Una especie poco conocida

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Hay un tipo de mamífero que participa en el proceso de polinización de muchas plantas “entre éstas la pitaya” y que actualmente se encuentra entre las especies amenazadas, según la Norma Oficial Mexicana NOM-SEMARNAT-059-2010: el murciélago nectarívoro.

Ésta es sólo una de las cuestiones que es “importante conocer sobre la diversidad biológica de nuestro estado y la importancia de su conservación”, apunta Luis Ignacio Íñiguez Dávalos, profesor investigador del Departamento de Ecología y Recursos Naturales-Imecbio, del Centro Universitario de la Costa Sur, además de representar una de las razones por las que la región Manantlán-Cabo Corrientes fue declarada por la Red Latinoamericana de Conservación de Murciélagos (Relcom), como Área de importancia para la conservación de murciélagos (Aicom).

Producto de un proyecto generado hace 15 años en México “el Programa de Conservación de Murciélagos Migratorios y después Programa de Conservación de Murciélagos Mexicanos” y la implementación de programas equivalentes en otros países del continente, desde 2009 la Relcom trabaja en el fomento a una visión integradora de conservación.

“Una de las propuestas de la red es generar áreas de importancia para la conservación de murciélagos, que viene de otra iniciativa que tuvieron los ornitólogos en México, que son las Aicas (Áreas de Importancia para la Conservación de las Aves), una iniciativa que se ha expandido a nivel latinoamericano”, comenta Íñiguez Dávalos, quien es el autor de la propuesta para integrar a la región Manantlán-Cabo Corrientes a la red.

A principios de marzo, 30 regiones en el ámbito nacional —de las 32 propuestas por 25 investigadores mexicanos en 2013— fueron declaradas Aicom por su diversidad biológica y por la existencia de problemas de conservación, entre los que destacan la pérdida de hábitat por deforestación, la modificación de hábitat por incendios, la contaminación, los ataques a las cuevas para tratar de controlar a los murciélagos hematófagos (sin éxito) y la fragmentación de las áreas boscosas.

Entre los criterios considerados para la declaratoria está el de la diversidad de especies, que en el caso de Manantlán-Cabo Corrientes ascienden a 70 de las 73 existentes en Jalisco, entre las que se encuentran especies endémicas de México y otras sólo del Occidente, varias de ellas consideradas por la NOM como especies amenazadas o de protección especial.

Todas se encuentran en el ecosistema de la región, que abarca zonas de Colima y Jalisco, y que va desde la sierra del Mamey, Cerro Grande, sierra de Manantlán, sierra de Cacoma, sierra de Talpa, sierra el Tuito y San Sebastián, hasta llegar a Cabo Corrientes, que en línea recta mide más de 200 kilómetros.
“No sólo hablamos de conservar, sino también de investigar”, comenta Íñiguez Dávalos a propósito del desconocimiento que aún existe en torno a los murciélagos, los cuales “tienen muchas interacciones ecológicas, porque comen cosas diferentes y ello se traduce en servicios ambientales”.

Entre las especies más abundantes están los insectívoros, que coadyuvan al control biológico de la proliferación de mosquitos, moscas, polillas y escarabajos, los cuales podrían llegar a convertirse en plagas agrícolas o forestales, así como en transmisores de enfermedades; los frugívoros, que viven de los frutos en zonas boscosas y participan en la dispersión de semillas, por lo que contribuyen a la regeneración natural de los bosques; y los nectarívoros, que al alimentarse del néctar y polen de las flores intervienen en el proceso de polinización de numerosas especies.

“También hay los que comen peces, que es sólo una especie, y el murciélago hematófago “conocido como vampiro— que es el único que genera problemas con la ganadería. Uno de los aspectos que debemos estudiar es su relación con las enfermedades zoonóticas (transmisión de enfermedades de animales a humanos)”, explica Íñiguez Dávalos.

Este reconocimiento en el ámbito internacional de una región tan diversa como Manantlán-Cabo Corrientes, representa el primer paso en un trayecto que abarca, tanto el aspecto educativo “para dar a conocer a la gente la importancia de la conservación de los murciélagos”, y como la necesidad de seguir investigando mucho de lo que aún ignoramos, y, finalmente, el de vinculación “para impulsar medidas de conservación a partir de las instancias correspondientes, proveyéndoles de información”, de manera que gobierno, ONG’s y sociedad civil trabajen en conjunto.

De lo que se trata, afirma Íñiguez Dávalos, “es de emprender acciones”.

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