Violencia culpa de todos

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No faltan leyes, sino ejercerlas correctamente. Quitar la palabra “reiteración” para actuar de forma más eficaz, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, sin olvidar una mejor coordinación entre las autoridades.
Los especialistas en derecho aseguran que no hay vacío legal, que “debemos cambiar o ajustar términos”. Desde febrero del año pasado existe la Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, y la obligación de los estados es contar con una. En Jalisco aún no se aprueba, lo que viola el artículo octavo transitorio de ésta, que estableció un periodo de seis meses para su desarrollo y aprobación, incluidas las adecuaciones a los códigos Civil y Penal.
La polémica surgió porque la ley establece que para poder actuar de forma eficaz, la violencia debe ser reiterada, lo cual limita sus facultades de acción, admite Pedro Haro Ocampo, coordinador para la atención de delitos cometidos en agravio de menores, sexuales y de violencia intrafamiliar, de la Procuraduría de Justicia del Estado de Jalisco.
“Es un problema. Lamentablemente nosotros como Ministerio Público estamos obligados a aplicar el derecho que en su momento crearon los legisladores o las reformas. No creo que exista un vacío legal, porque el delito está bien estipulado. Falta hacer un análisis total de qué es violencia intrafamiliar y hasta dónde es posible quitar la palabra ‘reiteración’ y no esperemos que una persona sea violentada otra vez, para efecto de ejercer acción penal contra el agresor”.
Además falta sensibilizar a los jueces que dictan las medidas cautelares y las sentencias, considera la diputada priista Gloria Rojas Maldonado, presidenta de la comisión de Equidad y género del Congreso del Estado, quien en su propuesta de ley estatal, propone actuar contra el agresor al primer reporte, establecer sanciones más severas, además de expedir órdenes de protección de emergencia (tal y como lo estipula la nueva ley federal).
Junto a los ajustes a las leyes, es necesaria la coordinación de quienes las ejercen, pues sus errores han costado vidas. Tal es el caso del niño Jorge Alberto Juárez Medina, menor con antecedentes de maltrato grave y aún así fue entregado a su madre, quien junto con su padrastro lo mató a agolpes, luego lo enterraron en su casa, en la colonia Las liebres, en Tlaquepaque, hace unos años, recordó Guillermo Ogarrio Saucedo, presidente de la Academia de Derecho Familiar, de la División de Estudios Jurídicos de la Universidad de Guadalajara.
“El Consejo Estatal para la Prevención y Atención de la Violencia Intrafamiliar (CEPAVI), parece que no estuvo trabajando, como es su obligación. Dijo un doctrinista famoso que las mejores leyes en manos de incompetentes de nada sirven. En cambio, leyes medianas o regulares en manos de funcionarios competentes, son extraordinarias. Nosotros tenemos una Ley de Atención y Prevención de la Violencia Intrafamiliar en el estado de Jalisco que prevé perfectamente qué camino se debe adoptar para evitar la violencia intrafamiliar”.
Consideró que uno de los principales errores que afectan directamente a la sociedad en este tema, es la falta de coordinación de las instituciones para actuar y dar seguimiento a los casos.
Ante estos señalamientos, el especialista universitario se pronuncia a favor de crear una ley estatal. La propuesta de la diputada Rojas Maldonado se encuentra en las comisiones de Puntos constitucionales, Justicia y Equidad y género. Esta última es la que más ha sesionado sobre el tema, porque ella la preside.

Violencia intrafamiliar, sin políticas
La diputada Gloria Rojas Maldonado, presidenta de la comisión de Equidad y género, asegura que no sólo son violadas las leyes al no contar con las adecuaciones estatales a Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, sino que se les deja indefensas. “Muchas a la primera golpiza pueden quedar muertas o lesionadas de por vida”.
Considera que por la grilla política, su iniciativa no prospera, la que a grandes rasgos propone: eliminar el término “reiteración” (modificar el contenido del artículo 176 Ter. del Código penal), sanciones más severas para los agresores y contar con un plan de recuperación para éstos, así como tener una subprocuraduría que revise y dé seguimientos a estos casos y que una mujer la presida.
No es la única propuesta. Hay otra de parte del ejecutivo. Sin embargo, para Rojas Maldonado “se pierden tiempo y vidas, mientras no actuamos para realizar esos cambios y ajustes”.
Ya hay avances, pues la Secretaría de Salud simplificó la documentación que deben registrar los doctores ante la sospecha o confirmación de un caso de violencia intrafamiliar y que se une a otros documentos a entregar para la investigación, no indispensables para hacer el reporte, y en caso de flagrancia, se puede detener al infractor y posteriormente sentenciar.
Se cuenta con un módulo de la PGJE en el Instituto Jalisciense de la Mujer (en la calle Miguel Blanco 883, zona Centro), para interponer denuncias por estos casos. Sin embargo, en ocasiones por la falta de conocimiento, difusión o confianza, la personas no acuden y se quedan con el enemigo en casa.
Según la PGJE, el año pasado hubo 2,358 denuncias de mujeres por violencia intrafamiliar y tan sólo 121 reportes de hombres ofendidos.

Dormir con el enemigo
Dos presuntos niños violados en una guardería de Sedesol, una familia asesinada en Tlajomulco, por un marido y padre que luego se mató; una joven acuchillada por su marido ebrio y un hombre que le rompe la nariz de su mujer por celos, son algunos casos de violencia intrafamiliar.
La violencia intrfamiliar se calla o grita. El perfil psicológico del agresor, al decir de Mario Esparza, psicólogo del Centro de Evaluación e Investigación Psicológica, de la Universidad de Guadalajara, delata a una persona necesitada de afecto, expuesta al estrés, con baja autoestima, y que en muchos casos está bajo el influjo de las drogas y el alcohol.
Los hombres arremeten a gritos, golpes y se “desquitan” con su mujer. Ella recala con los hijos, que sufren de carencia de estímulos afectivos, como un abrazo o besos, los dejarlos sin comer e incluso los somete a golpes y otros castigos peores.
El especialista asegura que vivir este tipo de situaciones y no denunciarlas, ni remediarlas, genera codependencia y otros daños graves.
Afirma que hay personas que pueden cambiar sus patrones de conducta, pero otras no, porque esto requiere, además de voluntad y convicción, del apoyo de sus seres cercanos. “Deben aprender a cuidar sus impulsos, a tener mayor tolerancia”.
Susana cuenta. “De novios me celaba, pero sentía bonito. Pedía que me cambiara de ropa y yo de mensa accedía. Nunca supe decir que no. De casados, el primer año bonito, padre, pero luego comenzó a cambiar: no me daba dinero, me regañaba por todo, no quería que tuviera amigas, casi no hablaba ni con mi mamá. Le comenzó a ir mal en el trabajo y llegaba borracho a la casa y a veces me golpeaba”, dice con lágrimas. “Busqué apoyo en su familia, porque en la mía me daba vergí¼enza, y su mamá nada más lo protegió. Después de cinco años y muchas tranquizas, me separé de él”, concluyó.

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