De soldados y ballenas

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“El pueblo ha dejado de habitar su ciudad”, se lamenta Ángel Hernández, con ojos tristes como expresión constante y con un espíritu pacífico al hablar. Explica de qué se trata Aproximación al interior de una ballena, su reciente libro y obra ganadora del primer lugar del Premio nacional de dramaturgia “Altaír Tejeda de Tamez”.
Fragmentos del texto dramático de Hernández, fueron representados en Guadalajara la semana pasada en Casa Vallarta. A pesar de que el libro se acaba de imprimir, ya es la tercera vez que lo dan a conocer. Antes lo habían hecho en el Distrito Federal y en Monterrey.
Con tres pescados colgados desde el techo y sangrando sobre la tarima de madera dispuesta en Casa Vallarta, dos actores dan vida a frustraciones, complejos y realidades violentas de una adolescente precoz de 16 años y un soldado baleado que ya no sangra y que se corta la lengua, porque se da cuenta que es mejor dejar de hablar.
Hernández está ahora en la fase de difusión, pero el proyecto inmediato es la puesta en escena, que planifica para mediados de 2013, para la cual ya hay alternativas de montaje con otras compañías de teatro del país.
El libro cuenta la historia de dos soldados que se encuentran de guardia en una playa de Baja California Sur, en donde encalla una ballena muerta con 40 kilos de cocaína pura en su estómago, motivo por el cual el animal marino muere. A partir de eso, la delgada línea entre ser el narcotraficante y el soldado que defiende el narcotráfico, será cada vez más difícil de delimitar: “Esto nos sirve para revisar la moral que corresponde al soldado mexicano, que se nos ha venido diciendo que es el héroe y que está para salvarnos. El militar se encuentra en un momento en el que tiene que tomar la decisión frente a la disyuntiva de devolver la mercancía o venderla y comenzar un negocio aparte”.
El autor explica de dónde viene la metáfora de la ballena y cómo se relaciona con la violencia y el narcotráfico: “Se está mermando la capacidad de aproximarse a la ciudad, de seguir realizando las actividades diarias. La gente no sale, evita exponerse a ciertas horas de la noche en lugares en donde anteriormente la vida transcurría de una manera normal. Esto la va aproximando cada vez más al interior de esta ballena, que para muchos podría ser el lugar más seguro, tan paradójico como estar dentro de las fauces de un monstruo, donde de alguna forma, desamparadamente, podamos seguir viviendo”.
Agrega: “Creo que el imaginario de la gente se encuentra muy golpeado a partir de la nota roja, de lo que vemos en los noticieros a diario, de lo que se cuenta, y ese imaginario se ha construido en una forma tan fuerte, que ya puede ser considerado como un riesgo más”.
Ángel Aurelio Hernández Arreola es de Tampico. Se ha criado entre balas y violencia. Cuenta que esta es una obra que se desarrolla en ese contexto, pero que también busca alternativas de negociación con otras realidades. Dice que en Tampico hay tres bandos: el ejército mexicano y los dos cárteles que se están disputando la plaza. “Todo se ha dado de una forma increíblemente violenta y la sociedad civil está al centro de todo ello, literalmente, recibiendo las balas”.
El joven actor, dramaturgo y director de escena, también ha diseñado un modelo de difusión artística, que incluye a espacios y jóvenes olvidados en Tampico. En su compañía Asalto teatro, tiene un programa que hace ya varios años realiza en lugares devastados por el huracán “Hilda” en 1955, en los cuales ejecutan programas de investigación y exploración de espacios en condiciones de ruina. Así la compañía de teatro comenzó a intervenir espacios con el ánimo que convertirlos en foros de experimentación escénica.
De esta forma se logró el Festival Iberoamericano de Teatro Emergente, llamado Teatro para el fin del mundo y que tuvo la primera emisión en agosto de este año, en el que invitan a compañías para que intervengan estos espacios. Los actores también hacen un festival en Arriaga, Chiapas, con la comunidad emigrante que espera el paso del tren para llegar a Estados Unidos. En este Festival de la Bestia presentan teatro, música, poesía y proyecciones de cine y las presentaciones están situadas en los vagones del tren.
Hernández recupera, con los movimientos generados a través del teatro y con su reciente libro, el espíritu de lo que se propone: “Tenemos pocas alternativas, los artistas y la sociedad civil. Creo que a partir de este cruce de caminos que nos deja en un vacío profundo, se nos obliga a tener una respuesta inmediata. No nos podemos quedar como los mártires de esta historia. Necesitamos salir de este papel, que de pronto se vuelve inevitable, de la víctima como sociedad, para volvernos los actuantes de una realidad que nosotros queremos para nosotros”.

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