A la UE en primera clase

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De la mano de cuatro embajadores con plenas facultades en nuestro país, cónsules locales, internacionalistas, estudiosos de las relaciones exteriores y la diplomacia, viajaron en localidades de primera categoría por las últimas percepciones de la cultura europea y de la disyuntiva que hoy les plantea la experiencia de la incorporación a la Unión Europea. Todo esto bajo el marco del Foro Universitario de Embajadores celebrado el pasado 8 de mayo en el Paraninfo Enrique Díaz de León.
Bajo el llamado de la tradicional Asociación Consular de Occidente y del Instituto de investigaciones en Innovación y Gobernanza del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara (CUCSH; los representantes disertaron sobre sus experiencias en la embarcación donde navegan 27 países desde el primero de noviembre de 1993, cuando se formó la Unión Europea (UE).
La Universidad de Guadalajara, por primera vez, fue anfitriona de la señora Comelia Minderhoud embajadora de los Países Bajos, del señor Sergey Penchev Michev, embajador de Bulgaria en México, así como de la señora Manuela Vulpe embajadora de Rumania en México y del señor Gí¿orgy Tibor Hercezeg, embajador de Hungría en nuestro país.
Todos ellos coincidieron en indicar que la fortaleza que hasta el momento ha acumulado la Unión Europea, si se toma en cuenta su breve episodio de vida, es que se han podido reconocer las virtudes de la cooperación y “una necesidad fascinante de ampliación tanto en número de países como de temas que comenzaron, se recuerda, con el político y el económico, pero que ahora no hay ningún tema que esté fuera de su agenda”, comentó la representante de los Países Bajos.
Convocados por el presidente de la Asociación Consular de Occidente y cónsul de Rumania en Guadalajara, Francisco Borrego Estrada, los representantes se manifestaron muy agradecidos con la Universidad de Guadalajara y con el director del Instituto de investigaciones en Innovación y Gobernanza José Trinidad Padilla López, quien aseguró que una gobernanza mundial no puede soslayar los grandes temas hoy, como el de la pobreza, la desigualdad o el desequilibrio ambiental.
Por su parte, la representante de Rumania, señora Manuela Vulpe, indicó que su país fue uno de los que más sufrieron al comienzo de la incapacidad de incorporarse a la Unión Europea, toda vez que antes tenían que resolver el dramático cambio de un gobierno socialista a un perspectiva nueva.
“Para nosotros la UE era como un espejismo donde se avizoraban la paz y la democracia, pero no contábamos con los que los requisitos que se pedían para integrarnos y que nos exigían un cambio de mentalidad de la población y, aún más, la recomposición de nuestra economía que era en realidad aislada y autosuficiente; a ningún banco le atrae en realidad un esquema d e Estado funcional”, comentó.
Los números de Rumania lo dicen todo, crece un ritmo anual del seis por ciento, tiene una inflación del cuatro por ciento, un desempleo del cuatro por ciento y no tiene una deuda externa, no debe al exterior y esas condiciones no eran atractivas a los mercados; “los beneficios a un año de haber ingresado todavía no se ven”, recalcó.
El representante de Bulgaria, señor Sergey Penchev Michev, se sinceró y dijo que para sus paisanos la principal dificultad de integrarse a la UE fue que situados geográficamente en Europa no estaban en esa organización, agregó que a pesar de que su país es uno de los más antiguos de ese continente, fundado en el siglo VI todo los hacia sentirse fuera de Europa pese a que es una de las democracias más antiguas del mundo.
Recordó que Bulgaria fue uno de los dos puntos por donde el islamismo entró y dominó a ese territorio durante siglos como en España, el otro polo invadido. “Estamos en un proceso de transición muy duro la UE no es la panacea, hay reglas que cumplir y no estamos plenamente preparados, existe un fenómeno de escepticismo”, reveló.
Una moneda común y 80 mil páginas de leyes relativas a las reglas y normatividades de la Unión Europea no lo son todo, aseguró el señor Gyí¶rgy Tibor Herczeg, embajador extraordinario y plenipotenciario de Hungría, “un país pequeño, aislado y sin salida al mar y sin petróleo”.
“Lo primero que hicimos fue integrarnos a la OTAN para defendernos de una evidente vulnerabilidad y luego a la Unión Europea; queríamos ser del grupo y la única vía era ingresar a la UE”.
Se experimentaron todo género de presiones, confesó, “muchos pensaron que en este paso dejábamos la soberanía, y si perdimos un pedacito de soberanía, pero recibimos también los pedacitos de otros países. Otro problema —continuó—, fue el de la idiosincrasia pero hasta ahora se entiende que las diferencias en ese terreno terminan fortaleciendo a la propia, a la de cada uno”.
Herzceg, quien antes de ser un integrante del servicio exterior de su país estudió periodismo y lo ejerció en muchas partes del mundo, así como una especialización en seguridad, dijo que lo que ahora necesita la UE es, después de que ya posee una moneda y un mercado sólidos, un ejército común “y un edificio político”, entendido éste como tener un presidente, un canciller y sus propios partidos políticos que extrafronteras contenderían en un esquema democrático.
Luego de puntualizar que la democracia se construye hoy en día con varios requisitos, entre ellos el de una prensa libre y la práctica de la libertad de expresión, dijo que si la UE “no da ese paso adelante la UE desaparecerá”.

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