Un epitafio para CD

1272

Entrar a una tienda de discos no representa la misma experiencia para el consumidor, especialmente desde hace unos meses. Las transformaciones fueron graduales, de fondo, y el producto principal, el CD, dejó de significar una ganancia substancial y se encuentra en la antesala de la desaparición, o por lo menos, en un traslado seguro hacia los rincones de estas compañías.
El paso era inminente: los nuevos hábitos de consumo que crecieron con los sitios de red de pares (P2P), esencialmente las descargas ilegales de música, y la praxis imparable que ofrecen diferentes dispositivos, todo asociado a la incapacidad y falta de visión que tiene la industria musical para hacer ajustes en la ley de derechos de autor, sobrevienen en un entierro para el CD.
Los números hablan por sí mismos: Mixup, la empresa con mayores recursos en este renglón, concentró ganancias de 30 por ciento exclusivamente en el área de música pop. Actualmente esos ingresos se han reducido a la mitad, y sus compras a compañías disqueras y proveedores en mercancía de importación son cada vez más restringidas.
Los espacios destinados para el CD, que estuvieron distribuidos en lugares estratégicos en las superficies de venta, ahora se encuentran reservados para el blu-ray y las diferentes líneas de DVD, formato que modificó con cierta rapidez sus precios, pero que representa un caso similar al CD.
Mr.CD, empresa que trabaja con capital local, y que fue la primera en recuperar la venta de vinilos, cambió sus estrategias enfocadas al disco. A diferencia de Mixup, Mr.CD procuró dar atención especializada. Sin embargo, los nuevos hábitos de consumo en música propiciaron que la empresa apueste actualmente por comercialización de instrumentos como producto principal. Recientemente una de sus principales sucursales cambió de espacio a uno más pequeño y en consecuencia redujo su inventario.
Casi borradas del mapa se encuentran las empresas que se enfocan en exclusiva a la música popular y que buscan alternativas para no depender exclusivamente del CD. En este contexto, Amprofon (Asociación Mexicana de Productores de Fonogramas y Videogramas) ha manifestado que el negocio de las disqueras es impredecible y de riesgo. La asociación señala que sólo un 10 por ciento de las grabaciones recuperan sus inversiones.
La industria musical buscó en las ediciones limitadas, que ofrecen material extra, una posible solución para incrementar sus ventas en el CD. El resultado no fue el esperado y tiene la desventaja de mantener precios altos en la mayoría de los casos. En una última jugada, se dedicaron a editar música en formato MP3, algo que sólo demuestra la desesperación de algunas compañías.
Lo cierto es que la industria del disco tuvo su momento para cambiar la dirección de esta historia y pecó de arrogante. El primer antecedente fue lo que ocurrió con Napster a principios de la década pasada. La plataforma contaba con 22 millones de usuarios y su final ocurrió a causa de una demanda encabezada por la industria de la música grabada. En aquel momento las encuestas revelaron que los usuarios aceptarían pagar una modesta suscripción mensual. Napster ofreció ir a medias con las disqueras, pero éstas exigían más del 90 por ciento de las ganancias. Aquí sin duda devino el primer gran golpe para el CD en la era internet, las descargas ilegales, algo que se sumó al problema de la piratería.
En este intento para subsanar pérdidas económicas, la calidad en las producciones de sellos independientes y grandes transnacionales es punto medular para que continúen como un atractivo para el consumidor. Es decir, más allá de los formatos, la música debe poseer su propio valor. Aunque el CD esté condenado a desaparecer o logre sobrevivir únicamente como registro para coleccionistas, tal como ocurre con el vinilo, la música, en cualquiera de sus géneros, debe generar emociones y placer.
“La música es algo bastante simple. Te hace sentir bien, la necesitas, la disfrutas… Y eso sí que es simple. Nada la destruirá. Creo que esto de la música grabada durará. Pero a lo mejor peco de romántica”, dijo hace unos días la cantante y compositora Bjí¶rk al diario El País.
La batalla que enfrenta el CD está muy cerca de su etapa final. Un buen momento para regresarle su verdadero significado a la música y a sus creadores. Hoy es el iPod. ¿Mañana qué?

Artículo anteriorBenjamín Zárate
Artículo siguiente¿Problemas ambientales?