Wikileaks llamarada de petate

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La aparición en la escena mundial de Wikileaks y su filtración de cables informativos, no modificó la forma de hacer periodismo, coincidieron en señalar especialistas durante el coloquio “El periodismo después de Wikileaks”, organizado por el periódico El País al cumplirse un año de la mayor filtración de documentos oficiales de la historia.
A pesar de que hubo grandes expectativas en torno a lo que sucedería en diferentes ámbitos, como la política, las relaciones internacionales y el periodismo, entre otros, lo único que hizo evidente Wikileaks “fue la relación entre la prensa y el poder, ya que los poderes quisieron impedir que –los cables– se hicieran públicos”, dijo en su intervención el director del periódico El País de España, Javier Moreno.
Reconoció que hubo temor a que una orden judicial revisara a su periódico los documentos que les fueron entregados por Julian Assange, así como del proceso jurídico que enfrenta el noruego.
“El juicio a Assange vuelve a poner sobre la mesa el derecho de la prensa a publicar temas de Estado. Assange corre el riesgo de ser juzgado por cosas que hacemos a diario los periodistas, que es convencer a una fuente para que nos dé información. Creemos que la existencia de una prensa libre es esencial en una sociedad, pero ahora resulta que se cuestiona todo eso. Ha habido mucha presión sobre si los medios eran irresponsables”.
En ese mismo contexto, el director de El País consideró “preocupante” que los políticos nieguen a los ciudadanos información básica a la que deberían tener derecho. “Las tecnologías emergentes deben ayudarnos a acabar o poner coto a esta ocultación”.
Moreno detalló que los cinco medios a los que les dieron los documentos en exclusiva y los otros 40 regionales a los que les pasaron después la información, ya extrajeron lo más valioso. Sin embargo, aún siguen revisando los cables y si existiera alguna información digna de dar a conocer, se publicaría, aunque es difícil que surja algo novedoso.
El director de El País recordó que el diario condenó la publicación por parte de Assange de cables sin editar, porque ponían en peligro la integridad de algunas fuentes, por lo que “nosotros acordamos con él eliminar cualquier referencia a las fuentes y así lo hicimos”.
También el director de la revista Semana, de Colombia, Alejandro Santos Rubino, concordó en que no se produjo “una revolución en el periodismo”, y lo que salió a la luz fue “cómo el poder no admite esta nueva configuración digital”.
Mientras tanto, el director del programa Frontline, Philip Bennet, comentó que lo “más curioso” es que después de que salieran a la luz 77 millones de secretos de Estados Unidos, el Estado respondiera a esta nueva amenaza con más secretos. “La lección es que los secretos no matan, aunque Hillary Clinton dijera que el cielo se caía. Solo cayeron los gobiernos de Túnez y Egipto y el embajador de Estados Unidos en México”.
Suzana Singer destacó que Wikileaks necesitó recurrir a los medios tradicionales para “contextualizar e interpretar todo ese material para el público”. Ella también estuvo de acuerdo en que el cablegate no modificó nada la escena mundial.

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