Calzar la memoria

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Cuando en 1972 el presidente mexicano Luis Echeverría Álvarez, junto al chileno Salvador Allende, acompañaron a don Salvador López Chávez en la inauguración del parque industrial de la hoy extinta fábrica de calzado Canadá, los creadores escénicos Claudia Anguiano, Meztli Robles, Jesús Estrada y Mario Iván Cervantes aún no habían nacido. Luego de egresar de la licenciatura en Artes Escénicas de la Universidad de Guadalajara en distintas generaciones, estos jóvenes se encuentran ahora para armar el rompecabezas de su identidad familiar y social —que también es la de nuestra ciudad y la de México—, en la obra de teatro documental La fábrica, estrenada el pasado fin de semana en el Laboratorio de Artes Variedades, LARVA, con el apoyo de PROYECTA y de la productora escénica Infrarrojo. En aquel histórico corte de listón la fábrica Canadá ya contaba poco más de treinta años de historia. Miles de familias participaban en el desarrollo de la fábrica y de sus numerosas zapaterías, miles de tapatíos y mexicanos habían hecho crecer a una de las más emblemáticas empresas en toda Latinoamérica.

El montaje es resultado del interés de Anguiano por recuperar la historia de don Gabriel, su padre, quien trabajó hasta la enfermedad y la vejez en el famoso jardín industrial de la Calzada González Gallo, hoy convertido en un centro comercial y apartamentos que irónicamente se apilan como desordenadas torres de cajas de zapatos. Apoyados en la estética industrial del Foro LARVA, y bajo la dirección de Anguiano, los tres actores construyen una dramaturgia colectiva y coreográfica a partir de tres ejes: la biografía de Cervantes, que también es la de Anguiano, pues ambos son hijos de quienes fueron comprometidos trabajadores de la empresa; en segundo término se integran las formas de trabajo, las distintas líneas de producción que presenta Robles, mientras que Estrada intenta colocar dentro del mapa económico y generacional el fenómeno que trajo el desgaste e incapacidad de rentabilidad de la empresa; Mario Iván se desplaza sobre la línea de la memoria que él lleva en sus pies, mientras con cada imagen nos hace recordar momentos que de muchas maneras también nos pertenecen. Lo que él nos cuenta se une a videos testimoniales a cargo de Jeanette Letrado y Pablo Mesa, en los que un grupo de ancianos afirma que los mejores años de su vida los pasaron trabajando en la fábrica Canadá. Es sin duda este eje el más sólido, no por lo conmovedor que puedan resultar las narraciones de hombres y mujeres mayores, sino porque estos relatos crean un discurso social capaz de revelar la importancia que tiene el trabajo en la formación de la identidad individual y comunitaria, lo que considero el mayor valor del montaje.

Si bien en la cartelera nacional actual abundan obras con temas políticamente correctos, son pocos los ejemplos que, como La fábrica, consiguen tejer con inteligencia y armonía el interés sobre un tema social con una propuesta estética consistente. En ese sentido, Anguiano buscó la asesoría del creador Noé Morales, quien se ha especializado en procesos escénicos no convencionales que se mueven entre la autobiografía y la investigación sociológica, así como de La Comuna, grupo de investigación y trabajo escénico que también privilegia lo social.

La obra tendrá otras tres funciones el próximo fin de semana y esperamos tenga la posibilidad de presentarse en tantas ciudades, como en las que la fábrica Canadá impactó el paisaje urbano y la dinámica económica de sus miles de empleados. En La fábrica se escucha el sonido del trabajo, recordamos las historias de aquellos viejos zapatos escolares y nos preguntamos ¿dónde está la dignidad de los trabajadores de hoy?

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