teatro para rato

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El teatro sigue vivo en Guadalajara, a pesar de que la gente va con mayor frecuencia al futbol. Esto tiene su causa en un remanente cultural con profundas raíces en la Colonia.
El historiador Basilio Mora Sánchez sostiene que el teatro tapatío es un fenómeno social y de comunicación. El asistir es una oportunidad para convivir. No desaparece, porque es muy significativo. En 1920, en Guadalajara había más salas de cine que de teatro. Existían rumores de que éste desaparecería con la radio y después con la televisión, pero eso no sucedió. Hasta la fecha continúa.
En esta ciudad el teatro inició en los atrios de las iglesias. Era de corte religioso. Para que la gente pudiera ver las representaciones tenía que someterse a un reglamento estricto. Debía confesarse y comulgar antes de ver una representación. La iglesia ejercía el control sobre el público, lo que no es extraño en una ciudad conventual. Todavía no éramos la Guadalajara comercial e industrial, explicó el académico de la Universidad de Guadalajara.
Entonces había “iluminarias”, representaciones de carácter religioso, escenificadas dentro de las iglesias. Eran iluminadas por muchas velas y adornadas con flores, en honor a la virgen.
El primer recinto dedicado a esta actividad artística estuvo ubicado por las calles de López Cotilla y Galeana. Posteriormente el Teatro Principal, por Juárez y después construyeron el Teatro Degollado.
Fue en la década de los veinte cuando entre los tapatíos de clase acomodada hubo una gran afición por la ópera y la zarzuela.

Nuevos bríos
Entre los años treinta y cuarenta el teatro en Guadalajara decae. Después de que el teatro Principal cerró sus puertas, quedó como único recinto importante el Degollado. Es hasta los años cincuenta cuando toma brío. Esto tiene que ver con el cambio social, el crecimiento de la ciudad, el desarrollo industrial y la estabilidad política. “Estamos en los inicios de la modernidad, que conllevó un cambio de mentalidad. La gente culta de aquel entonces estaba en sintonía con los movimientos de vanguardia europeos”.
Basilio Mora Sánchez, uno de los pioneros en historiar el teatro en Guadalajara, es autor de Nuevas notas para la historia del teatro en Jalisco, de editorial Trauco, libro que estará a disposición de los interesados en el transcurso de los próximos dos meses. El tema central del texto es el teatro de cámara de los años cincuenta hasta la inauguración del teatro Experimental. El investigador partió de un análisis hemerográfico, entrevistas y fotografías.
Los años cincuenta constituyen una década importante para el teatro tapatío. Rico en figuras como Diego Figueroa, iniciador de la experimentación en Jalisco. El investigador rastrea los diferentes grupos teatrales y sus escenarios. La prostituta respetuosa fue una de las obras montadas en el paraninfo de la UdeG. El grupo de actores participantes formó el de la División Cinematográfica, que tenía la intención de hacer teatro y cine. Posteriormente, en 1953, integró el grupo de Artes Plásticas.
De la Escuela de Seki Sano, ubicada en el Distrito Federal, de la cual salieron actores importantes, como Silvia Pinal y Wolf Ruvinskis, fue discípulo Ernesto Pruneda, el tapatío que trajo a esta ciudad el teatro de café. Había representaciones en un café ubicado por Juárez y también en la Casa de la Cultura. Posteriormente llegó el teatro de cabaret.
Entre los años cincuenta y sesenta aún existía el teatro parroquial en Analco, San Juan de Dios y El Retiro, entre otros templos. Hubo actores que se iniciaron en éstos. También tenían funciones el teatro de salón social. La fábrica de textiles de Experiencia instaló su teatro, al igual que la fábrica de Atemajac y la textil de El Salto.
“Todavía no iniciaba la época de los rebeldes sin causa, pero la vida urbana en el café, teatro y cine tenía mucha importancia. Eran lugares de socialización”.
La investigación de Basilio Mora Sánchez es una continuación de la investigación incluida en Notas para la historia del teatro, que publicó en 1985. “La investigación está centrada en lo que acontece en Guadalajara, pero yo menciono a Jalisco en el título a propósito, porque quiero cometer el mismo error que cometen los autores de México. Cuando hacen un libro de historia del teatro, se enfocan nada más en los montajes del Distrito Federal”.

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