Un santuario para rezarle a la Muerte

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Aunque la muerte está en cualquier lugar, en la esquina de Juan de la Barrera y las vías del tren, en Tlaquepaque, tiene su santuario para rezarle, implorarle y venerarle. Es la colonia Las Juntas donde el pavimento es la mejor promesa de campaña y en el tianguis de las tablitas se encuentra a buen precio el pollo recién matado.
Ahí está el “Santuario de la Muerte”. Una lona en su entrada avisa que ahí es un lugar de adoración de la que muchos temen. Bancas y reclinatorios son el inmobiliario que está frente al altar de la “niña blanca” rodeada de ofrendas, flores y veladoras.
Una reja negra resguarda a la “santísima” con un vestido morado radiante. Chicles, cigarros y paletas son parte de sus ofrendas. En los niveles del altar resaltan las manzanas rojas a las que se les graba el nombre de aquel del que se desea amor y pasión. Basta un par de oraciones, una manzana roja como ofrenda y la Santa Muerte le llevará su amor al creyente romántico, y si se quiere que ese ser nunca se vaya, entonces hay que amarrarlo con una manzana verde formando dos círculos y repitiendo el nombre de la persona a la que se pretende sujetar por siempre. La muerte se encargará de que nadie los separe. Si por algo el que pidió ese favor se harta de ese que amarró, basta con rezar nuevamente y la muerte lo aleja…
Las manzanas no son la única ofrenda. Un hombre que lleva en el pecho una medalla de la muerte toma una berenjena que se está marchitando, porque esta verdura la bebe con gusto la Santa Muerte”; y con ese regalo cumple las peticiones.
La crisis hace que la “niña blanca” escuche ruegos por comida. Sobre el piso de este santuario hay varias canastas con frijoles, llevar esta leguminosa es para pedir comida en la mesa. Pero no hay ofrenda sin música. De las bocinas de este lugar surgen cantos de adoración católicos, pero también reaggeton, norteño y música de banda. Sonidos eclécticos para un lugar donde los elementos católicos emergen. Los creyentes de la Santa Muerte aclaran que antes de pedirle un milagro a ella primero se dirigen al todopoderoso, a Jesús y luego a la que consideran santa.
En el muro derecho del santuario hay una imagen de la Virgen de Guadalupe abrazada a la Santa Muerte, en el mural de enfrente se ve a San Judas Tadeo sujeto a la “niña blanca”. Es el espacio para el sincretismo religioso, se rezan el rosario, hay misa y cada 22 del mes se venera a la Santísima que llegó a Las Juntas hace cuatro años. Desde entonces ahí se busca un milagro para el amor, para cruzar la frontera sin problemas, para salir de la cárcel, para buscar trabajo, para que la salud regrese, para todas esas penas que llevan los vivos y que sólo ella puede sanar.

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