Victoria Abril

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Más que una “chica Almodóvar”, Victoria Abril es una actriz de autor, de búsquedas estéticas tan propias y un estilo actoral que oscila entre la inocencia y la sensualidad, que ha encantado a más de un realizador en Francia, Italia y su natal España; aun cuando su prolija carrera haya sido motivada por un franco deseo, confesado con el humor que la caracteriza: “Lo que no quería era ser una secretaria”. Una vez frente a las cámaras, el cine se transformó en su pasión, una que hasta ahora prima en su carrera: “Ya estoy pasadita en años, ya no hago las películas como si fuera la primera vez… Las hago como si fuera la última, que tiene la misma intensidad y es también una pasión muy fuerte”. El FICG le ha otorgado en su edición número treinta el Mayahuel de Plata como un homenaje en reconocimiento a su trayectoria.

¿Qué representa para ti este homenaje, uno más en tu carrera?
Bueno, uno más, pero nunca es amargo un dulce. Es muy agradable, y que venga de México todavía más, pues es el amor de mis amores. Estoy encantada ahora que en los festivales ya no estoy en competición sino en homenajes a la trayectoria, algo que la verdad es mucho más agradable. Además me gusta estar aquí a propósito del Premio Maguey, porque representa la libertad sexual, de pensamiento y obra: yo, que desde los catorce años aposté por esto, haciendo Cambio de Sexo, la primera película con Vicente Aranda y con la que tomé la decisión de ser actriz, con esa historia de un chico que se quería convertir en una chica, me parece maravilloso.

¿Qué tipo de personaje te gusta interpretar?
Pues el siguiente. Ahora voy a hacer una película a finales de marzo con Vicente Villanueva en Madrid, que se llama Móstoles no es lo que parece o La importancia de llamarse Encarna. Es una comedia completamente loca de un director-autor increíble. Después, a partir de mayo y hasta noviembre continúo con la serie de televisión y luego hago una película en Francia.

Además del cine ¿cómo te sientes haciendo televisión?
Empecé a los quince en la televisión y ahora estoy desde los cincuenta haciendo una serie que tiene un éxito enorme. He tardado cincuenta años en comprender lo fantástico que es trabajar para la televisión y que te vean siete millones de espectadores de un solo tiro en una noche sin tener la angustia de qué pasará, si funcionará o no la película, si se la comerá el cine americano en medio de las otras, o algo así; ahora es una angustia de menos, es fantástico, porque yo hago las películas para que las vea la gente, y en televisión te ven mucho más.

Tu carrera ha sido siempre así, plural, has trabajado en varias cinematografías y eres muy reconocida, pero has sido especialmente recordada como la “chica Almodóvar”; ¿qué representa esto para ti?
Almodóvar es el más intermundial de los directores con los que yo he trabajado, además de que sus películas no caducan, con lo cual da igual que hayan pasado veinte años, pues cuando las películas son buenas no cogen una arruga. Es un honor haber trabajado con uno de los directores más importantes e internacionales del cine español y, como te digo, las películas, sobre todo las que yo he hecho con él, no caducan y la gente las tiene presente como si las hubiéramos hecho ayer. Es el mejor tratamiento de rejuvenecimiento que me puedo echar a la cara.

¿Volverás a trabajar con él?
Si me lo pide con mucho gusto, pero no me lo pide, el muy tonto —confiesa entre risas—, él se lo pierde.

¿Con quién te gustaría trabajar?
Con el que se interese por mí y me proponga un buen papel, ahí estoy yo. Claro que soy exigente, pero los noveles, los nuevos directores tienen esa efervescencia especial de la primera vez, con ellos parece que todo empieza de nuevo, no son funcionarios. Los noveles tienen estado de gracia. Por eso con el próximo que trabajaré es un novel.

¿Cómo ves la revolución de la tecnología?
Seguiremos haciendo películas, aunque sea para Netflix. Las haremos. Ya da igual. Tenemos que empezar a aceptar que el formato de las salas de cine ya no es el único formato. Ahora gracias al internet uno puede cargarse una película nueva, recién hecha o antiquísima, que ya no la puedes ver en ninguna sala, es decir, que ahora internet nos da acceso a un montón de películas que se han perdido.

Porque antes lo único que tenía el público eran los festivales, ahora ya no, y eso es importante porque yo lo que quiero es hacer películas, contar historias para ayudar a la gente a sobrevivir y sobrellevar esta realidad un poquito morosa que nos acontece, y entonces que la vean en cine, en televisión, en internet, en el móvil, me da igual. Yo lo quiero es que las vean.

¿Crees que ha cambiado mucho la manera de pensar de los cineastas que abordaban la diversidad de género cuando tú empezaste en tu carrera a los de  hoy?
No, sinceramente. El cine ya está inventado y si quieres ser moderna revisa tus clásicos. Lo que no está inventado es el contar una película como si fuera la primera vez. Para contar una buena película sólo hace falta un papel, un lápiz y escribirla, porque ya lo demás lo podemos hacer hasta con tu móvil.

Y una buena actriz…
Una buena actriz o no. Somos todos buenos actores. Si soy yo actriz, lo somos todos, te lo digo yo. Lo que hace falta es una buena historia y un buen director ¡Y ala!

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