VIH: éxito en terapia fracaso en prevención

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Es posible que no haya habido en la historia un esfuerzo conjunto de inteligencia, investigación y dinero, como el realizado para detener el virus de la inmunodeficiencia humana, causante del sida. El número de Science lanzado este viernes 25 trae una sección especial dedicada al VIH/SIDA en preparación a la XVII International AIDS Conference, por realizarse del 3 al 8 de agosto próximo en la ciudad de México.
La presentación de la Sección Especial, a cargo de Leslie Roberts y Barbara Jasny, titulada con acierto “Money Matters” (El dinero importa), señala que en la década pasada los fondos dirigidos a la investigación del virus y su tratamiento aumentaron de manera explosiva en los países de ingresos bajos a medios. Y ciertamente es una explosión que hayan crecido veinte veces.
La investigación básica (acerca del virus mismo, no de aplicaciones a terapia), indispensable para conocer las “fortalezas y debilidades” del VIH que permitan luego la investigación aplicada, ha recibido fondos principalmente de los conocidos National Institutes of Health (NIH) de Estados Unidos. Su presupuesto no ha crecido veinte veces, pero sí se duplicó hasta casi $3 mil millones de dólares.
El corresponsal de Science, Jon Cohen, siguió durante seis meses la ruta del dinero, “buscando cómo se han repartido esos dólares, qué han logrado, y cómo han manejado los países ese tan súbito flujo de efectivo”, en ocasiones aplicándolo a lo previsto, en otros mostrando abusos.
Lo peor fue encontrar que la efectividad de los medicamentos ha producido un incremento continuado de personas que los necesitan: “un reflejo del éxito en el tratamiento, pero también del fracaso en los esfuerzos de prevención”.
El muy extenso y riguroso estudio de Cohen comienza por señalar que “hace una década, cuando los países ricos del mundo se buscaron en los bolsillos para ayudar a los menos afortunados a combatir el VIH/SIDA, salieron con apenas 485 millones…” El año pasado el presupuesto alcanzó 10 mil millones de dólares: un incremento de 20 veces.
Varios factores contribuyeron a que la suma fuera tan alta, pero uno es el más firme: el éxito de las drogas anti-VIH. En los diez años siguientes a la prueba de que el virus causaba el sida no hubo grandes avances. El AZT fue una ilusión de pocos meses. Pero a partir de 1995, cuando se comenzaron a combinar drogas que por sí solas fracasaban como el AZT, los enfermos más graves comenzaron a recuperarse y muchos volvieron a sus trabajos y a su vida normal.
Para la conferencia internacional del año 2000, en Durban, Sudáfrica, el tema de mayor importancia ya era el “acceso universal” a los anti-retrovirales. Comenzaron a fluir miles de millones de dólares desde diversas fuentes de financiamiento hacia los países pobres. En 2006, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró que toda persona infectada con VIH, necesitada de tratamiento (no todo infectado lo necesita de inmediato) debería recibirlo a más tardar para el año 2010.
En el mundo entero, la gente infectada con VIH ahora vive más tiempo y algunas comunidades han detenido la epidemia. “Hace siete años, no había un solo africano bajo tratamiento a cargo de un programa financiado con donativos”, dice Jeffrey Sachs, especialista de la salud de la Universidad Columbia que en el año 2000 llamó “quizá el más ofensivo rasgo de nuestra generación” a los escasos fondos destinados al sida. “Ahora la incidencia está bajando en algunos lugares, los tratamientos se incrementan de forma constante, y los sistemas de salud comienzan a surgir de la nada”.
Un problema ahora es alcanzar equidad en la ayuda. Etiopía, con una baja presencia del virus en la población, poco más del 2 por ciento, es uno de los países al que más ayuda llega. Ruanda ha recibido más de 2 mil dólares por persona infectada, pero el Congo, Sudán, Zimbabwe y otros países que suman más del 10 por ciento de los infectados del mundo, sólo reciben 150 dólares por persona infectada.
Otro problema, quizá mayor, es el fracaso de la prevención, que se muestra en altas tasas de nuevas infecciones. A ese ritmo, para 2010 ni siquiera nos acercaremos al acceso universal.
Durante los últimos seis meses, Science ha examinado cómo los dólares se distribuyen y se gastan. Qué países, instituciones e investigadores han recibido las mayores rebanadas de la tarta, quién se ha quedado fuera del reparto, qué ocurre cuando aparece la corrupción, qué esfuerzos han dado los mejores golpes con los centavos; qué lecciones pueden aprender gobiernos, médicos y comunidades con los ejemplos de inversiones sagaces, oportunidades perdidas y errores completos tomados de otros países; y cuán sostenible es el tratamiento masivo hoy empleado.
El dinero no lo es todo, pero ayuda, si bien se puede hacer poco mientras continuemos, como hasta hoy, con tres nuevos infectados por cada persona que inicia su tratamiento.

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