Un filósofo en los periódicos

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Hubo un tiempo en el que sus detractores —de su obra y su persona—, atacaban a Fernando Savater (1947) criticándole por ser “un filósofo poco serio”, aduciendo que era más un periodista que un filósofo. Lo cual era —y es— una verdad a medias.

Si bien es cierto que su educación académica proviene de las más profundas inquietudes del pensamiento clásico, también vale recordar sus tempranas pasiones por temas relacionados con la cultura popular y asuntos más bien cotidianos, como las historietas o el cine de terror, donde por cierto es más disfrutable —al menos para mí que lo conocí en mil novecientos noventa y ocho por su libro Despierta y lee.

Sin embargo, su ya demasiado extensa obra, donde trata temas más “serios” y relacionados con la filosofía, la política y la ética —los más conocidos son Ética para Amador, La tarea del héroe y Contra las patrias—, aunque la he leído, nunca ha sido más rica que cuando desde un punto de vista de “aficionado” habla de filmes como Parque jurásico o Tiburón.

Es verdad: Savater al escribir sobre educación, política o ética baja el tono y le quita solemnidad a las cosas, y es entendible y educa, pero yo nunca lo he disfrutado tanto como a ese filósofo que escribe ensayos periodísticos tan sabrosos.

De hecho a sus ensayos los valoro más que a sus obras de teatro y novelas, y espero encontrarme su más reciente libro Aquí viven leones (firmado junto a su fallecida esposa Sara Torres y editado por Debate), que surgió a partir de una serie de documentales sobre los lugares en los que vivieron algunos de sus escritores preferidos: Stefan Zweig, Agatha Christie, Edgar Allan Poe, Alfonso Reyes, Gustav Flaubert, Giacomo Leopardi, William Shakespeare y Ramón María del Valle-Inclán.

Aquí viven leones, llegó a las librerías en dos mil quince como una novedad acompañada con una mala noticia: “No creo que vuelva a escribir libros”; pero sí artículos “mientras existan periódicos” —declaró Savater a la agencia EFE.

Savater, por cierto, comenzó a colaborar en los diarios de su país a la temprana edad de dieciséis años, “con tumultuoso entusiasmo”, como él mismo dice en el prólogo a Despierta y lee.

Periodismo y filosofía
Es propio de la filosofía la discusión sobre temas relevantes sociales y humanos, sin embargo se agradece que Savater, en tanto que filósofo, baje a terrenos mundanos y converse con el lector que va al cine, lee un libro, o acude al puesto de revistas y adquiere una historieta para satisfacer su curiosidad o su pasión; y aunque Savater siempre mantiene una buena altura en sus textos, también nos habla y reflexiona sobre los grandes filósofos que han ofrecido sus ideas a las sociedades y, de cierta manera, las han cambiado.

Abordar como tema de un artículo o un ensayo el trabajo de los hermanos Marx, es a mi parecer tan esencial como hablar sobre la obra de Borges o Spinoza; de hecho no hay tema prohibido para el ensayo, y menos si se trata de artículos que van a ir a parar a las páginas de los diarios, donde los posibles lectores, camino a su casa o a su trabajo, los leen en el colectivo. La filosofía y el periodismo, luego entonces, en Fernando Savater son el mensaje y el medio; los temas pueden variar y, en el caso de Despierta y lee, libro singular y relajado, esta unión de un pensamiento filosófico bajo el rigor alegre del buen periodismo que conversa con los lectores, hace que —al menos para mí— sea el mejor libro de Savater.

Porque hoy y siempre estoy —y estaré— en favor de la alegría; cuando yo voy a los diarios busco que quien escriba en ellos (no hablo de los reporteros de la nota diaria, pero podría ser) inicie conmigo una conversación (inteligente pero sin poses), que hará que el día sea mejor, y, espero, después de esa lectura, serlo también.

Yo deseo que de esos artículos que seguirá escribiendo Savater germine un libro tan versátil y ameno como Despierta y lee; de ocurrir, iré corriendo a la librería a comprarlo.

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