Un tambor que llama a otra guerra

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Oskar Matzerat es un personaje absoluto, un adulto negado en un cuerpo infantil en la Europa de la segunda guerra mundial. Él sobrevive ocultando la caprichosa oscuridad de su carácter bajo la apariencia de un menor de edad precoz, voluble e ignorante. Así es Oskar y también la sociedad alemana de esa época. Hace ya cincuenta años que Gí¼nter Grass, uno de los más cuestionados premios Nobel, publicara El tambor de hojalata. Más allá de las apreciaciones del propio autor, todavía es ésta su obra más conocida y celebrada.

La conmemoración
En el otoño de 1959, durante la Feria del Libro de Fráncfort, se presentó la novela El tambor de hojalata. Fue la primera obra de Gí¼nter Grass y con ella su nombre se lanzó a la fama. Los cincuenta años de su publicación se han celebrado durante todo el 2009 en casi todo el mundo. El más agudo tambor suena por todos los rincones. Ninguna otra obra impactó tanto en el perfil de la literatura alemana de la posguerra.
La editorial Steidl publicará en este mes una edición conmemorativa que incluye documentación que da cuenta del impacto literario, social y político que ha tenido la obra. A todo esto se suma Un libro escribe historia (Ein Buch schreibt Geschitchte), exposición que será inaugurada a finales de este mes en el museo Gí¼nter Grass, de Lí¼beck.
Criticado y alabado, Grass celebra, junto con esta novela, cincuenta años de carrera literaria. Una vida profesional que ha sido constantemente criticada por asuntos como su pertenencia a las Waffen-SS, así como por su relación con el papa Benedicto XVI. Sin embargo, su obra completa, en la que insiste cuando se le cuestiona sobre sus premios, como el Príncipe de Asturias y el Nobel, no deja ninguna duda sobre la importancia de su nombre en las letras universales. Testigo y virtuoso cronista de un siglo que estamos lejos de olvidar, Gí¼nter Grass sigue llamando con el mismo instrumento a la guerra de la crítica, la polémica y el debate. Escribe para hacer visible lo que seguimos negando: los derechos humanos, los desplazados, los genocidios, la discriminación.

Un tambor infantil llama a la guerra
Luego de El tambor de hojalata, aparecieron El gato y el ratón (1961) y Años de perro (1963). Juntas, estas tres obras forman la llamada “trilogía de Danzig”, que de entre toda su obra literaria es la más reconocida. Incluso para Grass, pues personalmente considera Años de perro su mejor novela.
El tambor de hojalata juega con planos de realidad distorsionados por la mirada de un niño falso. El voluntarioso protagonista se niega a crecer, decide no hacerlo para huir de la violencia de la guerra. Sin embargo, al dar la espalda a la lucha armada, mira de frente el tremendismo de su propia genealogía. Una Sodoma alumbrada con la vela de su lasciva y protectora abuela. Las sucias habitaciones, el hacinamiento, los campos de patatas y el hambre describen los combates cotidianos, feroces y muchas veces silentes. En esta guerra no están los generales con el plomo histórico de sus nombres y grados militares. El peso lo da la responsabilidad social negada frente al golpe de la guerra, el silencio frente a la sangre, la recreación de un pensamiento que huye y reinventa la realidad, miente.
Calificada por algunos como grotesca e incluso pornográfica, esta novela sigue representando un mundo crudo del que no se quiso hablar durante los años difíciles de la posguerra, especialmente en Alemania. Oskar, contrahecho e intimidante, no es sino un pequeño monstruo que aguza la mirada, y a golpe de tambor y agudos gritos destemplados, rompe todos los cristales que el nazismo dejó intactos, aquellos que también la mudez y el disfraz de una sociedad indolente no tocaron.
La voz inverosímil de este niño adulto aparece en años en los que la literatura buscaba recuperar el realismo con toda su dureza. Se creía que ese estilo era el único camino para responder desde el arte al mundo que había dejado la guerra. De ahí también la oposición y rechazo que recibiera al principio la obra. Plagado de elementos fantásticos, el mundo malicioso e infantilizado de Oskar y su familia, recrean las malignas debilidades y el egoísmo de una sociedad cómplice. La indolencia y disimulos de las mayorías se convierten en arengas que llaman a las armas, no hay inocencia, no puede haberla. Con esta novela, Grass desequilibra la mirada que se posicionaba cómodamente para la crítica desde un naturalismo redundante.
En El tambor de hojalata está el golpe de cuero, el redoble que no engaña, la percusión solemne y ritual de un llamado que advierte el combate. Luego la lucha, la ofensiva, la sangre y la contienda. Después sólo queda la ruina, los pedazos y la imposibilidad de la reconstrucción.

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