Violencia golpea a la juventud mexicana

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La juventud tiene en sí misma un papel fundamental para el cambio social que necesita el país. Desde un consenso entre académica, ética y política, José Manuel Valenzuela Arce, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Avanzados en Humanidades y Ciencias Sociales (CALAS, por sus siglas en inglés), propone voltear a ver a los jóvenes para hacer frente a sistemas opresores que intentan hacer una “limpia” social de este sector.

“Estamos viviendo una situación muy clara de limpieza social con el tema de los jóvenes. En México, donde la impunidad, la corrupción y un Estado adulterado han propiciado más de 140 mil asesinatos y 30 mil desaparecidos, impera la empresa global del narcotráfico, que acumula 320 millones de dólares anuales y vierte lodo y sangre, que afectan principalmente a la juventud”, señala Valenzuela Arce.

“Desde la Revolución, en México vemos una reducción de la esperanza de vida al nacer, porque están matando a los jóvenes. La principal causa de muerte en los jóvenes en América Latina es la violencia”, recalcó.

El aborto, la legalización de drogas, el control de lo estético —que trae consigo la bulimia o la anorexia por alcanzar el cuerpo establecido como “legítimo”—, son algunas de las consecuencias de lo que el investigador del CALAS califica como dispositivos que utiliza la bio-polítca, un concepto según el cual, de acuerdo con Michel Focault, la vida natural y la especie se convierten en ejes fundamentales del ejercicio del poder para controlar a la voluntad y la percepción de las personas, y que da como resultado una expresión social de disputas de poder.

Ante este panorama, el investigador cuestiona la situación de precarización de vidas juveniles que los lleva a la muerte, donde “la narcocultura”, un concepto distinto a la bio-política, más allá del folclore, “se ha conformado en un referente que incide en la construcción de sentido y significado de vida y de muerte de miles de jóvenes en América Latina. El narco permea el tejido social, tenemos un Estado infiltrado, hay una enorme complicidad y de impunidad”.

Dentro de la narcocultura, Valenzuela Arce clasifica a la juventud en dos grupos: “Los Tonas”, aquellos jóvenes que son todo o nada, los que piensan que “más vale una hora de rey que una vida de buey”, y “Los Ponchis”, recuperado del apodo de Édgar Jiménez Lugo, aquel niño de 11 años que disfrutaba grabando las torturas y ejecuciones que realizaba.

El investigador del Departamento de Estudios Culturales de El Colegio de la Frontera Norte, estima que en esta condición precaria como “Los Ponchis” existen más de 100 mil niños, y cerca de 30 mil inmersos en distintas facetas del narco-mundo.

“Para muchos de ellos el narco aparece como una posibilidad de obtener los carros que desean, las mujeres trofeo, los licores, el poder, todo lo que da contexto a las estrategias del consumismo y el desarrollo de una ética de ‘eres lo que tienes’”, opinó.

Resistencia a la necropolítica

Valenzuela Arce, quien ofreció el pasado martes la conferencia magistral “Trazos de sangre y lodo. Juvenicidio, narcocultura y bio-necropolítica”, en el Paraninfo Enrique Díaz de León, hizo referencia al concepto de “necropolítica”, teoría del autor camerunés Achille Mbembe y que consiste en la decisión sobre quién debe vivir y morir, o dicho de otra forma, “la soberanía del derecho de matar”.

Los jóvenes cuestionan desde sus construcciones socioculturales y sus ámbitos de resistencia, dijo, y citó a los movimientos de éxito recientes, como la Primavera árabe en Egipto (2010) o los “dreamers”, que mediante estrategias creativas se visibilizaron y ponen resistencia contra el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

“Ya es tiempo de que tomemos las lecciones necesarias y que repensemos sobre el tipo de proyecto social que queremos construir”, exhortó.

Para analizar más a fondo los conceptos, propuso nuevas plataformas para pensar y exponer las ideas desde América Latina, los problemas comunes, la historia futura y los próximos escenarios, reconsiderando procesos de complicidades y desencuentros.

“No veo que desde el gobierno haya voluntad para cambiar las cosas, entonces tendrá que ser la sociedad civil que genere sus estrategias para crear escenarios alternativos a lo que estamos viviendo. Los jóvenes, por supuesto, juegan un papel central e indispensable”.

Con la premisa ideológica del filósofo alemán Walter Benjamin, quien postula que los “adultos que tratan de mutilar los sueños juveniles anteponiéndole su experiencia, tendrían que reconocer que detrás de esa experiencia no se encuentra otra cosa sino el reconocimiento vergonzante de que traicionaron sus propios sueños”, el investigador Valenzuela Arce, concluyó su conferencia haciendo un llamado a visibilizar y apoyar a la población juvenil de México.

“Necesitamos visibilizar esto que está ocurriendo para que podamos tomar medidas para acutar y generar una voz de alarma, y decir que no deben estar matando a los jóvenes”.

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