Un túnel sin salida

972

Decidí quitarme la vida, porque es perra y miserable. No se culpe a nadie de mi muerte”. Sandra tomó la decisión de morir por su cuenta. La rabia, la decepción y la impotencia hicieron una mezcla explosiva. La muerte fue para ella la única salida. Corrió al botiquín, sacó pastillas para dormir y tragó un puño. Por fortuna su madre llegó a tiempo y evitó un desenlace fatal.
La tristeza y el coraje eran infinitos. En realidad en su vida todo iba mal. Tenía 16 años. Era obesa. Por más que se ponía a dieta, no podía bajar. La mayoría de las veces la rompía para ingerir gansitos, papas fritas y comida chatarra. Eso la tenía desalentada. Se consideraba culpable. Su medio no la ayudaba. Creía ser la fea del salón, el objeto de las burlas, del rechazo de los compañeros. Le costaba trabajo concentrarse. Con frecuencia no hacía la tarea y reprobó algunas materias.
La casa de sus padres no era precisamente un oasis en medio del desierto. Las peleas entre ambos y los continuos señalamientos de su madre sobre lo gorda que estaba y lo bien que se vería con unos kilos de menos, además de las constantes comparaciones con su prima que sí destacaba como estudiante, le bajaron la autoestima hasta el piso. Un día lo manifestó. Sacó una pluma, la tomó como si fuera un puñal y con coraje rayó su foto del anuario. Lo hizo con tal fuerza, que la tinta traspasó tres hojas más.
Sandra se enamoró. El muchacho era nuevo en la escuela. Por un momento fue optimista, pero todo se vino al traste cuando él le declaró sus sentimientos a una de sus compañeras.
Los intentos fallidos
Una persona que logra quitarse la vida, tiene por lo general el antecedente de haberlo intentado cinco veces, informó Julio Horacio Villegas Olguín, académico del Departamento de Clínicas de Salud Mental.
El suicidio entre adolescentes está relacionado con el manejo de la autoestima. Es necesario implementar programas para fortalecerla en las personas vulnerables. En los últimos 10 años, más del 50 por ciento de los suicidios ocurridos en la zona metropolitana de Guadalajara tuvo como víctimas a jóvenes entre 12 a 25 años, agregó Alfredo Rodríguez García, especialista en medicina penal y ciencias forenses y profesor investigador del Centro Universitario de Ciencias de la Salud.
En el niño y el adolescente a veces la presión es mucha. “Hay escuelas que todavía manejan el famoso cuadro de honor. Esa costumbre hay que acabarla y si es posible meter a las maestras a un tratamiento psicológico, porque obligan a los chicos a competir. Eso no es bueno desde el punto de vista educativo. Por otro lado, el padre exige a su hijo sacar buenas calificaciones y lo compara con su hermano, su primo o compañero. Eso le afecta”.
Mientras que en países europeos, como España, optan por el suicidio personas de la tercera edad, en México hay casos de niños, adolescentes y jóvenes. La falta de oportunidades, la forma de vida y un sistema competitivo, los orilla a tomar decisiones desesperadas. Por cada suicidio consumado en Jalisco, hay nueve intentos fallidos. El 30 por ciento de las personas que logran quitarse la vida son mujeres.
Un dato: el suicidio no se da entre indigentes. “Este tipo de personas jamás lo hace. En 10 años solo hubo un caso de uno que se lanzó por el puente que está por San Juan de Dios, sobre la calzada Independencia”, continuó el también autor de ABC del suicidio. Estudio criminológico y criminalístico de suicidio en Guadalajara, Jalisco.
Acuden en mayor cantidad a la opción de quitarse la vida, personas de niveles socioeconómicos medio y altos, con ambiciones específicas, que tienen poca tolerancia a la frustración, a la pérdida de estatus. “Un indigente no tiene perfil suicida, porque él vive en un mundo de felicidad dentro de su pobreza. Ya está acostumbrado. No tiene problemas, no paga impuestos, ni debe levantarse temprano al día siguiente para entrar a trabajar”.
El académico reportó que el año pasado se suicidaron 20 profesionales en la zona metropolitana. Ocho del área de ciencias de la salud y los otros, abogados. Todos menores de 25 años.

Señales de aviso
De 1990 a 2007, dos terceras partes de los suicidios consumados en la zona metropolitana, tuvieron como antecedente las señales o llamadas de atención que emitieron a la familia. “Sin embargo, hicieron caso omiso a esas advertencias”, afirmó Francisco José Gutiérrez Rodríguez.
Explicó que es denominado gesto suicida al conjunto de conductas verbales y no verbales que avisan la posibilidad de que una persona pueda atentar contra su vida. “Regala sus pertenencias más preciadas, empieza a interesarse por indagar qué métodos son más efectivos para morir, se despide de todos y abandona sus hábitos cotidianos”.
Los meses con mayor incidencia de suicidios son diciembre, enero, mayo y junio. “Coinciden con días feriados, mayor cantidad de tiempo libre, épocas en las que hay mayor consumo de alcohol. Llegan a duplicarse los casos durante los fines de semana y de quincena”.

Deficiencias en el tratamiento
Alfredo Rodríguez García comentó la urgencia de dar seguimiento a los casos de personas con conductas suicidas. En Jalisco esto no ocurre. El área de psiquiatría del Centro de Intervención en Crisis –enfocada a brindar atención a personas que necesitan restablecer su equilibrio emocional– no sigue la pista a los que solicitan sus servicios. Si un chico llega a un puesto de socorro luego de haber intentado suicidarse, no hay trabajadora social o psicólogos que le den el tipo de abordaje que es común en Europa, donde tienen centros de duelo y manejo de intervención permanente en la familia del afectado.
Tampoco el Ministerio Público suele dar seguimiento. “Hoy en la madrugada supe del caso de una chica que intentó suicidarse a las tres de la mañana. Para esta dependencia es muy enfadoso levantar un acta a esa hora. De broma me dijeron: ‘dile cómo puede lograrlo, porque es la cuarta vez que viene aquí’. Les contesté: ‘Ojo, hay que darle seguimiento. En lugar de mandarla a su casa, regañada, ¿por qué no empezamos a hacerle un abordaje psicológico?’”
El académico señaló que no funciona el sistema de salud mental del estado de Jalisco. No se puede trabajar solo con estadísticas: hay que echar a andar un esquema de trabajo preventivo que establezca las acciones a seguir y en qué espacios se aterrizarán los programas de intervención.

Influencia de los medios de comunicación

Las películas, videos violentos y materiales que aparecen por internet, influyen para que el niño y el joven consideren la violencia como algo natural, afirmó Francisco José Gutiérrez Rodríguez, director del Centro de Evaluación e Investigación Psicológica, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud.
El niño y el joven, a través de los juegos de video, tiene que acribillar, matar y mutilar. Esto genera memoria conflictiva en el sujeto y le presenta la muerte como algo cotidiano. Si a eso agregamos baja autoestima, problemas de tolerancia a la frustración y dificultad en controlar impulsos, tendremos un caldo propicio que puede desencadenar conductas suicidas. “Auspiciado por esta violencia social, el niño o el adulto entrevistados aseguran tener una visión en túnel, en la que no perciben otras alternativas a la problemática que detona la idea suicida. No hay un proyecto de vida relevante y piensan que la única alternativa es morir”.
Julio Horacio Villegas Olguín, académico del Departamento de Clínicas de Salud Mental, aseveró que los medios de comunicación contribuyen a la modificación del comportamiento de las personas. Aclaró que los medios no provocan el suicidio, pero lo sugieren. “Una nota sobre un acto suicida no desencadena por sí muertes, pero quien ha pensado quitarse la vida puede, probablemente, imitar la forma. Una noticia muy explícita de cómo alguien lo hizo, con imágenes y con información de que logró la atención de la familia o hizo sufrir al ser amado, sí ofrece ideas”.

El suicidio en números

durante 2007, el Servicio Médico Forense registró 297 suicidios en la zona metropolitana. Las edades promedio fueron de 20 a 45 años, en el 80 por ciento de los casos. El resto, menores de edad. Por cada mujer que se suicida, lo hacen tres hombres.
En torno a las estadísticas, hay divergencia entre los datos que arrojan en el ámbito local, el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, la Secretaría de Salud Jalisco y los que reporta el INEGI, indicó Julio Villegas, profesor investigador del Departamento de Clínicas de Salud Mental, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud.
En 2005, el Semefo afirma que fueron 385 suicidios ocurridos en Jalisco. El INEGI reporta 236, en el mismo año, y la Secretaría de Salud, 366.
“Esto nos dice que el problema es tan complejo, que aun en la contabilización es difícil su seguimiento. Hay ocasiones que por falta de autopsia, en la acta de defunción aparece como causa el estallamiento de vísceras, intoxicación y no el término suicidio”.

Artículo anteriorCarrie
Artículo siguientePrograma de estímulos al desempeño docente 2008-2009