Un problema de arrastre

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El pasado 20 de junio, Israel Herrera López, de 25 años, perdió la vida al ser arrastrado por la corriente del canal Atemajac, cuando trataba de cruzar la avenida sobre su bicicleta durante una tormenta. Casi en el mismo lugar (avenida Patria, casi Federalismo), pero hace dos años, perdieron la vida Ricardo Castellanos, de 23 años y Adrián Godoy, de 19, cuando la camioneta en la que viajaban cayó al canal y fue arrastrada por la corriente antes de que pudieran salir.
Cada año, dependiendo de la intensidad del temporal de lluvia, son reportadas en promedio hasta 15 personas fallecidas en algún accidente relacionado con inundaciones, desbordamientos, arrastres o deslizamientos, según datos con los que cuenta el profesor del Departamento de Geografía, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Luis Valdivia Ornelas.
Como los casos mencionados, la mayoría de los eventos tiene que ver con la red de canales a cielo abierto y colectores por donde drena toda el agua que se precipita durante el temporal en la zona metropolitana.
Si bien la mayoría de los canales existentes carece de una protección perimetral en el total de su longitud, lo que los convierte en un punto de riesgo, es que estas vías sobrepasan el límite de su capacidad, lo que deriva en corrientes de arrastre e inundaciones, sobre todo en las partes bajas de la ZMG.
“Los canales tienen dos lechos de cauce: el de estiaje, que es el más pequeño y el extraordinario, que es cuando vienen los grandes volúmenes. Todos los lechos extraordinarios de los canales naturales, como el de Atemajac, en la zona de Tabachines, Arroyo Hondo, en el Cerro del Cuatro, desaparecieron y quedaron confinados a su lecho de estiaje”, apuntó el investigador.
Como ocurre con otros ámbitos en la zona metropolitana de Guadalajara, por ejemplo la movilidad o la deforestación, el desordenado crecimiento urbano es también causa de los problemas de drenaje y conducción del agua de lluvia, pues según los estudios que ha realizado Valdivia Ornelas, desde el siglo pasado se comenzó a construir sin un plan integral que considerara un sistema de drenaje apto para cubrir las nuevas necesidades de la zona conurbada.
“Tiene que ver con la manera en que se fue construyendo la ciudad y las condiciones naturales del valle de Atemajac. Había una red importante, compuesta por el colector San Juan de Dios, Colomos y otros que ya no existen, como El Arenal, El Chicalote y el Santa María”.
De acuerdo con el investigador del CUCSH, actualmente en la zona metropolitana de Guadalajara no existe ningún canal de agua que no haya sido modificado, ya sea en la dirección de su trayecto, en el espacio destinado a su cauce o que lo hayan entubado completamente o en tramos, para finalmente convertirse en un colector.
Las inundaciones son un problema relacionado con los conductos de agua a cielo abierto, pues con las modificaciones en sus dimensiones, hacen que el mismo canal al pasar por una colonia tenga 20 metros de ancho y en otra sólo cinco metros, por ejemplo.
“Los rasgos geométricos de los canales que quedaron no son continuos a lo largo de toda su trayectoria, sino que cambian las condiciones por la invasión o a la presencia de puentes que sirven como vías de comunicación. Entonces, en los puntos que se vuelve angosto ocurren los desbordamientos, como en la zona del Briseño y en algunas zonas de Toluquilla”.
Otro problema derivado de las modificaciones a partir de un diagnóstico erróneo, es la velocidad de las corrientes, tanto de los canales como del agua que corre por las calles de la ciudad, pues a decir del investigador, las políticas públicas han estado encaminadas a sacar el agua lo más pronto posible de la zona metropolitana.
“Durante muchos años las políticas de control de inundaciones eran conducir el agua de una manera más rápida y eso creó un problema del incremento del riesgo de arrastre, de personas y de vehículos. Entonces, tenemos tormentas intensas, cuencas pequeñas y políticas de conducción inadecuada, pues hay comportamientos peligrosos de los canales”.
Canales contaminados
Es un hecho que varios de los canales que componen la red de canales de la ZMG, además de conducir el agua pluvial, conducen también aguas residuales en su mayoría provenientes de domicilios particulares o de servicios como restaurantes o talleres. Así lo comprobó un estudio realizado en el canal Colomos, en el punto que conecta con el canal Patria.
La investigación realizada por la estudiante de la maestría en Ciencias de la Salud Ambiental, del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, Azucena Arellano, mostró la evidencia de contaminantes de origen bacteriológico.
“En las visitas al canal se pudo observar la presencia de diversas fuentes de contaminantes y es algo lamentable, porque el canal Colomos tiene agua de manantial que podría aprovecharse, pero al llegar a este punto se contamina con aguas residuales”, dijo la doctora Georgina Orozco, directora del Instituto de Medio Ambiente y Comunidades Humanas, quien dirige la tesis de la que es parte la investigación.
Georgina Orozco señaló que aunque los contaminantes en este y otros canales no representan un riesgo inminente para los habitantes, este es un problema que debe ser atendido, pues verter agua sucia a los canales es una constante que no debería ser permitida.

Una red sustentable
En lo que coinciden los especialistas es en que se debe trabajar en un plan armónico y sustentable que establezca no sólo políticas de conducción de agua sino que propicie el aprovechamiento del líquido por medio de la captación, la infiltración, canalización y encauzamiento.
A decir del maestro Isidro Rubio Lozano secretario de la Academia Hidráulica del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías, es indispensable que predomine una visión de aprovechamiento en la planeación de estas obras, además de que se involucren dependencias de gobierno, instituciones educativas y sectores de la población interesados.
Para eso según comentaron tanto el geógrafo Luis Valdivia como el investigador del CUCEI Isidro Rubio, será necesario priorizar la conservación de los canales abiertos, acondicionarlos para que cumplan su función de la manera eficaz. No obstante, concuerdan en que es urgente llevar a cabo obras en los puntos de riesgo, que partan de un diagnóstico adecuado y formen parte de un plan integral.
Sin embargo obras que han sido varias veces anunciadas por las administraciones públicas como el caso del entubamiento del canal de Avenida Patria, nunca han visto la luz argumentando falta de recursos económicos.
“Se deben aprovechar las partidas del recurso federal, porque generalmente las obras hidráulicas son muy caras. Los diagnósticos, los estudios y los proyectos que a la fecha se tengan ya elaborados, ya sería momento de etiquetarlos para que paulatinamente la ciudad pueda contar con obras de esta naturaleza y resolver los riesgos y pérdidas”, afirmó Isidro Rubio.

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