Así nombran a los escarabajos en México

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Frailecillos, roncadores, vaqueros, gusanos de árbol o de palo, mayates, conchudos y roda cacas, son algunos de los nombres que reciben los escarabajos en diversas comunidades indígenas de México. Por ejemplo, los tarascos de Michoacán llaman ardores o arlomos a los del género Photuris; y en Jalisco se denominan ardores a las larvas de éstos, ya que secretan sustancias que generan necrosis en la piel al entrar en contacto.

Lo anterior se explica en el libro Temolines. Los coleópteros entre los antiguos mexicanos, elaborado por especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad de Guadalajara. La obra detalla, de forma breve, la distribución de 79 géneros de escarabajos pertenecientes a 21 familias y los nombres que les atribuían los antiguos mexicanos, como otomíes, nahuas, lacandones, mayas, popolucas y zapotecas.

En su trabajo de campo, compiladores históricos y científicos han recogido los saberes de comunidades, como los nombres, que no tienen valor científico pero reflejan la riqueza cultural en México y se asocian a otras actividades y conocimientos empíricos, explica uno de los autores, José Luis Navarrete-Heredia, profesor investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

Por ejemplo, algunos nombres hablan de las peculiaridades del insecto, como el escarabajo del cocotero, por su asociación a los cocos; o las gallinas ciegas, porque no ven; y “refieren a características que particularizan condiciones ambientales a las que se ajustan los escarabajos”, detalla el documento.

Los coleópteros son el grupo de animales más diversos del planeta, ya que existen más de 390 mil especies, cifra que de por sí es “impresionante”, pero que lo es más si se compara con los mamíferos, de los que en promedio se conocen seis mil, apuntó Navarrete-Heredia, adscrito al Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA).

Los escarabajos tienen, entre otras funciones, ser recicladores de materia orgánica, como el excremento de las vacas, y polinizadores; algunos pueden ser plaga para cultivos y otros causar problemas en la piel humana, al estar en contacto con secreciones.

La publicación
En este trabajo editado por la UNAM, participan como autores Santiago Zaragoza Caballero (del Instituto de Biología de la UNAM), quien lleva 40 años estudiando los coleópteros. Sus viajes y contactos con etnias han ampliado sus conocimientos reflejados en la obra; Enrique Ramírez (de la Estación Biológica de Chamela), quien se ha dedicado a fotografiar insectos, y Navarrete-Heredia, con más de 30 años investigando los escarabajos y alumno del doctor Zaragoza Caballero.

Apoyados por más de 80 imágenes a color, los interesados se aproximarán al conocimiento de los temolines, y verán el desarrollo de patas o las formas de los picos. Al respecto Navarrate-Heredia dice: “Con esas imágenes uno se da cuenta de la variación morfológica que tienen estos insectos”.

La obra incluye el significado de los nombres técnicos para fines científicos, familias, géneros y especies de coleópteros, además de refranes, cuentos y leyendas.

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