Un trago amargo

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“Catastrófico. Con mayúsculas y signos de admiración”. Así es como la académica Idalia de Jesús Ruiz García describe el escenario de contaminación que sufre la región alteña a causa de los residuos derivados de la producción del tequila.

La profesora del Centro Universitario de los Altos afirma que es preocupante la situación, ya que algunas compañías productoras de esta bebida no tienen la capacidad de eliminar o tratar las vinazas (desechos que se obtienen luego de la destilación de azucares fermentados) con alto contenido de material orgánico que contaminan el suelo y los freáticos. Empresas más pequeñas ni siquiera tratan correctamente sus aguas residuales. Ruiz García resalta la urgencia de que se emprenda una verdadera agroindustria tequilera sustentable.

“Las vinazas por su naturaleza tienen un PH muy alto o muy bajo dependiendo de los procesos, esto afecta el PH de los suelos y los hace cada vez menos fértiles. Sacan estas vinazas, incluso calientes, a una temperatura de 96 grados centígrados, que aniquilan la microfauna, las bacterias que se encargan de darle de comer a las raíces de todas las plantas endémicas que están aquí en los Altos de Jalisco. Si de por sí tenemos un suelo con un clima semiárido, de características casi semidesérticas, imagínese la catástrofe que estamos sufriendo desde el punto de vista ecológico, porque esto no nada más impacta el suelo, sino las especies de animales que se alimentan de las plantas”.

Apunta que como especialistas en ganadería, varios investigadores de CUAltos ven otra afectación, como a la producción de forrajes, porque ya no hay pastizales. “Es común que pipas de 10 mil o hasta 20 mil litros tiren las vinazas en los terrenos. Sufren de un mal olor por los altos contenidos de alcoholes y calcio que tienen esos desechos. El comportamiento del suelo, su absorción, se modifica. Y además va hasta los mantos freáticos, el agua que va debajo de la tierra y desemboca en los ríos también se ve afectada”, detalla Idalia Ruiz.

Se estima que por cada litro de tequila salen 10 litros de vinazas y cinco kilos de bagazo. En 181 municipios con la denominación de origen hay 90 mil hectáreas sembradas de agave. En Jalisco, hay casi 50 fábricas, de las cuales 22 en Arandas, capital tequilera alteña; ocho están en Tepatitlán de Morelos y tres en San Ignacio Cerro Gordo, aunque cada día surgen más.

De acuerdo a cifras de la Secretaría de Economía, la demanda tequilera ha crecido, pues se exporta a 120 países. En México hay mil 372 marcas. Cada año se producen alrededor de 170 millones de litros y su participación en el mercado nacional es de 9 mil 926 millones de pesos.

Sin embargo, aunque las marcas de mayor poder económico avanzaron, en las empresas de la región alteña no invierten en aminorar el impacto ambiental. La académica Idalia Ruiz considera que una buena estrategia sería que las tequileras vinculen a los profesores e investigadores para llevar a cabo investigación e innovación tecnológica, para que modernicen sus procesos de producción y permitan a los especialistas generar conocimiento para salvaguardar el medio ambiente.

“Hemos hecho varios trabajos al respecto, pequeños por falta de recursos. Pero hemos trabajado con la penca de agave. Cuando se jima se obtiene lo que es la cabeza del agave, se deja tirada la penca y entonces se deja secar y luego le prenden fuego. ¡Imagínese la huella de carbono horrible que es, que un 43 por ciento del agave son hojas y se queman… Imagínese cuántas toneladas métricas de gases de efecto invernadero se están produciendo!”.

Investigan utilización de desechos
En el Centro Universitario de los Altos hay proyectos de investigación que buscan la utilización de los subproductos del agave, así como para reducir la Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO) y de las vinazas. Todo enfocado a contar con una agroindustria tequilera sustentable.

“Nosotros estamos intentando revertir esto a través de la utilización de los subproductos de la industria tequilera, las pencas, el bagazo una vez que se extrae el jugo para convertirlo en tequila, y también estamos intentando usar las vinazas. ¿De qué manera? Pues estamos diseñando una torre de destilación fraccionada solar. Ésta separaría el agua, para que sea utilizada en el mismo proceso del tequila y también separaría los solidos. Esos solidos, que son ricos en calcio, podrían utilizarse en la industria alimenticia animal o incluso en la humana. Y las acetonas y alcoholes, se pueden separar y se pueden comercializar, y reducir el impacto al medio ambiente en un 70 por ciento”, dice Ruiz García.

Aclaró que los académicos no tienen nada en contra de la bebida, sin embargo la industria tequilera debe ser autocrítica y admitir que algunas compañías en los Altos no están haciendo bien las cosas. “Sí hay proyectos de investigación, lo que falta son recursos”, concluyó.

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