiento ha dicho: “Debéis decirlo, apoyo a Podemos” — que es el partido que comanda Pablo Iglesias Turrión y que se convirtió en uno muy fuerte (el cuarto partido más enérgico, pese a su reciente aparición,  hace pocos meses y el cual apuesta por una renovación en las políticas sociales de España).

Claridoso como siempre ha sido Juan Goytisolo, desde el diario El País ha puesto en firme su pensamiento y,  tal vez, el régimen español esté dubitando si fue buena idea el que se le haya dado el galardón a él. Pero su obra lo merece, no hay duda, y los lectores han gritado a los cuatro vientos que sí, que es para él el Premio Cervantes.

Un narrador en Marrakech
Juan Goytisolo nació en Barcelona, en 1931, y forma parte de una familia de escritores (que la completan sus hermanos José Agustín y Luis); muy temprano en su vida se convirtió en un escritor exiliado. Dejó España para ir a París en 1956; luego, en 1996 fue a Marrakech, para convertirse, desde sus libros, en un contador de historias de la Plaza de Yamaa el Fna. Y con ello, en cierta forma, se convirtió en un ciudadano del Cercano Oriente; pero también de todos los países que se le parecieran a Marruecos, como es el caso de México, donde se editaron por vez primera dos de sus obras. Lo anterior lo recordó en su discurso en 2005, cuando el narrador recibió el Premio Juan Rulfo: “Cuando la censura franquista prohibió Señas de identidad y Reivindicación del conde don Julián, ambos se editaron en México. Quizá por eso me siento en casa, o no sé si será porque México se parece mucho a Marruecos en algunas cosas”.

Aquí mismo, en Guadalajara, recordó: “No soy un escritor de carrera sino de vocación”, porque, “he intentado mirar desde la periferia al centro tratando de conocer distintas tradiciones literarias y de manejar el máximo de experiencias personales. Cervantes fue un gran ejemplo de eso: fue un lector estupendo y vivió el exilio, la guerra, la cárcel… Mezcló su absoluta soledad creadora con el descubrimiento de la diversidad y lo heterogéneo, y eso le permitió salir del fango donde vivía y dejar una obra admirable”.

Sus palabras parecen dichas ahora. Y quizás pudieran ser el comienzo de su discurso de recepción, si acaso Juan Goytisolo se decide asistir a la entrega del Premio Cervantes, que se realizará el año próximo.

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