Virgilio Caballero

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Para el antropólogo y periodista Virgilio Caballero, personaje vanguardista en debates trasmitidos por televisión, y desde 1988 y hasta 2001 director del Canal del Congreso, la fecha de la celebración del Bicentenario de la independencia de nuestro país, no es exactamente clara, pues si se toman en cuenta sus datos, ya se realizaban hechos en favor de la misma desde 1808, en el ayuntamiento de la Ciudad de México, donde “hubo una reunión” a la que asistieron “representantes de la Nueva España —todavía no era México—, para llevar a cabo la Constitución de Cádiz, en España”; además, el comunicador recuerda que la abierta rebelión de Francisco Primo de Verdad y Ramos tuvo efecto “en 1809”.
Para Caballero la discusión sobre este tópico de la fecha y año exactos, “no es lo fundamental a discutir”, sino “el efecto que realmente tuvo el movimiento independentista sobre la historia del país…”.
“Si tuviéramos que restringir a algunas cuantas ideas las conclusiones —dice—tendríamos que preguntarnos si esos efectos del movimiento son vigentes o tienen en la actualidad una realidad que nos permita saber si somos un país realmente independiente”.
Según los datos arrojados en la conversación, al parecer la respuesta es no, pues hoy el 82 por ciento de la relación del comercio exterior de México se realiza con un solo país, “a pesar de que México sea la nación que tiene más tratados bilaterales de comercio en todo el mundo”. Se han establecido a lo largo de nuestra historia contemporánea 46 tratados, y “si se cumple lo que en estos días se dijo, sobre el acuerdo bilateral comercial con Brasil, andaríamos ya en 47”.
“Este solo dato nos habla que a lo largo de nuestra historia desde el siglo XIX —pero también durante el XX—, contrario a lo que los mitos históricos de México nos indican, se ha vivido bajo una perpetua simulación, pues nuestro país es más dependiente que nunca.
“México desde hace 200 años —abunda—, vive en una especie de autismo, un encierro en sí mismo que nos aísla en términos reales del mundo. A esto ha favorecido, en mucho, la simulación de las élites políticas nacionales desde el principio de la conformación del Estado nacional y de la nación misma; pero —destaca o enfatiza—, ha sido decisiva la contribución de las élites en la época moderna, concretamente en las comunicaciones…”
—¿A qué se refiere cuando habla de “simulación”?
—Específicamente a hacer que somos democráticos y no lo somos; a hacer que construimos un Estado nacional, que implica un Estado de derecho y nunca lo hemos tenido, y casi puedo afirmar, con todos los riesgos que implica, que sólo hemos podido asegurar una institución democrática a lo largo de toda nuestra historia, que fue —era— el Instituto Federal Electoral.
—Usted dice “era”: ¿ya no es?
—Ya se acabó. Nos despachamos en 10 años al único y verdadero órgano ciudadano y democrático. Esto es para mí la democracia: la intervención de la sociedad en la solución, planteamiento, debate y acuerdos respecto a su propia vida.
“El Congreso mismo, durante 200 años, ha sido una simulación. El aparato judicial, la división de poderes sin consecuencia, todo ha sido una simulación”.

Una historia sin democracia
Todo el siglo XIX, México fue gobernado por 84 presidentes, 42 de ellos repitieron su estadía en la silla presidencial. “Si eso no es una simulación, entonces qué es”, porque “lo nuestro ha sido desde el punto de vista político y democrático, una verdadera simulación de nación”, porque incluso en el centenario de la Revolución Mexicana, otra fecha que debemos celebrar, México lo que tiene que hacer es echar una vista a su realidad para confirmar la desigualdad social. Y no solamente la desigualdad con respecto al ingreso, sino las desigualdades de todo tipo, porque México es un país profundamente discriminatorio y discriminado, pues todo tipo de discriminaciones ocurren en la cotidianidad desde siempre, ya que incluso los estamentos creados por la colonia están básicamente en pie, los que tenían que ver con el color de la piel y la pertenencia a las aristocracias, y se agregan las nuevas, las de género, sexualidad y sus experiencias, y las de pertenencias indígenas. Quinientos años después de la conquista, las comunidades indígenas siguen básicamente marginadas e incluso perseguidas y estigmatizadas…
—A lo largo de dos siglos nuestro país ha intentado conformarse como una república, desde la independencia, la reforma e incluso la revolución de 1910, y los 70 años del PRI en el poder, sin lograrlo…
—Nos pesan mucho los 300 años de coloniaje presentes todavía en la vida de nuestro país, con todo lo que implique, incluso, la conformación de una manera mexicana de ser. No lo solucionó ni el movimiento independentista del siglo XIX, y la revolución no enfrentó a la realidad.
—¿Festejamos o nos repensamos en este 2010?
—No tenemos nada que festejar. Yo me siento profundamente deprimido ante los datos del INEGI, que arrojan 70 millones de pobres, donde 18 millones y medio no tienen qué comer, y se habla de 12 millones de desempleados y tres millones y medio de subocupados… Ante estas cifras no tenemos nada qué celebrar. Mejor deberíamos reflexionar y mirar críticamente nuestra historia, pero sobre todo, pensar…

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