Yo presidenta

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Más allá de lo que la demografía dice y el imaginario popular dicta sobre la participación de las mujeres en la política, los registros anotan una verdad contundente: del padrón total de los jóvenes mexicanos sólo vota el 25 por ciento y, de éste, las mujeres son las que votan más, esto es, una proporción de tres a uno. Por lo que, si se lo propusieran, las mujeres tendrían la posibilidad de definir la presidencia de la república y los otros muchos cargos de representación popular en el 2012.
Pero lo mas importante para la investigadora Raquel Partida Rocha, del Departamento de Estudios Socio Urbanos, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), no es simplemente que las mujeres sean más o sean influyentes electoralmente, sino que realmente puedan sacudir las estructuras existentes. De tal forma, que puedan tomar las decisiones para conducir el país.
“El problema no es que haya una mujer en el poder o que eventualmente llegue a ese territorio, sino que las estructuras sean mas incluyentes, transformarlas, donde la participación de las mujeres puede ser realmente decisiva. Eso conlleva a darnos cuenta que los tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) están copados por la desigualdad y asimetría, así lo demuestran las últimas encuestas del Instituto Nacional de las Mujeres, donde seguimos adelante con el 51 por ciento y el 49 por ciento de los hombres, pero seguimos siendo una mayoría gobernada por una minoría”, señaló.
Esta idea es seguida también por la investigadora Laura Becerra Pozos, de la Universidad de Morelos y de la Organización de Estados Americanos quien apunta: “Desde nuestro punto de vista, el eje de la reflexión sobre la participación de las mujeres en la política, en la toma de decisiones, es la democracia como un asunto de distribución del poder político y del poder económico. Desafortunadamente en la mayor parte de los países de la región latinoamericana padecemos aun grandes déficits de democracia, y como lo ha reconocido la ciencia social y la opinión pública, las mujeres están en mayor desventaja que los hombres, en esa distribución del poder”, indicó.
A semejanza de otros temas, la promoción sobre la participación de la mujer está proscrita a la fuerza y las posibilidades de las organizaciones civiles, señala Partida Ochoa.
“Visto desde la participación social, hoy tenemos un vacío tan fuerte del Estado que las organizaciones sociales son las que buscan funcionamientos e iniciativas para abatir la inseguridad, el desempleo y también la inequidad hacia las mujeres. La aspirante presidencial del Partido Acción Nacional (PAN) no es más que pan con lo mismo: un aparato político masculino, un mismo esquema para impulsar a una mujer, pero carente de un sacudimiento real que impida que sea una candidata bajo un modelo masculino para aspirar al poder”, dijo.
Sobre los acontecimientos más recientes, Partida Rocha explica que la presencia de Josefina Vázquez Mota marca un hito en Jalisco: “Pone en el punto de la discusión política a esta aspirante, después de que es a Felipe Calderón a quién se le destapa aquí como aspirante presidencial, en este caso, Josefina es indudable que puede ser factible. Sin embargo, en el Estado mexicano las estructuras no están preparadas para dar mayor participación a las mujeres; es decir, en ese y en otros casos las dejan llegar solas pero las decisiones están masculinizadas y no son aún incluyentes”, explica.
La académica apunta que las mujeres de sociedades más evolucionadas donde el poder femenino y no masculinizado es un hecho, están fincando diferentes tendencias para futuras generaciones, distintas maneras de construir otras perspectivas culturales sobre los derechos mínimos para transformar desde esa base las condiciones de mejoramiento de la calidad de vida. “Estamos convencidas que esa meta no puede obtenerse sin una reforma profunda del estado en sus tres niveles”.

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