Y los chavos también

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Cuando los jóvenes asumen una posición crítica frente a los valores familiares incluidos en las nuevas propuestas del cine mexicano, muchos se resisten a ver esas realidades como modelos de una sociedad.
Las familias disfuncionales, familias cuya jefatura es femenina, la desintegración familiar por adulterio o abandono del padre son reflejos de la realidad, rechazados o atribuidos a otro segmento social. Entre los jóvenes tapatíos hay visiones con una fuerte carga de ideología patriarcal muy difundida por el cine nacional.
Estas son algunas de las conclusiones que se desprenden del libro Cine, género y jóvenes. El cine contemporáneo y su audiencia tapatía (2011), de Patricia Torres San Martín, que edita la Universidad de Guadalajara.
La investigadora del Departamento de Historia, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, realizó 20 entrevistas a profundidad y formó tres grupos de discusión, en los que participaron 22 sujetos de 18 a 42 años. Uno de los objetivos fue analizar los puntos de vista de los jóvenes tapatíos de diferentes estratos sociales en torno a Y tu mamá también (2001) y Amores perros (2000).
Y tu mamá también y Amores perros son dos películas iconos del cine mexicano contemporáneo. Ambas evidencian una crisis del patriarcado. En los tres episodios de Amores perros no existe la figura del padre, está ausente y es remplazada por una mujer. En Y tu mamá también la figura materna también lo está. Los modelos familiares de los sectores altos que muestra el filme “son una descripción fiel de los matrimonios de las historias de las telenovelas de Televisa, en las cuales se fragmenta la estructura familiar. Hay padres ausentes y matrimonios disfuncionales”.
Un estudiante de 22 años, de clase media, señaló que en la primera película se presentan los antivalores de la familia mexicana. Sin embargo, negó que eso fuera realidad en su estrato social, al decir que “es la realidad de un cierto sector socioeconómico. Se percibía el olor del cochambre de la estufa, se respiraba un ambiente de clase baja, tirando a ser media”.
Otra estudiante, de 20 años, de estrato medio bajo, indicó que Y en tu mamá también está retratada la juventud. “Ahora la sexualidad entre los jóvenes es más libre, pero todavía con los papás uno tiene que ser discreto”.
En el grupo integrado por una mayoría de hombres del sector medio, medio alto, en un rango de de edad de 18 a 27 años, hubo confrontaciones severas entre los integrantes al discutir Y tu mamá también. Algunos comentarios están marcados por la resistencia: “¡Son tan degenerados! Mis valores no son como eso. Son las bajas pasiones”; “es un desmadre, pero al mismo tiempo es una alegoría a nuestras fantasías. Es algo exagerado, saturado, son un mal ejemplo para la juventud”.

Figuras masculinas
A pesar de la crisis del patriarcado que en las dos películas pueden percibirse, “las imágenes fílmicas y el lugar que ocupan los personajes masculinos siguen marcados por el dominio y el poder, y los personajes femeninos por la fragilidad y vulnerabilidad”, explica Patricia Torres San Martín.
En las primeras escenas del viaje en Y tu mamá también, Tenoch (Diego Luna) y Julio (Gael García Bernal) platican sobre las aventuras sexuales con sus novias o con otras jóvenes y comentan que sus novias están en Italia. Luisa (Maribel Verdú) señala que los italianos tienen fama de guapos y de ser buenos amantes. Hay intercambio de miradas entre los dos galanes, lo que revela nerviosismo y cambian de tema. “Lo que brinca en esta escena es otra señal de los atributos que caracterizan la masculinidad mexicana, la posesividad, el dominio y poder que los hombres deben tener sobre la mujer”.
En Amores perros, Susana (Vanessa Bauche) y la madre de Octavio y Ramiro (Adriana Barraza) tienen menos peso que los personajes masculinos. “Representan a sujetos pasivos y atrapados en vidas predestinadas al dolor y al fracaso. Ellas dos son las tipificaciones clásicas que el cine mexicano ha utilizado en el transcurso de casi siete décadas y que tiene su origen en un orden moral establecido por la religión judeocristiana, donde a la mujer le toca ser la salvadora de la colectividad o bien, se le ha catalogado como la mala y perversa”.
La moraleja de Amores perros no está peleada con los principios católicos que han retomado tanto los discursos del cine nacional como los de las telenovelas: “el sufrimiento trae salvación a aquellos que se arrepienten de sus actos”.

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