Vámonos a “Chapu”
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Convertida en la Zona Rosa de la ciudad, la avenida Chapultepec es un espacio de recreación e historia que va de haber sido avenida Lafayette a un conglomerado humano y de comercio que luce muy nice y a la vez sorprendente por su acumulación de tendencias culturales urbanas

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Sin timidez, el hombre trans detiene su contoneo en el camellón de la avenida Chapultec Sur y su cruce con La Paz. Sus pendientes borla color plata resaltan con su pelo negro corto. Hace frío, pero viste su blusa azul de tirantes como si fuera verano.

El verde ha cambiado a rojo y el trans se pierde de vista, en el andador peatonal de “Chapu”, entre un grupo de tres “godínez”, con saco en mano.

“Un, dos, tres… cinco, seis, siete. Un, dos, tres… cinco, seis, siete, ¡otra vez! ¡Ahí va la música! Un, dos, tres… cinco, seis, siete. Un, dos, tres… cinco, seis, siete” —y entre risas nerviosas aprendices de salsa siguen los pasos del maestro.

A lo lejos, en las bocinas de una cervecería, retumba la tambora con “Por qué andas contando que ya te perdí. Mejor haz de cuenta que fuimos tú y yo, dos hojas sin rumbo…”, de Julio Preciado, y entre olores de incienso, lámparas de mesa, con valor de cinco mil pesos, alumbran el Paseo nocturno. “¡Camínale, no me gusta el olor”, dice una mujer a su hija.

“¿Saben cómo van a dar show? Con sus aplausos”, gritan al únisono siete jóvenes que muestran sus mejores pasos de breakdance, para apoyar, dicen ellos, a la “Fundación de las muchachas desesperadas”, y por tan sólo cincuenta pesos ofrecen baile sexy a la mujer que los pague.

Diversidad de imágenes, de géneros, de culturas circulan de ida y vuelta en el tramo que va de la calle de Hidalgo a Montenegro, sobre la avenida Chapultepec, trazada en 1948 desde avenida Niños Heroes a la avenida México; de un extremo, la Glorieta de los Niños Héroes, del otro, las ruinas de la ex tienda Aurrera.

Los 17 grados de temperatura en el ambiente y las posibilidades de lluvia, según pronóstico del clima, no ha sido obstáculo para que los transeúntes rodeen las fuentes de agua ubicadas por la avenida; pasen al lado de la estatua de  RA CI CO M  QUEZ , como reza su placa; se detengan a leer las instrucciones del Desfribilador Externo Semiautómatico, para casos de paro cardio respiratorio (instalado en octubre de 2017) o disfruten un tamal colado.

La exposición actual de fotografias en gran formato, ubicadas en el andador peatonal, ha quedado en doble plano, oculta por las estructuras de los puestos de vendimia. Las imágenes de fotógrafos como Taly Rish o Ignacio Petersen no atraen a quienes caminan por la exavenida Lafayette. Ellos admiran otras expresiones de la cultura citadina, las mandalas, los diseños de henna. Avivan sus sentidos; dan rienda suelta a la creatividad para pintar las figuras de cerámica de una carabela, una maría, un Mickey Mouse; hacer bombas de jabón gigante o mover discretamente los pies con el ritmo de los Backstreet Boys o la Conga de Miami Sound Machine, ese sábado por la noche.

Es el segundo mes del año, el inicio de una nueva decada y 72 años desde la construcción de la  avenida Chapultepec.

En los bares, alitas, chelas y dj en vivo esperan. “No hay fila. Cerramos a la una”, dice la edecán mientras entrega la tarjetita firmada como R. P.

Los sombreros esperan para lucir en la dama de cabellos rojizos y diversidad de productos oaxaqueños por saborear, sin viajar al Sur, sólo basta caminar por el Paseo Chapultepec, mientras a lo lejos se divisa la “Glorieta de los Desaparecidos”, donde el “Jardín de la Memoria”, espera a visitantes y el viento ondea imágenes de los muchos y muchas ausentes en “Chapu”.

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