Carlos Javier Flores Aguirre

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Desde muy joven tuvo interés por la experimentación en áreas como la Química o la Física, y por diversas razones se inclinó a la salud. Estos fueron los inicios en la ciencia de Carlos Javier Flores Aguirre, académico del Centro de Estudios e Investigaciones del Comportamiento (CEIC) de la Universidad de Guadalajara.

 Por su labor durante 25 años en la formación de recursos humanos e impulso a la investigación temprana, Flores Aguirre fue reconocido por la Sociedad Mexicana de Análisis de la Conducta (SMAC).

La distinción es en Trayectoria, en la categoría análisis experimental del comportamiento, que por primera vez fue entregada en el vigésimo octavo congreso de la SMAC, celebrado del 22 al 26 de octubre, en Veracruz.

El estudioso es originario de la Ciudad de México. Es licenciado, maestro y doctor en psicología por la UNAM. Cuenta con diez años en la UdeG y en fechas recientes el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología le otorgó el nivel II en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

¿Cómo inició tu interés por estos temas?
Uno de los detonantes que me motivaron a estudiar estos temas fue que durante mis estudios en psicología los profesores se cuestionaban por qué los organismos actúan cómo lo hacen y quería encontrar respuestas basadas en la evidencia. En ese entonces, no tenía idea de que había algo conocido como psicología experimental, y a la vez mi gusto por la investigación se conectó muy bien, y encuentro un área tan fascinante como la que ahora se conoce como análisis experimental del comportamiento, de la cual soy un apasionado. Ahora, una de las tareas que más me gusta es inculcar entre los estudiantes la pasión por la investigación en este campo.

¿Cuál es el trabajo diario de un psicólogo en un laboratorio?
La vida es muy similar a la de cualquiera. Es un poco como los médicos que hacen la revisión de los pacientes. En nuestro caso, vamos viendo día a día los cambios en el comportamiento. Tenemos varios organismos, podemos hacer investigación con ratas, con palomas, y vamos observando qué cambios se están dando en función de las manipulaciones que estamos haciendo.

¿Cuáles son tus líneas de investigación y resultados?
Una es sobre recaídas o reaparición de conductas no deseadas en situaciones como adicción y trastornos de conducta alimentaria, a fin de conocer los factores para identificarlos y prevenir. Otra es sobre anorexia basada en actividad. Estos proyectos son efectuados con otros académicos y estudiantes en el Laboratorio de Procesos Conductuales y Modelos Animales (LAPCYMA) del CEIC. Sobre el último estudio, se realiza en roedores que son privados de alimento durante 23 horas al día, en tanto que tienen disponible una rueda de actividad. Los resultados son consistentes a lo reportado por la literatura, pues corroboran una estrecha relación entre el aumento de la actividad y la disminución de consumo de alimento y del peso corporal. La disminución en el peso es gradual. Entre siete y nueve días las ratas pueden llegar a perder hasta 25 por ciento de peso, y dependiendo de si es hembra o macho, o la edad del organismo, hay variaciones en el consumo de alimento diario. De acuerdo con los resultados, un roedor come entre 25 y 30 gramos, pero pueden consumir solamente tres, seis o nueve gramos. Tal cantidad no es suficiente para mantenerlo en condiciones adecuadas. Este modelo de experimentación en roedores surge a raíz de que las personas que presentaban anorexia nerviosa solían tener mucha actividad, como ejercicio. Tales resultados ayudarían a identificar si el exceso es un posible factor de riesgo para el desarrollo de un desorden alimenticio.

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