Víctor Manuel Pazarín

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Víctor Manuel Pazarín acaba de publicar Enredos (poesía) y La vuelta a la aldea (ensayos). Aquí hablamos sobre su proceso creativo.

Una característica de tu ejercicio literario es la práctica de diversos géneros, desde la poesía hasta el ensayo.
Sí, por fortuna, los diferentes géneros literarios: crónica, ensayo, poesía, cuento, novela, me han sido favorables, aunque reconozco que no es fácil trabajar en todos ellos. Me parece que cada materia literaria o cada historia puede contarse solamente en uno de ellos, yo no puedo hacer una novela en un cuento ni un cuento en un poema, por eso la diversidad y la mixtura se me acomoda. Sin embargo, el lenguaje poético siempre está presente en mi obra, si se trata de una novela estoy pensando en un lenguaje poético, cuando escribo un cuento o una crónica también, no puedo olvidar que mi generador siempre es la poesía.

Enredo, el libro que publicó Ediciones del Archivo Histórico Municipal de Zapotlán el Grande, incluye la totalidad de tú obra poética. ¿Cómo has vivido tu relación con la poesía durante las últimas tres décadas?
La poesía ha sido para mí un generador, como el alma de toda mi escritura, yo no puedo concebirme sino en ese estado siempre hipnótico que es el lenguaje poético. Enredo reúne poemas que he escrito a lo largo de treinta años, incluye seis libros que más o menos dibujan mi espíritu en la poesía. Sin embargo, creo que de algún modo Enredo es mi primer libro en sí, y que los demás han sido una especie de trabajo parcial, hasta ahora puedo concluir que Enredo compila y declara lo que de algún modo para mí es el lenguaje en la poesía. Siempre ha habido pocos lectores de poesía y ha sido un género marginal. Escribir poesía en estos momentos es algo mucho más que un arrojo, por eso yo agradezco que se me dé la posibilidad de la poesía.

Enredo no es un libro de poesía de Víctor Manuel Pazarín sino “el libro” de poesía de Pazarín.
De algún modo sí, y es un enorme compromiso. Entiendo la poesía más allá de la cosa literaria, un lenguaje impregnado de espíritu que embarga al sujeto que puede escribir un poema. Yo espero que todos los textos que están en Enredo sean poemas realmente, no lo sé todavía, no lo sé después de treinta años, me gustaría mucho que alguna vez un lector me dijera sí o no, porque yo todavía trabajo desde la incertidumbre.

La poesía como género tan fundamental, no solamente de la literatura, sino de todas las artes e incluso de la civilización…
Claro, la poesía ha sido siempre la que cuenta, la que narra, la que hace historia. Por supuesto, no estoy hablando de mis textos, pienso en Homero que cantaba, narraba y hacía su labor como un historiador del mundo griego antiguo, que ha trascendido por miles de años. Entonces cuando pienso en poesía pienso en estos grandes poetas y pienso que así debe ser la poesía, y ojalá algún día yo pueda alcanzar esa altura, trabajo para eso, pero no sé si lo logre, al menos en un verso, en un poema; no es fácil la poesía.

¿Cuáles son los poetas que representan tus principales filias, y de cuyas poéticas viene tu trabajo como poeta?
Creo que esencialmente soy hijo de Octavio Paz, a lo mejor un hijo bastardo, pero un hijo. Puedo decir que César Vallejo es también fundamental. William Carlos Williams, Ezra Pound, Dante, en fin, el número es alto, pero esencialmente yo pondría a tres poetas como parte de mi aspiración: Octavio Paz, Dante y César Vallejo. De algún modo es un canon y una aspiración.

Acabas de publicar un libro de ensayos que se titula La vuelta a la aldea. Platícanos sobre esta faceta de tu escritura.
La vuelta a la aldea es un homenaje a aquellos autores que han sido formadores de mi persona, de mi ser escritor, de mi ser intelectual, que me han exigido profundizar en su propia literatura, pero también en la propia existencia. Porque leer es leer palabras, pero también la naturaleza, el cine, la pintura. La vuelta a la aldea quiere descifrar algunas cosas, dialogar con algunos autores y obras. Cuando escribo un ensayo intento entablar un diálogo frontal, honesto, amoroso y totalmente vulnerado, vulnerable, voy a permitir que me diga y yo a tratar de entenderlo, es un diálogo. Toda La vuelta a la aldea es un diálogo y el nombre es un elogio a Zapotlán, un elogio a aquellos autores que desde provincia, desde la aldea, desde el pueblo, desde la ranchería han intentado tener un diálogo con el mundo sin perder la universalidad, esa altura que se requiere para poder tejerse o establecerse en el tejido que es la literatura universal. Está Octavio Paz, Arreola, Rulfo, Guillermo Jiménez, los últimos escritores del sur de Jalisco, y que me dieron absolutamente todo. Así que yo escribo ensayos para pagar una deuda, sobre asuntos que me vienen desde muy lejos y que yo siento la necesidad de pagarlos, de hecho al principio del libro, lo declaro: escribir para pagar una deuda.

PRESENTACIÓN

Escarabajo Scratch, La casa del blues. Coronilla 28. Zona Centro. Guadalajara. Sábado 7 de septiembre, 5 de la tarde. Presentación a cargo de Pedro Valderrama Villanueva y Juan Fernando Covarrubias.

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