Un futuro carnívoro

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Según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) del 2014, nuestro país ocupa el séptimo lugar mundial en la producción de proteína animal, que incluye productos provenientes del ganado bovino, porcino, caprino y la producción de pollo y huevo.

De acuerdo a la Unión Nacional de Avicultores, México es el primer consumidor de huevo fresco a nivel mundial con un consumo per cápita de 21.9 kilos anuales.

Por su parte, Jalisco es el productor de uno de cada cuatro kilos de carne de res en el país, dos de cada cinco de cerdo y cuatro de cada diez de pollo, convirtiendo a la entidad en pilar de la producción de carne a nivel nacional. No obstante, ésta, en los últimos años y en el contexto mundial, ha experimentado cambios en los que nuestro país también se ha visto inmerso. Cándido Enrique Guerra Medina, profesor-investigador del Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSur), ha abordado la situación de la producción y demanda de carne de bovino a nivel mundial para ofrecer perspectivas que permitan comprender cómo se comportará ese mercado en el futuro.

Si bien durante el periodo de 1960 a 2008 la producción mundial de carne de bovino se triplicó, pasando de 20.2 a 67.3 millones de toneladas, en los últimos seis años —incluso en los países con mayor producción como Estados Unidos, Brasil, China e India— el comportamiento ha sido estático, aunque con ligeras variaciones. La demanda parece imponer fuertes retos a la producción.

En países como Canadá, Estados Unidos y México, entre el año 2000 y el 2014 “el inventario de vacas para producción de carne disminuyó en 9 millones de cabezas”, asegura Guerra Medina, puesto que una creciente cantidad de vacas y vaquillas reproductivamente aptas está siendo sacrificada a causa de la alta demanda, situación que podría continuar agravándose a largo plazo de no implementar acciones oportunas, si bien, agrega, “estos  países ya han comenzado a adoptar medidas para disminuir el sacrificio de hembras y repoblar para aumentar el hato”.

En el 2011 se preveía que los siguientes 10 años a nivel mundial se caracterizarían por el alto costo de los insumos para la producción de carne, principalmente los utilizados para la alimentación del ganado, situación que obligaría a la implementación de cambios tecnológicos que permitieran hacer más eficiente la producción. Para el caso de México, el desafío tecnológico permanece; no obstante, en 2014 las exportaciones de productos bovinos mexicanos aumentaron en casi 40 por ciento respecto del año anterior, según datos de la SAGARPA y, en información preliminar, se observa también un aumento en el primer trimestre del 2015.

Este desarrollo se ubica en un contexto global en el que “en los últimos años, el consumo de carne de bovino ha sido impulsado por el dinamismo de los países en desarrollo, que han tenido un incremento en sus ingresos y, en consecuencia, han modificado sus hábitos de consumo, lo que se refleja en un mayor consumo de proteínas de origen animal”, apuntó Guerra Medina, quien además señaló la importancia de atender a las necesidades de consumo de carne vacuna del mercado mundial que “se encuentra en pleno crecimiento y con demandas insatisfechas”.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos  (OCDE) y la Organización de Naciones  Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), prevén que en los próximos 10 años habrá una demanda creciente de proteínas de origen animal, entre las que la carne de ave sería la más consumida, seguida de la de cerdo y la de bovino en tercer lugar. Ello implica la necesidad de un aumento en la producción de granos para la alimentación de esos animales.

La FAO prevé además que el consumo mundial de carne continuará en ascenso hasta el año 2021, y en mayor volumen en países en vías de desarrollo, “con Asia como el principal consumidor seguido por los países exportadores de petróleo, algunos de América Latina (en la medida que mejore el poder adquisitivo de sus consumidores) y las naciones con economías emergentes” explicó. Desafíos aunados a un contexto donde la progresiva escasez de tierras para la alimentación del ganado, inversamente proporcional al crecimiento poblacional, representará un reto más para el caso mexicano en las próximas décadas.

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