¿Y si la depresión no es mala?

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De acuerdo al Programa nacional de salud, en México casi el nueve por ciento de la población ha sufrido de depresión alguna vez en su vida. Comparado con otras afecciones, su prevalencia es más alta. Se podría pensar que nuestro actual sistema de vida nos lleva a deprimirnos, pero esta explicación no es satisfactoria, ya que la depresión ha sido observada en multitud de sociedades, desde los ache de Paraguay a los kung del sureste de ífrica (Howell, 1979).
Esto nos lleva a preguntarnos por qué tanta gente se deprime. La respuesta proviene de la teoría de la evolución, que propone que la depresión es una adaptación, un estado mental que nos permite ser más analíticos y por ello enfocarnos a resolver problemas complejos. De hecho, permitiría resolver los problemas que originalmente dieron origen a la depresión. (Andrews y Thomson, 2009).

¿Y si no fuera un desorden?
Las ciencias de la salud siempre se han enfrentado a un buen problema al tratar de definir qué son la salud y la enfermedad. Dentro de la salud mental, un desorden requiere, para ser diagnosticado, que genere un deterioro significativo, lo cual parece suceder cuando alguien padece de depresión: problemas para realizar las actividades de la vida diaria, los pacientes no se pueden concentrar en su trabajo, se aíslan socialmente, están letárgicos y pierden la capacidad para disfrutar de muchas actividades, incluyendo comer y tener sexo.
Con todos estos síntomas, ¿cómo se puede afirmar que la depresión tiene un lado positivo? El primero que llama la atención es que la depresión se caracteriza por la rumiación, es decir, por pensar intensa y continuamente sobre su problema. Diversos estudios han mostrado que este estilo de pensar es altamente analítico. Incluso las personas deprimidas creen que la rumiación les permite resolver sus problemas (Watkins y Moulds, 2005).
Los otros síntomas son coherentes con esta visión de que la depresión es un mecanismo evolutivo que nos permite enfrentar problemas complejos. Por ejemplo, el deseo de aislamiento social ayuda a evitar situaciones que requieren pensar sobre las mismas. Similarmente, la inhabilidad de derivar placer por comer o tener sexo son actividades que interfieren con el procesamiento de la información para resolver problemas.
El hecho de que los deprimidos saquen bajas calificaciones en diversas pruebas de inteligencia, sólo probaría que en vez de contestar la prueba, están pensando en el problema que les preocupa. Los depresivos simplemente tienen problemas para pensar en algo que no sean los problemas que dispararon su depresión.
‘¿Qué se necesita para analizar los problemas?
Quienes sustentan esta hipótesis de que la depresión es un mecanismo evolutivo para enfrentarnos a los problemas complejos (los citados Andrews y Thomson), le llaman a su idea de trabajo la hipótesis de la rumiación analítica. En ella sostienen que el análisis es muy vulnerable a la interrupción y por ello el organismo debe asegurarse de no ser interrumpido.
La interrupción del proceso analítico se refleja en diversas partes del sistema cognitivo. Por ejemplo, en la memoria de trabajo, la cual se encarga de mantener activa la información necesaria para resolver los problemas. También hay una región cerebral que parece jugar un rol importante en el control atencional: la corteza prefrontal ventro lateral izquierda. A esta región le han encontrado diversas funciones, entre éstas promover el control de la atención cuando hay muchos estímulos distractores y cuando se debe esperar mucho tiempo para dar una respuesta (Dolcos y colaboradores, 2007). Por último, el neurotransmisor serotonina parece tener influencia sobre el control de la atención.
Estas áreas y mecanismos cerebrales son las que participan para minimizar la distracción cuando las personas están deprimidas. Al parecer la depresión lo que hace es aumentar el control sobre la atención, activando la corteza prefrontal ventro lateral izquierda (Drevets 1999) y modificando los niveles de la serotonina.
Sobre este último punto, Andrews y Thomson están en completo desacuerdo con casi todo lo establecido dentro de la neurología y las neurociencias. Generalmente se dice que los deprimidos tienen menos serotonina (por eso les recetan inhibidores de la recaptura de la serotonina, para que haya más disponible), pero ellos aseguran que en realidad hay más.

La rumiación analítica en la terapia
La terapia psicológica siempre ha considerado que la rumiación es mala, ya que es un pensamiento intrusivo que no deja a las personas concentrarse en otra cosa que no sea el problema que las angustia. De hecho, terapias como la racional emotiva sostiene que son esos pensamientos los que generan la depresión y que por lo tanto deben ser eliminados.
La hipótesis de la rumiación analítica más bien promueve ese pensamiento. Adele Hayes y sus colaboradores (2007) han desarrollado una terapia que más que tratar de prevenir la rumiación, hacen que los pacientes escriban sus pensamientos y sentimientos en un diario, pero los impulsan a explorar y cuestionar los problemas relacionados con el episodio que dio origen a la depresión.

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