Un atentado para todos

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Muchas cosas han cambiado en el orden geopolítico mundial desde el 11 de septiembre de 2001. En Estados Unidos hay un nuevo presidente, Barack Obama, demócrata y liberal; Osama Bin Laden ha sido ejecutado; la economía estadounidense perdió su hegemonía a escala global, tanto por la crisis como por la afirmación de nuevas potencias, primera entre todas China, y Oriente Próximo han sido sacudido por movimientos que piden derechos y libertades en la llamada “Primavera írabe”.
No obstante, el mundo árabe sigue siendo el foco de atención más importante para la política exterior de Estados Unidos, afirma el doctor Antonio López Mijares, coordinador de la Unidad Académica Básica de Estudios Internacionales en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).
“No se puede dejar de combatir el terrorismo islámico, pero han sucedido cosas nuevas en el mundo árabe, las revoluciones, podemos llamarle democráticas entre comillas, porque son más bien reivindicaciones de derechos de una parte de la población. Ahora Estados Unidos, y en general todo el mundo occidental, están frente a una encrucijada, entre dos fuegos: ¿qué hacer?, apoyar las revoluciones democráticas de resultado incierto o apoyar a los viejos regímenes que garantizaban la estabilidad y con ellos relaciones con Occidente relativamente cómodas”, dice el académico.
Sobre todo porque esos nuevos movimientos están mostrando al mundo la heterogeneidad de las sociedades árabes que hasta ahora y, sobre todo, después de los atentados, se creían, o se pretendía hacer creer, permeadas por el fundamentalismo.
“El norte de ífrica quiere una apertura, cambios, nuevas relaciones entre sociedad y gobierno. Entonces esos no son fundamentalistas islámicos, son grupos bien informados, al día de lo que pasa en el mundo, gente que quiere el fin de regímenes incompetentes y corruptos”.
Ante esta situación Estados Unidos está a la espera: “Barack Obama no quiso intervenir en Libia, está a la defensiva sobre todo porque en el interior de su país está arrinconado por una serie de situaciones como la crisis económica, una mayoría republicana en el Congreso, entonces lo que va intentar hacer es mantener el status quo internacional, alejarse lentamente de las área conflictivas y sobre todo recomponer su frente interno para ganar las elección del próximo año”.
Lo que representa una doctrina de política exterior opuesta a la implementada por George W. Bush después de los ataques al Pentágono y a las Torres Gemelas, que estaba centrada en el patriotismo, en el ajuste de cuentas, en el intervencionismo y sobre todo en una nueva doctrina de seguridad nacional de pensamiento neoconservador, explica López Mijares.
Además, Obama está buscando implementar acciones en base a acuerdos, tantos con sus aliados tradicionales —los países del Atlántico norte, algunos de América Latina (AL), Oceanía y Japón— como con los organismos internacionales, a diferencia de su antecesor que buscaba la unipolaridad y la unilateralidad de las decisiones también en política exterior, lo que provocó una fractura al interior del mundo occidental, en particular en Europa, entre quienes lo apoyaron y quienes no, y la desaprobación de muchas naciones de AL, entre las cuales México, y sobre todo de dos grandes potencias como Rusia y China.
Finalmente, en cuanto a la relaciones con los países latinos el investigador comentó que “desde 2001 se vino dando un aislamiento norteamericano con respecto a México y AL”.
“Hace 10 años pasó lo de las Torres Gemelas, que constituyó el final de la iniciativa migratoria para dar una amnistía a los hispanos que hubiera podido legalizar una situación de facto que contribuye enormemente al desarrollo del país, y ahora con la guerra de Calderón en contra del narcotráfico, pues no se ve tampoco que Estados Unidos se empeñe particularmente en considerar que esa es una prioridad para ellos”.

EUA frente al mundo
El sentimiento de solidaridad que la comunidad internacional manifestó a la nación estadounidense, luego del 11 de septiembre de 2001, se transformó años después en hostilidad debido fundamentalmente a la reacción unilateral del gobierno conservador a cargo del republicano George W. Bush, afirmó el doctor Arturo Santa Cruz, director del Centro de Estudios de América del Norte, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.
A decir del especialista, dicha política que ya venía aplicando el gobierno estadounidense, se evidenció aún más después del ataque a las Torres Gemelas y se concretó luego de la guerra con Afganistán en octubre de 2001 y el ataque a Irak en contra del régimen de Sadam Hussein en marzo de 2003, este último sin contar con la aprobación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), lo cuál finalizó en el “descalabro de la política exterior”.
“En la primera era una acción legítima porque había evidencia de sobra de que se le estaba dando alojamiento a los líderes terroristas de Al Qaeda y por eso contó con el aval de la ONU, en el caso de Irak fue completamente diferente, lo que se terminó armando fue una coalición de países que estaban de acuerdo con la política guerrerista estadounidense entre los más importantes, están el Reino Unido y España”, dijo Arturo Santa Cruz.
La política exterior que George W. Bush pretendía aplicar al inicio de su administración, basada principalmente en mejorar su relación con América Latina, dio también un giro, volviéndose una política de combate contra el terrorismo.
De acuerdo al análisis que hace el doctor Santa Cruz, las relaciones con otras naciones fueron definidas de acuerdo al apoyo que recibieron al emprender esta guerra con Irak. Fueron relaciones de cooperación con países como el Reino Unido gobernado por Tony Blair y España por José María Aznar.
Caso contrario al de los países que decidieron no apoyar la iniciativa de Estados Unidos de invadir Irak, con los que hubo una relación desgastada como sucedió con sus vecinos más cercanos: Canadá y México.
Sin embargo, el investigador del CUCSH añadió que esta situación de tensión no fue trascendente como el desgaste del prestigio de Estados Unidos y la desestima que en el mundo se sentía por este país que llegó a ser visto como una amenaza internacional.
“Lo que queda es el reflejo de lo que se vivía entonces, aquellos que se opusieron a la guerra fueron reivindicados, luego de que las evidencias que tenía el gobierno de Bush jamás aparecieron, quienes la apoyaban sufrieron en cuanto a su prestigio, sin embargo, es una cuestión más simbólica puesto que el daño está hecho”, aseguró.
Frente al mundo la imagen del gobierno de George W. Bush, así como del consejo de seguridad de la ONU, fueron duramente criticados, en esto coincide el politólogo internacionalista Genaro Lozano en su artículo para CNN.
“Bush, desesperado, acusó al régimen de Hussein de dar cobijo a terroristas de Al-Qaeda y de tener las armas que la ONU no encontró. Colin Powell, entonces titular de la diplomacia estadounidense, hizo el ridículo internacional al desdecir el informe de Blix en el Consejo de Seguridad de la ONU en febrero del 2003, llevando como ‘prueba’ unos tubos de ensayo con un polvo blanco, a modo de ántrax. La paciencia de Bush con las instancias multilaterales llegaría pronto a su fin”.

Una economía saqueada
Después del 11-S, llegó a su fin el periodo de diez años de crecimiento continuo de la economía estadounidense, el más largo en su historia. Pero el suceso más trascendental en materia económica no fue en sí el ataque a las Torres Gemelas, sino “el saqueo de la economía por parte de aquellos que estaban en el poder en Wall Street como en Washington, es decir, los banqueros y políticos, opinó el investigador del Departamento de Economía del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), José Lorenzo Santos Valle, quien añadió que el crecimiento económico que experimentó Estados Unidos antes del atentado jugó un papel clave en la economía mundial.
“Diez años después sí podemos afirmar que hay algunos efectos en los problemas y crisis económica o crack financiero en la economía de nuestros vecinos del norte que no pueden dejar de afectarnos. Cuando todo el mundo estaba distraído defendiéndose o previniéndose de nuevos ataque terroristas, no se le prestaba atención a amenazas internas (…) y se permitió que se sirvieran en charola de plata banqueros y financieros en complicidad con políticos y altos funcionarios para favorecer los negocios y otorgar cuantiosos créditos bajo supuestas medidas financieras que serían favorables a la economía a largo plazo. Ahora vemos las consecuencias de haber otorgado créditos de manera irresponsable”.
De acuerdo a un estudio de Jaime Estay, investigador en la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla, los impactos económicos del 11 de septiembre se pueden resumir en la “caída de las bolsas, disminución de ventas en aerolíneas y servicios turísticos, dificultades de las compañías de seguros, políticas públicas de incremento del gasto y de reducción de tasas de interés en Estados Unidos”. Pero el texto también resalta que desde el segundo semestre del año 2000, “el país del Norte experimentaba un aumento en su tasa de desempleo, el cual no se había registrado desde los años sesenta, y a la par comenzaron a caer los volúmenes de inversión, las ganancias de las corporaciones y los ritmos de incremento de la actividad económica. Después de los ataques catalogados como terroristas, la recesión estaba instalada en Estados Unidos”.
Al respecto, Santos Valle añadió que el precio del petróleo e incluso la paridad del dólar han sido los más afectados durante estos años. Con todo, la moneda estadounidense también se fortaleció.
“No es una más de las monedas importantes, es única en varios aspectos. Es un valor refugio, es decir, cuando hay incertidumbre y temores, hay que comprar dólares porque garantiza que aunque haya problemas nos da cierta protección”.
Por otra parte, en el tema de la pobreza, según un documento del Banco Mundial que fue publicado casi un mes después de los ataques a las Torres Gemelas, se pronosticaba que a raíz del atentado “los países atrasados se verán especialmente afectados, lo que llevará a la pobreza a otros 10 millones de personas el año próximo y obstaculizará la lucha contra la malnutrición y las enfermedades infantiles”. En el documento se preveía que ífrica sería la zona más afectada.
El investigador de la UdeG refirió que así como el crecimiento económico de la nación norteamericana impactó de manera positiva la economía mundial, la disminución en su dinamismo también tiene repercusiones en la misma escala y éstos se vieron reflejados a partir del 2011. Asimismo, puntualizó que esta economía no podrá volver a ser lo que fue.
“No podrá porque aunque todavía es la número uno, hay otras economías nacionales y regionales sumamente poderosas que están compitiendo con Estados Unidos como la economía China. Toda Asia está creciendo y el lugar de Estados Unidos no podrá ser nunca más lo que fue”.

La versión de la historia
“Pudiéramos marcar los atentados del 11-S como un hecho histórico coyuntural, que fue aprovechado por el mundo occidental capitalista para dar unos cuantos minutos más de vida al sistema económico neoliberal. Mientras culturalmente significa una versión renovada de la confrontación del mundo islámico contra el mundo judeocristiano”, opina Héctor Palacios, historiador, investigador y narrador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.
Indica que entre los detalles que van construyendo la pertinencia histórica, es decir, que para hablar de un hecho histórico formal, “aún faltan procesos por medir y dar conclusiones finales. Por ejemplo, hay que esperar cómo se reacomodan políticamente algunos países árabes, cuya población civil recién se ha emancipado de las dictaduras”.
De igual modo, el investigador apunta que para dichas conclusiones habría que consultarse, si son abiertos, dentro de 40 o 50 años los archivos públicos que incluyen los expedientes minuciosos de los atentados, “como es el hecho de la relación que en algún momento tuvieron los Bush con Bin Laden, o como que en los ochenta los Estados Unidos fueron los que armaron a los talibanes para repeler la invasión soviética”.
Por el momento, los hechos son una buena promesa histórica, afirma Héctor Palacios. “Será dentro unos años más cuando se le pueda sacar mayor jugo al tema desde la trinchera del historiador; por ahora, los analistas políticos y de asuntos internacionales son los que tienen mucho trabajo al respecto. Sin duda es ya todo un campo de investigación desde el punto de vista académico”.

Con el temor a cuestas
Cada tipo de desastre causa diferente impacto en la población que los sufre, lo ocurrido hace diez años en Nueva York ha tenido uno de los peores impactos en Estados Unidos, pues se convierte en el mayor referente de un acto de terrorista que la gente recuerda
La profesora de la materia de psicología de la Universidad de California, Vickie Mays, especialista en el impacto ocasionado por desastres, aseguró que la vulnerabilidad que aún siente la población en Estados Unidos, es la gran secuela de los ataques del 11 de septiembre.
“La gente pensaba: estamos en Estados Unidos, somos una nación segura, somos una nación poderosa, estamos bien protegidos. Y tener un incidente con tres diferentes aviones en uno de los símbolos nacionales como lo era el World Trade Center, fue impactante para todos”, refirió.
Se estima que fallecieron tres mil personas en el ataque terrorista mientras que el huracán Katrina acabaría con la vida de casi dos mil personas, sin embargo de acuerdo a la experiencia de la profesora, los efectos y la manera en que la gente lo recuerda son diferentes.
“Cada desastre puede provocar que te sientas ansioso o nervioso de diferente manera, en este caso, no pensábamos en que pudiera pasar algo así. Ahora cuando viajamos notamos a alguien cuando está nervioso, estamos pensando los riesgos, algo que no hacíamos antes, asociar el viajar con el terrorismo”.
Señaló que además del temor que dejaron estos hechos en la gente, la sensación de que no se ha hecho justicia, provoca el enojo, sobre todo en aquellas personas que sufrieron la pérdida de alguien y no han encontrado la manera de entender o recuperarse, no obstante del anuncio oficial de la muerte de Osama Bin Laden quien se adjudicara los ataques.
“No creo que ellos se sientan mejor, pero tal vez se sientan más seguros, no sé si eso ayude a reparar su pérdida, la gente tiene la sensación de que están más seguros porque creen que Osama era un peligro y que Estados Unidos mostró la capacidad para capturar a quien supuestamente hizo que pasaran esas horribles cosas”.

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