Viacrusis por una presa

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La Virgen de los Remedios viajó cómoda sobre un estandarte. Para que no se cansara, los pobladores de Temacapulín la llevaron bordada en hilos dorados. Todos tenían la mala espina de que estaban construyendo la cortina de la presa “El Zapotillo”. Ver para creer. La fe sólo es para pedirle a la Virgen de los Remedios que les haga el milagro de que no les inunden su pueblo. A ella le rezan y le imploran. Al gobierno no le tienen fe, sólo piden por él, como dice doña Chelo: “Para que los ilumine”.
Para ver por sus propios ojos lo que era una sospecha, era necesario llegar al punto donde se construirá la cortina de la Presa “El Zapotillo”, en el lugar del mismo nombre. Primero una hora de camino bajo un sol inclemente y a través de nopaleras y girasoles. Las camionetas cruzaron los riachuelos que bajan del Río Verde. Después las ruedas quedaron atrás, era tiempo para la caminata de una hora hasta el punto donde están construyendo la cortina de la presa. Comenzaba el viacrucis.
Temaca quedó con la mitad de sus pobladores porque 150 personas bajaron para comprobar que ya hay un túnel para la construcción de la cortina de la presa. Hasta ahí bajó el señor que seca chiles de árbol y la regidora que vende churritos para reunir fondos para el templo de Nuestra Señora de los Remedios. Cada quien a su forma descendió: el caminar pequeño y tambaleante de los niños, el trotar acelerado de los pubertos del coro del templo y el paso débil de los ancianos. No fueron invitados por el pueblo, pero ellos son convocados por el gobierno. Los elementos de la policía estatal también hicieron la caminata, sus botas negras con las agujetas hasta arriba del tobillo les ayudaba a que sus pisadas fueran más firmes. De una camioneta se bajaron hombres con cinto piteado y camisa de cuadros, nunca se identificaron, no quisieron hablar con los reporteros. Los pobladores conocen sus rostros, son parte del álbum laboral de la Procuraduría Regional de Tepatitlán.
Un policía simulaba ser reportero: en una pequeña libreta hacía anotaciones. Él no era el único con la devoción informativa, los hombres con botas vaqueras llevaban una cámara de video. Mitad de la cinta la dedicó a registrar a los líderes, como el sacerdote Gabriel íñiguez, presidente del comité Salvemos Temaca. El personaje corría y el documentalista improvisado lo seguía.
De bajada fue fácil, un señor le dice a su esposa: “Como las piedras rodando”. Algunas caídas o resbalones sin consecuencias. Los primeros metros con tranquilidad y fuerza, pero el cansancio adormecían la resistencia. La rabia despertó después de una hora de bajar hacia la zona de construcción de la presa “El Zapotillo”, donde estaban más de cinco hombres con casco amarrillo y pantalón de mezclilla. Un túnel abierto y maquinaria detuvo el andar de los caminantes. Los gritos en contra de la construcción fueron suficientes para que los trabajadores huyeran. Antes les pregunté: “¿Quiénes son?”, “¿quién los contrató?”, “¿porqué están en la zona del ‘Zapotillo’ si aún no hay un proyecto ejecutivo?” No respondieron. Mudos, desaparecieron.
El Río Verde era el que separaba a dos municipios. De un lado los temacapulinenses, en el peñasco de Cañadas de Obregón; y, enfrente, en el peñasco de Yahualica estaban la mayoría de los trabajadores que sólo miraban a lo lejos el reclamo de los lugareños que no quieren que su pueblo desaparezca bajo 30 metros de agua.
Pero dos hombres sí se quedaron, uno de ellos aceptó platicar. No aclaró cuál era su trabajo, pero aseguró estar ahí desde hace ocho días y que lo contrató “una constructora de Guanajuato”. No es casualidad. El argumento de los funcionarios de la Comisión Estatal del Agua y de la Comisión Nacional del Agua, es que esta presa es necesaria para abastecer a los pobladores de los Altos de Jalisco y a la ciudad de León, en el vecino estado.
El presidente del comité Salvemos Temaca subió a la maquinaria que su conductor prefirió dejar parada. De frente los pobladores colgaron una pancarta. El Río Verde golpeaba las rocas, del megáfono pararon las consignas y se escuchó el anuncio divino de que era momento de subir porque era la hora de saciar el estómago.
Los hambrientos se avorazaron por subir primero. Después terminó el viacrucis por una presa. Subieron a la Virgen de los Remedios y la apoyaron en una camioneta para que desde ahí viera el banquete: pescado frito en comales que rebosaban aceite, tacos de frijoles paseados, ensaladas recién hechas, sopa de fideo y agua fresca.
El hambre fue olvidada, pero su postura no se pasa con buena comida, los pobladores advierten que defenderán hasta la muerte a Temaca. Vieron y creyeron en lo que veían: la construcción de la presa “El Zapotillo” ha comenzado.
Las autoridades de la Comisión Estatal del Agua aseguran que se trata solamente de estudios geológicos.
Los pobladores de Temaca rezan y esperan el milagro.

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