Un ritual agotado

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El modelo del Informe de gobierno, tal y como es conocido, con un acto ad hoc en el que los asistentes aclaman al Presidente de la República en turno, es obsoleto, consideraron especialistas consultados por La gaceta, quienes proponen un esquema en el que la oposición pueda cuestionar en un debate público al mandatario, como ya lo hacen en varios países.

“Definitivamente que sí está agotado ese modelo, en el que invito a mis amigos y me aplauden y manejo un discurso a modo, y tengo el reconocimiento y el escenario. Es un modelo controlado que busca generar legitimidad. En principio es parte de una estrategia de mercadotécnica política y una búsqueda de estabilidad”, considera el analista político y académico de la Universidad de Guadalajara, Gilberto Tinajero Díaz.

No obstante, el especialista admitió que lo que inhibe a que el presidente acuda al Congreso, son los abusos que ocurren desde el gobierno de Ernesto Zedillo, cuando a los diputados de oposición ya no les bastó con responder el informe, sino que pasaron de ponerse máscaras a invadir la tribuna y armar trifulcas. Por ello un nuevo modelo requiere irremediable mente una responsabilidad parlamentaria, a la cual parece que México no ha llegado.

“Es tan deseable que el diálogo entre poderes se lleve a cabo, como deseable y obligatorio que la responsabilidad de los participantes esté a la altura de un jefe de Estado y de los líderes parlamentarios de una nación. No habría incentivos para que el presidente o sus secretarios se sienten si no hay condiciones de respeto, de colaboración, de concertación que lleven a la construcción de acuerdos. Que muestren una verdadera voluntad política para ello”, dijo el también coordinador de la maestría en transparencia, de la UdeG.

La académica del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas, CUCEA, Angélica Cázares Alvarado, coincidió en que debe existir responsabilidad de los actores para un nuevo modelo, pero también deben ser fortalecidos los mecanismos de participación ciudadana, pues ninguna política será exitosa si no la asume la sociedad.

“Sí tendría que haber una reforma constitucional para que pudiera darse un ejercicio de esta naturaleza. De entrada, somos un país presidencialista. En 1917 se fortalecía por la circunstancia histórica de cómo se llegó a formar ese constituyente, pero conforme se agotan los modelos, hay que modernizarlos, para encontrar un marco legal donde se encuentren incluidas todas las formas de pensar que se reflejan en el Congreso. Y que además, fuera público”.

El legajo con el informe de gobierno fue entregado a la Cámara de Diputados por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el 1º de septiembre. Al siguiente día, el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, protagonizó el acto en el Palacio Nacional.

Las diez medidas
En el Informe, el presidente Peña Nieto anunció que no habrá nuevos impuestos ni incrementos en los vigentes, y enumeró 10 medidas para enfrentar los nuevos desafíos nacionales.

Éstas son: impulsar leyes indispensables para fortalecer el Estado de derecho; trabajar con el objetivo de concretar un Acuerdo nacional para la justicia cotidiana; impulsar el desarrollo de las regiones con mayor rezago, para combatir la pobreza y la desigualdad; apoyar las actividades productivas de las zonas rurales de mayor marginación; poner en marcha la mayor renovación de infraestructura educativa en las últimas décadas; fortalecer la capacidad de niños y jóvenes de México para competir y triunfar en un mundo cada vez más integrado; dar un renovado impulso a la cultura en nuestro país; mantener la estabilidad macroeconómica para proteger el bienestar de las familias mexicanas; acelerar el desarrollo de la infraestructura nacional; y emprender austeridad presupuestal en el gobierno.

“Llama la atención que anuncien que el gobierno se va a apretar el cinturón y vamos a entrar a una austeridad republicana. Este en principio es un mensaje correcto. Existe la iniciativa de ley al respecto, pero aún es insuficiente el debate, los argumentos, la información con la que se cuenta para poder evaluar los propósitos de ahorro, ya que no es la finalidad del gobierno ahorrar, sino hacer eficiente el gasto público”, dice Tinajero Díaz.

El último año fue el peor para la presidencia, por escándalos como el de la Casa Blanca y lo ocurrido en Ayotzinapa, lo cual terminó por tambalear todo el proyecto institucional sustentado en las reformas, considera Angélica Cázares, quien explicó que el mensaje pareció más un discurso de alguien que arranca su gobierno, en lugar de alguien que va a la mitad de su administración, ya que se está comunicando la idea de un cambio de dirección, pero para cumplir lo prometido el escenario internacional no es el idóneo, como sí lo era hace tres años.

Tinajero Díaz coincide en que en el informe se encuentran mensajes discursivos fuera de contexto temporal: “Parece que está llamando al arranque de un gobierno. Cierto que estamos al arranque de una nueva Legislatura, pero el propio mensaje de las reformas estructurales como una promesa incumplida o una promesa en procesamiento, no deja de ser paradójico, ya que fue la gran apuesta política y sigue siendo la gran deuda o el bono incumplido para los mexicanos y el sector privado”.

Respecto al cierre del discurso, en el que el presidente Peña Nieto se refirió a la amenaza de que el populismo llegue a México y con ello el país claudique en el proceso transformador, Cázares Alvarado lo consideró “innecesario”.

“No se relaciona nada un ejercicio de rendición de cuentas con un comentario de esa naturaleza. El espíritu es informar lo que se realizó y vislumbrar qué hará en el resto de la administración. Creo que esto no cabía en el marco del informe presidencial”.

Ahora, coinciden ambos analistas, habrá que estar pendiente de lo que ocurra en la glosa, cuando los secretarios desfilen ante las comisiones legislativas para detallar los datos del informe. Sobre todo porque eso es lo más parecido a un ejercicio en el que se da la cara para rendir cuentas.

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