Ceremonia caliente

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Es un ritual, pero no se trata de religión alguna. Es un tributo a toda especie existente: al viento, al sol, a las plantas, a los animales, a los seres humanos y, muy especialmente, a la madre tierra, pues de ella emerge todo.
Fue precisamente durante la llamada Semana de la Tierra, celebrada por los estudiantes del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), de la Universidad de Guadalajara, cuando aprovecharon para incluir en las actividades, un baño temascal.
Además de ser un rito consagrado por las civilizaciones mesoamericanas, el temascal es una especie de terapia que, según quienes presiden este tipo de ceremonias y que se hacen llamar chamanes, todo lo sana. “La mayoría de las enfermedades vienen por desequilibrios, porque todo empieza en la mente. El temascal relaja y equilibra la mente”, comentó el chamán Sergio Torres López.
Desde tal perspectiva espiritual, al ser una ceremonia sagrada, no puede existir algún mal en la persona después de someterse a la misma. Desde una visión científica, también es posible que sea una especie de terapia medicinal, pues el temascal consiste en ingresar a un pequeño recinto con temperaturas que superan los 60 grados centígrados, por lo que elimina la sal de la sangre, las toxinas, las grasas, combate el estrés, relaja los músculos y contrarresta el sedentarismo.
Temascal, significa, según el chamán Sergio Torres, “lugar de purificación”. El recinto al que se ingresa es una estructura semiesférica levantada sobre la tierra, elaborada de carrizo y cubierta con mezclilla. Se adecua un agujero en el centro, dentro de dicha estructura, para colocar piedras calientes.
Entran las personas al temascal. Se colocan uno a uno en varios círculos. Arriban las piedras calientes, aún rojas después de permanecer horas en el fuego, después se vierte el agua sobre ellas.
El calor aumenta, los poros se dilatan, la piel de las manos se arruga, como si hubieran pasado horas bajo el agua; el sudor escurre por la cara, la ropa se pega al cuerpo. Hay una sensación de que la respiración se dificulta, pero los pulmones siguen inhalando oxígeno aún con tanto vapor. “No pasa nada”, comentan algunos ahí presentes, tranquilizando a quienes sienten no poder soportarlo.
Al salir del rito es como si se volviera a nacer. El cuerpo mojado de sudor. La temperatura vuelve poco a poco al cuerpo que ha sanado, al igual que el espíritu.

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