Temperatura a su máxima expresión

1053
La ola de calor que azota en la zona metropolitana de Guadalajara es buena excusa para que los adolescentes se relajen y disfruten de las fuentes de la ciudad * JOSE MARIA MARTINEZ

Los días ya no son como antes. Ahora hay más caras mustias bajo el sol, más desesperación en el tráfico, más calor. La ciudad que algún día fue “la eterna primavera”, ahora rebasa con frecuencia los 35 grados centígrados.
Llegaron a Guadalajara los días más cálidos del año. Asegura el meteorólogo Héctor Magaña Fernández, del Instituto de Astronomía y Meteorología de la Universidad de Guadalajara, que la temperatura máxima registrada en la estación Minerva ha sido, en lo que va del año, de 36 grados centígrados, no obstante hay algunas que registraron hasta 38.
Comenta también que, a pesar de que la población pase por esta etapa, incómoda para muchos, los meses más cálidos del año son precisamente abril y mayo, “no tienen nada de particular las temperaturas que hemos tenido”.
Es en el mes de mayo cuando además puede haber alguna precipitación, indica Magaña Fernández: “hay que recordar que en mayo se dan una o dos precipitaciones a lo largo del mes, y puede haber alguna en los próximos días. Puede haber repentinas lluvias, pero después vuelven los días de calor, hay que recordar que en mayo hasta granizadas había”.
La población tapatía se percibe un tanto alterada debido a esta estación del año. Dice el especialista que el calor influye en el estado anímico de las personas, pues produce irritabilidad, cansancio, apatía, decaimiento, agotamiento, sensación de malestar, negatividad, mal humor, impaciencia y dificultades de convivencia.
Por dichos estados negativos atravesará la población tapatía hasta el mes de junio. “Las temperaturas se refrescan. Mientras, vamos a seguir observando estas temperaturas de 33 y 34 grados, aunque puede haber alguna precipitación”.
Vendrán días frescos, pero ¿por qué ahora hace más calor que antes? El meteorólogo explica qué “lo que ha variado es que la ciudad ha crecido más, hay más calor porque hay muchísimos más carros de los que había antes, más congestionamientos, problemas de traslado…”.
La superficie asfáltica ha tenido mucho que ver en el aumento de la temperatura en lo que antes era “la ciudad de las rosas”, pues ya no hay tierra que absorba el agua de la lluvia, y que a la vez regule el clima, ahora hay sólo asfalto, menos árboles que antes, y más vehículos que producen calor.
Magaña hace una comparación entre los factores que influyen en la ciudad con los del campo: “En el campo hay pasto, árboles, pero si tú analizas una ciudad, hay carros y a la hora de estar en movimiento, generan calor; en la ciudad las casas están muy cerca unas de otras, todas tienen estufas y éstas se encienden casi al mismo tiempo y también generan calor. Sin embargo en el campo ese calor no influye mucho porque hay más espacio”.
El crecimiento acelerado de la ciudad es lo que ha generado que las temperaturas aumenten; los edificios, el concreto, los automóviles, paso constante de camiones, las fábricas. Comenta el investigador que somos los mismos ciudadanos los responsables de que las temperaturas vayan en incremento.
Para que estos días cálidos no provoquen estados negativos en la población tapatía, el meteorólogo recomienda usar ropa de fibras naturales, tomar muchos líquidos, no estar demasiado tiempo expuestos al sol, evitar comer fuera de casa –el calor descompone la comida en los puestos–, no hacer ejercicio en horas de insolación y usar lo menos posible el automóvil.

Artículo anteriorPaula Islas
Artículo siguienteMás basura por nuestra culpa