Rodolfo Obregón

952

Si quieres ser universal habla sobre tu aldea”, decía Chéjov. Para Rodolfo Obregón hoy la frase se invierte: “Si quieres hablar sobre tu aldea, escribe sobre el mundo”. Así comienza su argumentación y crítica respecto a las formas caducas de hacer teatro en México. Obregón, director del Centro de Investigación, Documentación e Información Teatral Rodolfo Usigli (CITRU) desde 2003, visitó Guadalajara para impartir un curso sobre vanguardias teatrales. Alumno de quienes brindaron una nueva visión a la escena mexicana, como Ludwik Margules, Obregón estudió dirección escénica con Harald Clemen y Yoshi Oida (entre otros), de quienes no sólo aprendió, sino también ha registrado su herencia e importancia en publicaciones como Utopías aplazadas, Ludwik Margules, memorias, así como la traducción del libro de Yoshi Oida, Un actor a la deriva.
Obregón, apasionado de la naturaleza, apenas terminó veterinaria, carrera que nunca ejerció, dio el salto al Centro Universitario de Teatro (CUT), de la UNAM, del que egresó en 1986. El acercamiento al teatro se dio de diferentes maneras, de niño, a través del poder seductor de la madre de su amigo de escuela, que cada sábado lo invitaba al teatro infantil de Bellas Artes. La fiesta taurina fue otra manera de tocar lo ritual que siempre ha tenido la escena. “En algún momento fui un gran aficionado a los toros, tuve ese vicio perverso que dejé por el teatro”.

Investigación y práctica escénica
La silenciosa labor de documentación es apenas una parte de las que se realizan en el CITRU, también se investiga el fenómeno teatral en todas sus dimensiones y se hace una intensa labor de difusión. Hay mucho por hacer, dice Obregón, “tradicionalmente, los estudios teatrales se limitan a la dramaturgia, yo he insistido sobre la pertinencia de estudiar el teatro en su conjunto, ahora trabajamos en una serie llamada Creadores de la escena, que se concentra en los directores, pero eso no excluye la posibilidad de estudiar la historia de los actores y otros elementos del teatro”. Una de sus preocupaciones centrales al frente al CITRU es precisamente rebasar la concepción del teatro como texto escrito. “Siempre critiqué la investigación por estar en una especie de estratósfera, completamente desligada de la vida práctica y la realidad del teatro. Al llegar al CITRU me topé con algunos proyectos interesantes y otros absolutamente inviables. Sí hay un problema de desconexión con la práctica teatral”.

Lo nacional como metáfora
Tender puentes entre las reflexiones teóricas y la práctica escénica, así como entre lo que sucede en el DF y los estados, ha sido la inquietud de Obregón desde que llegó al CITRU, aunque acepta honestamente que no ha encontrado una manera sistemática de hacerlo. “Habrá que fomentar la existencia de centros regionales de documentación e investigación del teatro, aún cuando las políticas públicas no lo consideran”. Es por ello que Obregón ha buscado establecer vínculos con personas y grupos que hacen investigación en diferentes estados del país. “Creo que el concepto de lo nacional está muy rebasado, debemos empezar a pensarlo distinto para que se traduzca en políticas que impliquen que lo nacional es construir la memoria local ahí mismo, no en el DF”. Cansado de ver pasar administraciones que no generan cambios reales en el rumbo de la creación e investigación artística, Obregón apunta: “Las políticas públicas están para incentivar lo que ya existe, no para descubrir hilos negros, por lo tanto el Estado debería apoyar iniciativas individuales, que al final son las que sobreviven. Por otro lado, en el CITRU hemos buscado el impacto de la teoría en la práctica a través de cursos en las escuelas de teatro. Presentamos un ciclo llamado Desmontajes, donde convocamos a creadores que producen teatro de una manera distinta, como Jorge Vargas, Juliana Faesler y Claudio Valdés Kuri (entre otros), además del ciclo llamado Herencia de los Grandes Creadores del siglo XX. Con esto, además de acercarnos a la práctica de hoy, apoyamos la tarea de difusión del Centro”.
Actualmente Obregón se encuentra en pláticas para llevar a otros lugares estos cursos, incluida la UdeG.

El gesto de la nación
Antoine Vitez, importante actor y director francés, decía que “El teatro es el laboratorio del habla y el gesto de una nación”. Al respecto, Obregón tiene una postura clara que explica con cuestionamientos “¿Qué es la nación? ¿Es el habla chilanga, su gesto? Son preguntas que deberíamos hacernos, incluida La Compañía Nacional de Teatro, ya que en toda nuestra historia el nacionalismo se ha entendido como una corriente legitimadora de un Estado, situación que se agrava cuando lo repetimos en las compañías estatales. La salida para el tema de la compañía podría ser crear un sistema de producción que dé un sello de garantía a una serie de fenómenos teatrales —de todas las regiones—, que tengan un alto nivel de calidad, eso me parece mucho más interesante y sensato a estas alturas”.
Finalmente, Obregón resume la importancia del teatro al definirlo como “un espacio de concentración de lentitud en un mundo acelerado. Ahí uno se puede detener dos horas para concentrarse en una frase, en una mirada, en una minucia del lenguaje, acceder al infinito interno de la palabra, del gesto, de las relaciones entre las personas”.

Artículo anteriorKarina Hurtado
Artículo siguientePrograma de Estímulos al Desempeño Docente PROESDE 2009-2010