Cuando el dinero no alcanza

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A Pepe el dinero no le ajusta. Ni tampoco el tiempo. De lunes a sábado se levanta temprano para llegar a las siete de la mañana a la fábrica. Es operador de producción y gana mil 200 pesos a la semana. Las jornadas son recias e intensas. Como él dice, “suda la gota gorda”. A las cuatro de la tarde tiene que tomar corriendo dos camiones rumbo a la colonia Buenavista. Para entonces su esposa y sus dos hijos ya llenaron las botellitas con cátsup, picaron el jitomate y la cebolla, y cobijaron las salchichas entre hojas de tocino. Antes de las siete, el vapor del agua debe estar ablandando los panes, y el aceite pringando en la parrilla con un sonidito burbujeante.

“Con la venta de hot dogs completo el chivo. Cuando bien me va saco 800 o 900 pesos a la semana. Y es que si no, no me ajusta. Mis gastos son de 4 mil 500. En la fábrica gano apenas lo justo para vivir, y tengo una niña que a veces requiere servicio médico. No me alcanza para alguna eventualidad ni para ahorrar. Por eso el changarro”, dice el obrero de 41 años.

Cada vez son más las personas que para completar sus gastos tienen que ingeniárselas para fragmentarse en dos o tres empleos, con el desgaste físico y mental que eso conlleva. Pero para muchos es la única alternativa ante las reducidas opciones de trabajo.
En el último trimestre, según la Encuesta nacional de ocupación y empleo, 40 mil jaliscienses se sumaron a las filas del subempleo, es decir, con trabajos que están por debajo de su preparación académica o con “chambitas” que combinan para obtener más ingresos.

“Si bien las tasas de desempleo se han venido manteniendo estables en Jalisco, en un 4 por ciento durante los últimos meses, lo que sí ha aumentado es el subempleo, y más aún, tienen que buscar una segunda ocupación que les dé ese recurso que les falta para sacar adelante todos sus gastos cotidianos”, explica Gerardo Ríos Almodóvar, investigador del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

Salarios insuficientes
Óscar es otro obrero que también sufre las de Caín para llevar el pan a sus tres hijos. Tiene 38 años y trabaja como auxiliar de calidad en una manufacturera de artículos electrónicos, donde gana 6 mil 500 pesos mensuales. Los fines de semana toca el trombón en una banda sinaloense.

“Me gusta la música, pero también la verdad es que no me ajusta para los gastos. No me gusta ver sufrir a mis niños”.

El subempleo o las “chambas compartidas”, se vuelven comunes porque los jaliscienses ganan poco. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, la población ocupada en Jalisco es de 3 millones 283 mil, pero más de la mitad gana entre uno y tres salarios mínimos.

Sin embargo, para subsistir las familias requieren de por lo menos ocho salarios mínimos.

De acuerdo con el proyecto permanente de investigación “Canasta básica e índice de precios al menudeo en la ZMG”, que realiza el Departamento de Métodos Cuantitativos, del CUCEA, para poder adquirir una canasta básica que incluye 121 artículos de primera necesidad, se requieren tres y medio salarios mínimos mensuales.

Ante este panorama, la tasa de subocupación en Jalisco es de 10.7.

“Si bien la población desocupada se ha ido reduciendo, la realidad es que los salarios no son suficientes y por eso la gente tiene que recurrir a otro empleo”, indica Ríos Almodóvar.

Pepe quisiera un solo empleo en el que ganara lo suficiente, pero es realista. Aunque le gusta tener su changarro, porque ahí no lo mandan jefes que le griten, y participa toda la familia para atenderlo, está consciente que necesita de las prestaciones médicas y del sistema de fondo de ahorro para retirarse.

El de Pepe no es el único caso. En el país de la eterna crisis, el ingenio del mexicano es la mejor bendición.

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