Sonidos con texturas y paisajes

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Las últimas cuatro décadas del siglo XX representaron una transformación gradual en la forma de producir música. Diferentes contextos provocaron el surgimiento de nuevos géneros (psicodelia, punk, ambient, hip hop y house, por mencionar algunos), y el uso de la tecnología fue definitivo para la construcción y el diseño del sonido. Agrupaciones como Pink Floyd, The Velvet Underground, Kraftwerk y Radiohead, inscribieron importantes obras, creaciones musicales que mantienen una repercusión e influencia hasta nuestros días.
Con la llegada del siglo XXI, y la nueva revolución tecnológica, ocurrió un cambio total en la manera de crear música. Provocó la uniformidad en propuestas y estilos, pero brindó también mayores posibilidades para los músicos que apuestan por una real avanzada.
En este transcurso de procesos poco predecibles, llenos de sorpresivos giros, continúan en la mira (sub) géneros que se encuentran todavía en estado de evolución. Uno de los más significativos, que conserva una relación con el desarrollo de la tecnología, es el post-rock, música que centraliza sus posibilidades en la creación de texturas (en referencia a la estructura y orden de una obra) y paisajes sonoros.
La génesis del post-rock conduce a figuras como el periodista, escritor y crítico inglés, Simon Reynolds, quien acuñó cuidadosamente el término a principios de los años noventa del siglo pasado. Reynolds dijo que el post-rock significa usar la instrumentación del rock para propósitos ajenos al rock, es decir, utilizar las guitarras como vehículos de timbres y texturas más que de riffs y acordes de potencia.
Simon Reynolds estableció que de manera creciente, los grupos de post-rock amplían el esquema tradicional de guitarra, bajo y batería hacia la tecnología computarizada: samplers, secuenciadores y dispositivos MIDI (interfaz digital de instrumentos musicales). Aseguró que mientras algunas agrupaciones de post-rock prefieren tecnología lo-fi o pasada de moda, otras evolucionan hacia el cyber-rock, volviéndose virtuales.
Anterior a Simon Reynolds, el periodista Paul Morley, también inglés, utilizó el término, y describió algo más abstracto: “La emergencia de una nueva sensibilidad, dentro de la cual grupos de new pop serían tan valorados como Led Zeppelin y Joy Division”. Para Morley, el post-rock implicaba echar por la borda los presupuestos “rockistas” en torno a la profundidad, el límite y el significado.
En este tejido histórico sobresale Brian Eno, considerado el profeta del post-rock. El músico, compositor y productor, inscrito en la tradición del art rock, posee una obra que lo identifica por emplear la tríada timbre, textura y cromatismo por sobre los riffs y las bases rítmicas.
Por ejemplo, cuando Brian Eno fue invitado a producir Achtung baby, de U2, advirtió a Bono que no quería grabar un disco como documento de un grupo de rock tocando en el escenario. Eno fue claro, y dijo estar interesado en pintar cuadros. “Quiero crear un paisaje dentro del cual esta música acontezca”. Esa advertencia habla puntualmente sobre la visión e intenciones del creador de Before and After Science y Ambient 1: Music for airports.
El post-rock extrae su inspiración e ímpetu de una compleja combinación de fuentes. Una serie de momentos de la historia, en los que intelectuales y bohemios han tomado elementos del rock con propósitos no rockeros, asegura Simon Reynolds. Esas fuentes se dirigen hacia grupos como The Velvet Underground y Pink Floyd, por supuesto el trabajo de Brian Eno, y un consecuente linaje que incluye a bandas como Cocteau Twins, The Jesus and Mary Chain y My Bloody Valentine. Incluso grupos pertenecientes al kraut rock, como Faust, Can o Neu!
Podría presumirse que con Mogwai, Sigur Rós, Mono, Explosions in the Sky o Godspeed You Black Emperor!, inicia la era del post-rock (la mayoría comenzó a editar sus grabaciones después de la segunda mitad de los noventa). Pero no es así. Antes, agrupaciones como Seefeel, Insides, Moonshake, Pram, Stereolab, Disco Inferno, Papa Sprain, Main y Bark Psychosis colocaron bases para desarrollar este género.
Aunque algunos de los grupos anteriores podrían considerarse ambient, pertenecen a una generación que utilizó el sampler para desplazarse a una dimensión virtual, etérea, que logró trazar paisajes sonoros a través de las máquinas.
El registro sonoro es una parte vital para comprender las características que envuelven al post-rock. El estudio de grabación simboliza un laboratorio para capturar fielmente paisajes auditivos. Simon Reynolds afirma que en la mayoría de los discos de rock, el estudio se usa para crear una simulación de actuación en vivo, aunque el sistema multipista lo vuelve más vívido e “hiperreal” que la actuación en vivo. Indica que la grabación multipista y otras técnicas de estudio pueden ser usadas para crear eventos imposibles, que jamás podrían tener lugar en tiempo real. Por eso resulta importante el equilibrio en las grabaciones, que no ocurra un desfase en las intenciones creativas y el sonido de los proyectos. La idea es mantener arreglos fieles al momento de presentarse en directo.
En el desarrollo del post-rock, Inni, el material más reciente de Sigur Rós, concentra y perfecciona esa dimensión etérea al momento de ofrecer sus composiciones en directo. Los islandeses desarrollaron un concepto que une los paisajes sonoros propios de su música con imágenes que resaltan las texturas. Los miembros del grupo muestran sus habilidades y enfatizan distintos momentos a través de la distorsión. Las guitarras son utilizadas como sintetizadores.
El valor en trabajos como Inni, es decir, su propuesta detallada y completa, resulta imprescindible en una época de cambios profundos para la música, porque una nueva generación de artistas, que se circunscriben dentro del post-rock y otros géneros alternativos, concentra esfuerzos sólo en los ordenadores. El músico Kevin Martin (God, Ice y Techno Animal ) es muy claro: “A estos músicos les gusta controlar cada aspecto de lo que hacen. Además, en la medida que se contrae la audiencia predispuesta a escuchar música aventurada, se interesan menos en tocar en vivo, y en su lugar se retiran a las fortalezas de sus casas y se rodean de maquinaria. Creo que esto se conecta con lo que está sucediendo en el conjunto de la sociedad, un proceso de atomización y desconexión. La tecnología digital también atrae porque permite quebrar estructuras”.
En este contexto, los grupos más acreditados del post-rock defienden su lado creativo y anotan en su historial una serie de características propias, que los mantiene ligados a un determinado uso de recursos, pero no los limita en su capacidad artística. Agrupaciones de diferentes países demuestran su inclinación por las composiciones instrumentales, atmósferas sutiles y la erupción en guitarras y bases rítmicas. Más allá de una fórmula, el sonido adquiere mayor matiz y potencia. Esto manifiesta parte de la evolución con el transcurso de los años.
De esta manera, la generación actual es encabezada principalmente por Sigur Rós, y sus composiciones progresivas y etéreas; Mono, con su carácter estridente; Mogwai, poseedor de un sonido crudo y electrizante; y Godspeed You Black Emperor! y Explosions in the Sky, ambos en sintonía con los paisajes sonoros apocalípticos.
A los anteriores grupos les sigue una camada de proyectos, entre los que se encuentran Torche, Alcest, Form and Fate, Apse, Nosound, Harlots y Movus.
El porvenir del post-rock radica precisamente en esa creación de paisajes y texturas que apuestan por una verdadera avanzada. En su evolución, aunque está presente el uso de la tecnología (no en todos los casos de la misma manera), los grupos no supeditan totalmente su capacidad de creación a las máquinas o dispositivos, otorgándole valor a sus obras. La trascendencia de este género dependerá de cómo contribuya de manera vital en el desarrollo de nuevas formas de expresión mediante el sonido.

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